¿Quién es terrorista ahora?

Monte de las banderas frente a la Oficina de Intereses de Washington en La Habana. (Foto: Kaloian)

Lawrence Wilkerson
The Havana Note

De mi estancia en el Departamento de Estado (2001-2005), primero como un planificador de la política y más tarde como jefe de despacho del Secretario de Estado Colin Powell, llegué a entender algo de la política detrás de la Lista de Terroristas de EE.UU. (estados patrocinadores del terrorismo -véase la Export Administration Act de 1979).

Estas políticas que existían antes del 11 de Septiembre, asumieron, como es comprensible, un tono decididamente más agresivo después. El concepto muy bien desarrollado en términos modernos por el periodista francés Phil Rees en su libro Dining With Terrorists: Meetings with the World's Most Wanted Militants -"Lo que para uno es un luchador por la libertad puede ser considerado como un terrorista para el otro" y viceversa-, aunque pertinente aquí, no es plenamente explicativo.

He descubierto que, con respecto a los Estados Unidos, uno tiene que cavar más profundo para descubrir cuál es la motivación detrás de esa formulación. No es, por ejemplo, que Ronald Reagan haya convertido a la Contra nicaragüense en una especie de descendientes de los patriotas de la Revolución Americana, mientras Hezbolá era para él un hijo del diablo.

La motivación, la mayoría de las veces, está envuelta en la parafernalia tradicional de la política -dinero, poder, influencia y codicia. Es algo notable el hecho de que de vez en cuando esta motivación toca los intereses de seguridad nacional de EE.UU., porque casi siempre lo hace y casi nunca por casualidad.

Un ejemplo con respecto a la lista de terrorismo que inmediatamente me viene a la mente es el de Cuba.

He seleccionado a Cuba, porque Cuba es un ejemplo especialmente flagrante. De hecho, si se diera el caso de que Cuba mantuviera una lista de terroristas, Cuba tendría un derecho más que legítimo de reservarle un lugar a los Estados Unidos en su lista.

¿Entonces por qué EEUU incluye a Cuba en la lista de los estados que patrocinan el terrorismo?

En primer lugar, porque el grupo infinitesimalmente pequeño de los cubano-americanos que odian a Fidel Castro y todo lo que él representa, quiere que Cuba esté en la lista. La arrogancia de este grupo, el dinero y la instrumentalización de la política es tal que nadie se atreve a desafiarlo de manera significativa.

En segundo lugar, porque queremos ocultar nuestra propia perfidia y, como nos enseñaron muy bien Dick Cheney y Karl Rove, la mejor manera de hacerlo es acusar a otros de lo que uno está haciendo.

En tercer lugar, porque en realidad nadie se preocupa por Cuba y por tanto todo tipo de atroces actividades son posibles en ese ambiente de apatía. Si hay algo que propicia el vacío de poder es la perfidia.

La verdad es que Cuba no ha patrocinado una actividad terrorista en más de 20 años, aunque, estrictamente hablando, nunca lo hizo.

Sin embargo, EE.UU. sigue estando comprometido, o indirectamente está protegiendo, a terroristas como Luis Posada Carriles. Carriles estuvo involucrado en el atentado de 1976 contra un avión cubano (vuelo 455 de Cubana de Aviación), que mató a más de 70 personas. Además, existen fuertes sospechas de su implicación en los atentados a un hotel en La Habana en 1997, que resultó en la muerte de al menos un individuo.

Así es como disfrazamos nuestros propios crímenes: acusando a los demás. Después de todo, no parecemos que amparamos a los terroristas, si los cubanos que atacamos son terroristas. Como Stephen Colbert ha dicho, estas "verdaditas" son nuestra tabla rasa. Si nuestras entrañas nos dice que está bien, está bien.

Y la lista de terroristas es otra flecha en el carcaj del pequeño grupo en la Florida que quiere que la política de EEUU hacia Cuba siga congelada para siempre en el estado actual. La estrategia no es, simplemente, mantener medidas draconianas inimaginables, sino que estas mantenga su fortaleza. Que nadie se entrometa. En particular, no dejar que el sentido común, la decencia y el interés nacional de EE.UU. entren en juego.

¿Qué pasa con el cociente de apatía?

Colin Powell me decía que era increíble lo que se podría lograr cuando dejaba de importar la sensatez. El pequeño grupo de cubanoamericanos con la política de Cuba en su puño de hierro ha convertido este principio en algo que ni se discute.

Es increíble lo que puede ocurrir, cuando a nadie le importa.

Ese debe ser la propaganda que cuelga encima de las oficinas de Ileana Ros-Lehtinen, Mario y Lincoln Díaz-Balart, Robert Menéndez, y cualquier otro anfitrión de esos fanáticos cubano-americanos.

Año tras año, el Departamento de Estado de EE.UU. sigue manteniendo a Cuba en su lista de países terroristas. Una burla a la lista y al país que la mantiene.

(Fragmentos del artículo publicado este 10 de marzo en el blog The Havana Note. Versión del inglés Cubadebate)