Todos son Meloni pero solo ella es xenófoba

Giorgia Meloni. Foto: Reuters.

Durante años, los Gobiernos europeos y su progresía líquida acusaban, con razón, a la primera ministra italiana, Georgia Meloni, y a su predecesor, Matteo Salvini, de xenófobos e insolidarios por no permitir el acceso a Italia a los inmigrantes que venían por el Mediterráneo.

Eso sí, mientras tanto, los Gobiernos de la UE pagaban a Túnez y Libia para que patrullaran su mar e impidieran la salida de emigrantes.

El problema surgió cuando Túnez rompió el acuerdo y permitió la salida de emigrantes hacia Lampedusa, las salidas desde la costa tunecina aumentaron un 360% con respecto a 2022, la isla italiana colapsó e Italia se dedicó a permitir la entrada de emigrantes a la península y, por supuesto, a que continuaran hacia el resto de los países de Europa. Ahí fue cuando terminó la “humanidad” y “solidaridad” de los Gobiernos que acusaban de xenófoba a Meloni.

En septiembre, Alemania y Francia cierran sus fronteras con Italia para el paso de emigrantes. O sea, lo mismo que hacia Italia a quienes venían en barco.

De modo que ahora son el Gobierno de Italia y la UE los que piden solidaridad a Alemania y Francia para que no bloqueen el paso de emigrantes procedentes de Italia. El problema ya no es solo de Italia y se convoca una cumbre europea sobre emigración.

Al final, a primeros de octubre, los 27 llegan a un acuerdo de emigración que consiste, básicamente, en restringir aún más la aceptación de solicitudes de asilo.

Se amplía el tiempo en el que las personas pueden permanecer retenidas en los centros fronterizos para emigrantes, se endurecen los requisitos de entrada y se aceleran los sistemas de expulsión. Y es que, cuando los emigrantes que entran a Italia comienzan a distribuirse por la Unión Europea, ya todos comienzan a hablar a lo Meloni y Salvini: mafias que traen a las costas de Europa a emigrantes irregulares.

Lo sucedido muestra cómo muchas veces algunos gobernantes pretenden presentar su bondad y su solidaridad mediante el mecanismo de señalar la maldad del otro. De este modo, solo con denunciar la xenofobia del otro, logran presentarse como no xenófobos; solo con señalar la injusticia del otro, aparentan ser justos.

Pero si escarbamos un poco, en la realidad encontramos que no son tan diferentes: unos alardean su discurso antiinmigración para pescar en un determinado caladero de votos y otros la ocultan para pescar en el caladero opuesto.

(Tomado de Mundo Obrero)