Un submarino capaz de transportar toneladas de cocaína fue descubierto por autoridades ecuatorianas, con la colaboración de la Dependencia Estadounidense Antidrogas (DEA), en el sector El Viento, zona ecuatoriana cerca de la frontera con Colombia. El vehículo sumergible, que funcionaba mediante diésel y electricidad, fue construido en una selva remota e incautado en las inmediaciones de un río, cerca de la frontera entre Ecuador y Colombia. (Fuente: AP)
Guillermo TellLa ingeniosidad desperdiciada y despreciable de los narcotraficantes de estirpe ha llegado al extremo de fabricar un submarino como el que hallaron con asombro las autoridades de Ecuador en un punto fronterizo con Colombia. Todo con tal de eludir vigilancias para llegar con la fatídica mercancía al muy codiciado mercado estadounidense, el que desde 2008 fue señalado por entidades internacionales especializadas como el mayor consumidor de drogas en el mundo.
Hace apenas dos meses hasta a la propia secretaria de estado Hillary Clinton durante un periplo latinoamericano, no le quedó más remedio que reconocer que Estados Unidos "es parte del problema del problema del narcotráfico en América Latina". Más bien debe decirse que la fuente primigenia y desenfrenada, la que sembró los vientos que han traído las tempestades de violencia mortal que azotan a México, Colombia, y otros países de la región.