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Interpretando el llanto de un bebé

El llanto del bebé es como una especie de alarma que nos va marcando el ritmo de sus necesidades. Foto: Archivo.

Motivo de felicidad en el minuto de nacimiento, de preocupación y dolor en el momento de un golpe o enfermedad y también su única manera de llamar nuestra atención y expresar lo que desean… El llanto es la primera forma de comunicación de un bebé con el mundo y escucharlo es una de las emociones más indescriptibles para la madre que da a luz. Dicen que hasta somos capaces de reconocer en la distancia los sollozos de un hijo, aun cuando en el mismo instante lloren varios bebés. En el primer año de vida, serán frecuentes los dolores de cabeza para intentar interpretar los motivos de cada lágrima; y más de una vez será tema de polémica cuando alguien te diga en casa: “déjalo llorar”, "lo vas a acostumbrar a tus brazos”, “haz las cosas y si llora, que lo haga, porque se va a malcriar…”

Sobre el llanto del bebé les propongo conversar hoy en De madre y de padre, no solo un acto natural e imprescindible para el desarrollo del recién nacido, sino que— según aseguran los científicos—, está unido a la respiración, pues el conjunto de neuronas que permite la respiración rápida y activa le ofrecen al niño la fuerza para llorar.

Entender el llanto de un bebé es, sobre todo, un gran desafío, porque requiere de mucha intuición, experiencia y paciencia, pues no siempre lloran por la misma causa. Hambre, cólicos, sueño, cansancio, aburrimiento, frío, calor, necesidad de ser abrazados… muchas pueden ser las razones por las que reclamen atención en cada momento.

¿Cómo interpretarlos? ¿Debemos calmarlos siempre que lo hagan? ¿Cuál es nuestro papel como madres y padres de pequeñas criaturas cuya única manera de comunicación es a través del llanto? Preguntas de este tipo más de una vez han sido preocupación de las madres y padres cubanos y han ocupado horas de desvelo cuando intentamos entender qué le ocurre a nuestro bebé.

De seguro varios hemos escuchado el dicho “niño que no llora, no mama”, en referencia a esa capacidad que desarrollan los bebés de reclamar atención mediante el llanto siempre que sienten hambre. No hay nada más verdadero, de hecho, desde que estamos en el hospital con un bebé recién nacido, su llanto es como una especie de alarma que nos va marcando el ritmo de sus necesidades, además de que el test APGAR en el minuto del nacimiento mide la intensidad del mismo.

No obstante, no es menos cierto que para quien no tiene experiencia resulta frustrante ver a un bebé llorar . En ese sentido, hay una especie de manual que transmiten los de más experiencia a cada familia que da a luz y que no pocas madres ponen en práctica: si llora, prueba primero con el pecho, si aun así continúa revisa su pañal, y si no se queda tranquilo, intenta calmarlo en tus brazos.

Todo parece relativamente fácil, pero el problema llega cuando el niño no para de gritar, has probado todas las técnicas para calmarlo y ves que nada funciona.  Así me ocurrió a mí la tercera noche de nacido de mi hijo, cuando durante tres largas horas lloró sin consuelo. Luego de probar todas las maneras, recuerdo que sentí una desesperación tan grande que comencé a llorar junto con él, y le suplicaba a la enfermera que lo tranquilizara. “Si los padres se desesperan, el bebé lo sentirá todo y empeorará”, me dijo ella, y adoptó una actitud de serenidad: le hablaba, le cantaba una canción, o simplemente me lo acercaba al pecho.

Los primeros días son muy difíciles. El bebé se está adaptando al contacto con el mundo exterior, no sabe a veces explicarse, y a los padres no nos queda otra opción que observar y aprender a entenderlos, a medida que vamos conociendo el significado de cada llanto. Recuerdo que una amiga me decía que interpretar el llanto sería casi un tema de doctorado, y así ha sido en mi caso y de seguro en el de muchos de ustedes, porque los bebés no llegan al mundo con un manual de instrucciones.

