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De músicos y colaboraciones

Amaury perez con Yomil y El Dany

De regreso a casa, luego de una larga travesía de veinte días en el extranjero por asuntos estrictamente familiares, me comenta una entrañable amiga y colaboradora: ¿Leíste el artículo que publicó Cubadebate sobre tu canción “ENAMORADO” con Yomil & El Dany incluida en tu nuevo CD “Y… más canciones a Peti"? una negativa recibió por respuesta. ¡Rastréalo y te sorprenderás! agregó ella: Eso hice.

La respetuosa, cálida e informada reseña sin firma me llevó a indagar por su autor. Cuál no sería mi sorpresa, al enterarme en la pesquisa, de que el periodista es un muchacho de apenas 24 años!!! Cuál no sería también mi sorpresa al leer los comentarios al pie del breve artículo!!! Debo confesar que me costó trabajo llegar al final. Luego revisé las observaciones que en la página oficial de los jóvenes reagguetoneros escribieron sus devotos fans bajo las 32K (32,000 visitas) que ha recibido hasta hoy en el canal de video y audio Youtube la canción de marras en apenas dos semanas de exposición. Por lo que leí nos acompañaron por igual: entusiastas aprobadores, ofendidos (y ofendedores) detractores, y simples curiosos. Cosa normal en estos tiempos de redes sociales y singulares protagonismos, pero, ¿Por qué tanto revuelo? me he preguntado.

Desde que existe la música las colaboraciones entre los miembros del gremio artístico más noble y solidario de todos, que los demás me perdonen el absolutismo, conviven en miles de ejemplos imposibles de enumerar aquí por razones de espacio. Los músicos y autores nos necesitamos los unos a los otros, en algunos casos desde el proceso creativo mismo, y después cuando la música se orquesta, se graba y se edita; añadido proceso creativo. Un enjambre de ingenieros de sonido con sus respectivos asistentes, fotógrafos, videoastas, directores de casas discográficas, diseñadores, productores, intérpretes y colaboradores de variada tesitura, incluyendo a críticos y expertos, participan por igual en la faena. Los músicos, a no ser los muy ortodoxos, no son (somos) seres prejuiciados, prejuiciosos, ni excluyentes. En la música, en su esencia, bajo su luz redentora, todo cabe, todo vale y todo cuenta.

Casi nunca, en mi caso jamás, las cooperaciones entre nosotros han estado signadas por la ambición de éxito, las ganancias monetarias, que en nuestro país, y por razones de todos conocidas, alcanza montos ridículos, ni la perdurabilidad histórica de las obras ¡vano intento! sino por el derecho libre y soberano que asumimos los artistas de compartirnos entre todos, y hacer transcurrir las interminables horas de grabación como una fiesta de la camaradería y la virtud.

Disfruto los discos donde convergen géneros, voces, estilos, tendencias y edades porque la experiencia adquirida por los que vamos de salida se nutre con la tempestuosa vibra de los jóvenes; con demasiada y peligrosa frecuencia olvidamos que algún día nos levantamos también dispuestos a cenarnos el mundo y sus orillas reclamando a gritos nuestro imperativo a que se nos escuchara, y aceptara, sin cortapisas ni remilgos.

No está entre mis prerrogativas decidir si “ENAMORADO”, con Yomil & El Dany, será radiada o promovida en nuestros medios, ni lo he intentado, y realmente a estas alturas, si la censura siempre mañosa ejercitara nuevamente sus tentáculos, me importa poco, pero sí defenderé hasta el final las decisiones de multiplicarme y dividirme con mis entrañables compañeros de profesión y pagaré con gusto el precio que los “atrevimientos” musicales me deparen.

¡Arriba la música! ¡Abajo los mutiladores de sueños!