Guerra sucia electoral

En reuniones familiares, restaurantes o fiestas, especialmente en barrios de clase media o alta de las grandes ciudades mexicanas, no es difícil encontrar a personas que dicen que no votarán por Andrés Manuel López Obrador. Es el candidato de la coalición izquierdista Juntos Haremos Historia y busca por tercera vez ganar las elecciones presidenciales en México. (Fuente: BBC Mundo)
Guillermo Tell

A medida que se acercan las elecciones en julio venidero y conforme avanza en las encuestas, algunas de las cuales le ubican primero con un promedio de 43 puntos conceptuales, las descalificaciones aumentan hacia López Obrador, mediante el uso de términos despreciativos de factura elitista.

El investigador mejicano Hernán Gómez Barrera, del Instituto Mora, califica de irracional señalamientos al candidato al frente como que es inculto y habla mal, burlas de su acento sureño, el color de su piel  o de que sea alguien que no estudió “en universidades extranjeras” cuando solo lo hizo en escuelas públicas y se graduó en la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Pero a pesar de  la sucia guerra electoral de insultos y descalificaciones, hasta ahora las preferencias se mantienen hacia quien comenzó su vida política en Tabasco trabajando en comunidades indígenas, su labor con los más desfavorecidos ha sido una constante e inclusive en 2006 durante la primera contienda presidencial en la que participó uno de sus lemas fue “Primero los pobres”.

Acorde con el analista citado el fondo del problema radica en el temor entre las altas clases y media a que gobierne una persona “de procedencia social baja o relativamente humilde”.

¿Se quebrará la creencia generalizada de que gobernar el país es un tema reservado para las élites?