Guardiana obsesión

Reino Unido ya se ha gastado unos 4,5 millones de dólares en no quitarle ojo al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, que lleva ocho meses refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres. (Fuente: AFP)
Guillermo Tell

Julian Assange

En momentos en que las economías europeas van a menos y se recurre a despiadados recortes de presupuestos para gastos sociales, al Reino Unido no le duele en nada en prenda dedicar tantos recursos a una vigilancia que ya tiene ribetes obsesivos, por muy amparada que diga estar en otros argumentos harto cuestionables.

Con sobrada razón el gobierno ecuatoriano, que concedió el asilo a Assange ante el peligro de que las autoridades británicas lo extraditaran a Estados Unidos donde se mantiene vigente la pena de muerte, ha señalado que Londres se habría ahorrado todo ese dinero con una simple declaración de compromiso de que no actuaría como se teme lo hará, si el vigilado saca un pie de la embajada.

Sin la menor duda el hombre que puso al desnudo en su sitio digital siniestros entresijos conspirativos de Estados Unidos no merece la misma suerte que en su momento corrió, hace unos años, en la capital británica, el ex tirano chileno Augusto Pinochet, bajo una demanda internacional por todos los crímenes de los que fue responsable en su país, a quien las autoridades le tendieron un puente de plata para que se marchara tranquilamente.

Ya se se sentenció en la sagrada Biblia que "por sus actos los conoceréis".