Si eres madre primeriza, o si estás viviendo ahora los primeros tiempos, lo principal es entender que los bebés lloran siempre porque algo les produce malestar, y nuestra misión es intentar hallar la causa y brindarles consuelo. Háblenle mucho, mírenle a sus ojos y no se cansen de hacerlo, la voz de papá, mamá y sus miradas les brindarán seguridad.

Sobre la pregunta ¿Debemos o no dejarles llorar? hay tantas respuestas como madres y padres en este mundo. Antes de escribir esta entrada pregunté a varias familias de distintas generaciones y las experiencias son disímiles: desde las que opinan que si lo tomamos en brazos cada vez que llora el niño se mal acostumbrará y llegará el momento en que no nos dejará hacer nada; hasta las que confían en el instinto maternal de intentar calmarlos siempre que lloren, y no creen en los mitos de la llamada malcriadez.

Cada persona tiene su librito. Una vez una doctora me dijo que no estaba bien que acostumbrara a mi bebé a mecerlo para dormir, sino que debía enseñarlo a dormir solo y, si quería llorar, que lo hiciera. Pero otros médicos, en cambio, me han inculcado todo lo contrario.

En mi opinión, si bien está claro que el llanto es un mecanismo absolutamente normal en los bebés, necesitan de él para su supervivencia, y aunque la sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, tenemos que entender que es su manera de explicarle al mundo lo que les ocurre, y por tanto nuestra misión como madres y padres es intentar interpretarlos siempre y no dejarlos llorar en vano.

Es verdad, hay niños y niños, y llantos y llantos… ( las perretas y la malcriadez existen), y también es una realidad que las madres y padres necesitamos trabajar, lavar la ropa del bebé, hacerle la comida, y esto se hace un poco incómodo con un pequeño que reclama nuestra atención el día entero. Todos tenemos experiencias de bebés que son muy tranquilos y pueden estar en su coche, corral o cuna todo el día, mientras que otros necesitan un contacto físico más estrecho y constante. Lo ideal sería lograr que el bebé pudiera tener un poco de independencia y jugara durante algunas horas del día en solitario mientras el resto adelanta las tareas del hogar; pero a veces esto se vuelve una misión imposible y nos vemos haciendo la comida o bañándonos con el bebé sentado en el cochecito mirándonos.

Desde la ciencia, hay dos caras del asunto: si uno rastrea por Internet, encontrará hasta métodos para enseñar a dormir dejando llorar, como la técnica de la espera progresiva, que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard. Aunque esta técnica tiene no pocos críticos, muchísimos padres y expertos en crianza se oponen a dejar llorar a un bebé sin responder de forma inmediata, pues afirman que esto puede dañar la confianza del niño en sus padres y, por lo tanto, su sentido de seguridad. Los científicos han llegado a asegurar que dejar llorar al bebé puede hacer que sea menos inteligente y saludable, así como más ansioso y poco colaborador. Por el contrario, cuando el bebé se asusta y sus padres le abrazan, se siente mucho más seguro, afirman.

Esta otra teoría ha sido defendida por la estadounidense Jean Liedloff y otros especialistas, y lleva por nombre concepto continuo, al plantear que "el lugar del bebé no es la cuna, la sillita, ni el cochecito, sino el regazo humano". Es un tema complicado, que lo digan aquellas madres o padres que se han visto solos con sus hijos, y no han sabido qué inventar para poder ponerle la comida, o aquellos que se levantan de madrugada para adelantar las tareas de la casa...

Hay mucho más para hablar, discutir, coincidir o discordar: los llantos en medio de una guagua o después de una caída inolvidable, los llantos cuando llega una tía lejana, o cuando no quieren alejarse de mamá, los de la adaptación al círculo infantil…Los invito a que continuemos en los comentarios, y así me cuentan sus apreciaciones sobre este tema. Nos vemos en una próxima entrada, en la que estaremos conversando sobre la alimentación de los bebés.