Strike 3: Víctor Mesa y los bates dormidos en Rotterdam


Víctor no pasa inadvertido

Hoy quiero comentar dos noticias que van de boca en boca entre los aficionados insulares. Una es de corte triste, y proviene de Rotterdam, Holanda; la otra es Made in Cuba y huele a fiesta.

Empecemos arriba (es decir, por la segunda): resulta que, como ya se anunció oficialmente, Víctor Mesa dirigirá a Matanzas en la próxima Serie Nacional.

En lo particular, me regocija mucho que nuestra pelota haya recuperado a Víctor. Más de una vez he escrito párrafos elogiosos del que fuera –y ha sido, y será- el mejor centerfielder del béisbol revolucionario, y ahora no puedo menos que alegrarme por su vuelta.

Gente sabia como Ismael Sene no apoyarán este criterio mío. Pero lo lindo de la vida es que para gustos se hayan hecho los colores, de manera que mientras algunos deploren la entronización del número “32” de los Naranjas, otros tenemos el derecho de aplaudir esta designación inesperada.

Inesperada, digo, porque nunca supuse que le fueran a dar las riendas de Matanzas. Lo imaginaba en el puesto de mando de Villa Clara o Sancti Spíritus, inclusive con la batuta de Industriales, pero no de los Cocodrilos yumurinos.

Habituados al paisaje sotanero, los hombres de Matanzas deberán empezar a alimentar sus ambiciones, puesto que Víctor –como cualquier atleta que se precie de ser competitivo- no soporta la derrota. Mientras, Víctor tendrá que lograr maravillas para que el grupo le responda como espera, pues calidad no es precisamente lo que sobra en el conjunto.

A La Explosión le han puesto una “papa caliente” en las manos. Si Matanzas continúa a la deriva, con un tropiezo hoy y otro mañana, los detractores del polémico personaje la emprenderán contra él, amparados en la objetividad del resultado.

Sin embargo, no es menos cierto que también le han concedido la posibilidad de postularse para la eternidad como un manager diestro y ganador, personalísimo y sanguíneo. Una buena actuación con la débil novena matancera, y Víctor Mesa unificará opiniones sobre su pericia como director de equipos.

Si feliz me parece escribir de lo anterior, muy poco me estimula volver a la carga con el desempeño cubano en el torneo inter-puertos que se dirime en la lejana Holanda.

Casi nada diré. Solo que no recuerdo a una selección de mi país sufriendo lo indecible para vencer a contrincantes tan limitados de caché como Alemania y Curazao, incapaz de pegar más de dos hits ante un zurdo taipeiano que les tiró el juego completo, desesperada al punto de sacrificar al tercer bate o relevar un choque con su abridor de lujo.

Gane o pierda esta escuadra en el certamen, habrá que analizar el caso con minuciosidad de historiador. Pero ojo: más que evaluar posibles yerros de Machado o la improductividad de ciertos jugadores, lo importante será ir a la llaga del asunto.

Dicho en buen español: se impone valorar –sin pelos en la lengua ni miedos en el alma- qué hay que ajustar y revolucionar en nuestro béisbol para que se reinstale donde siempre estuvo. El entorno ha cambiado: luego, nosotros debemos evolucionar junto con él.

Hasta Heráclito, que no sabía nada de pelota, lo habría recomendado.