Derechos velados

La prohibición del 'burka' y el 'niqab' (velos que cubren total o parcialmente el rostro de mujeres) entró ayer en vigor en Francia. La integración cívica de las inmigrantes musulmanas tiene fallos en toda Europa, pero el prohibicionismo de Sarkozy no ayuda a solucionarlos. (Fuente: El País)
Guillermo Tell

La aplicación de dicha medida, adoptada hace un tiempo, pero  con cierta prudencia engavetada,  comienza a revelarse más contraproducente que efectiva, puesto que ya se reportan los primeros arrestos con imposiciones de multas,  de mujeres, fieles a su cultura, de una comunidad musulmana demasiado incómoda por una corriente xenofóbica que gana terreno en Europa y la ha convertida en uno de sus principales blancos de hostigamientos discriminatorios.

Tal vez pudieran entenderse los criterios de llevar el rostro descubierto como normal legal establecida en las sociedades europeas, o por razones de seguridad, aunque si en efecto así sólo fuera también debería prohibirse llevar pasamontes o cascos con caretas oscuras, que suelen ser tan usuales. En fin, que sería actuar con rasero único, y en cualquier caso vale más el diálogo que la represión, atizadora de mayores tensiones.

Aunque el tema no es nuevo, muchas voces críticas señalan que la medida entraña una violación de derechos de apenas dos mil esposas de musulmanes en Francia, cuyos valores religiosos deben ser respetados, en un país dado a embriagarse con discursos sobre libertades.  Algunos contestatarios interpretan este paso de Sarkozy como un guiño procaz a seguidores electorales de la extrema derecha xenofóbica de Le Pen, y su manipulador discurso contra "la invasión del Islam".