Memoria irredenta

La sentencia que el 18 de enero de 1940, en los primeros años de la dictadura franquista, condenó a muerte a Miguel Hernández no será revisada. Así lo decidió hoy la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo español, en la que la familia del poeta había puesto sus esperanzas para que se hiciera Justicia. (Fuente: DPA)
Guillermo Tell

Miguel Hernández

El año pasado, coincidiendo con el centenario del bien llamado "poeta del pueblo", el gobierno español entregó a sus familiares una Declaración de Reparación y Reconocimiento Personal. Pero para sus dolientes más cercanos y muchos compatriotas no resultaba suficiente, e iniciaron un proceso legal que contó con la autorización del Tribunal Supremo para que mediante un recurso los jueces lo declaran inocente de las imputaciones por las que fue sentenciado a  muerte durante un proceso bajo las ruedas del franquismo, en el que no le dejaron siquiera defenderse.

La instancia del poder judicial que acaba de denegar la revisión de la causa se amparó en la Ley de la Memoria Histórica de 2007, una suerte de compromiso reparador  a medias, porque declara injustas todas las condenas por motivos politicos e ideológicos dictadas por los tribunales franquistas. Sin embargo aquel engendró de la justicia de los vencedores de entonces permanecerá sin anularse, tal vez  en un guiño complaciente a los restos nostálgicos y herederos contemporáneos de aquellas fuerzas oscuras que apoyados por el fascismo de la época destrozaron la república.

El autor de "El rayo que no cesa"  y " Canción del Esposo Soldado", que solía describirse a si mismo como "pastor un poquito poeta", y recitaba en las trincheras de la resistencia, murió de tuberculosis a los 31 años de edad en la última de las cárceles por donde pasó en 1942. Su vida misma lo reivindica con creces, aunque la justicia siga negándole lo que le corresponde.