Los Cinco siguen encarcelados y continúa impune el terror

A 10 AÑOS DEL MENSAJE DE FIDEL A WILLIAM CLINTON

A 10 años del mensaje del líder cubano Fidel Castro al presidente norteamericano William Clinton -transmitido por intermedio del escritor colombiano Gabriel García Márquez- alertando sobre las actividades de los terroristas cubanoamericanos en territorio de EE.UU., nada se ha hecho por parte de las autoridades de ese país para contrarrestarlas.

Y no sólo eso: el gesto de buena fe del gobierno cubano de ofrecer su colaboración con las autoridades norteamericanas para combatir el terrorismo, recibió como respuesta el encarcelamiento de los verdaderos luchadores contra ese flagelo, Los Cinco jóvenes que aún siguen secuestrados por las autoridades judiciales de EE.UU.

Por otro lado, uno de los principales objetos de la denuncia, el terrorista Luis Posada Carriles, se encuentra libre en el propio territorio estadounidense, donde intentan fabricarle una "nueva imagen". Todo indica, diez años después de los hechos, que el propio Posada fue prevenido por sus contactos dentro del FBI, entre ellos el agente especial George Kiszynski, a quien el viejo colaborador de la CIA identificó como tal en su famosa confesión al New York Times.

El 18 de abril de 1998, al conocer de un inminente viaje a Estados Unidos de García Márquez y de una proyectada reunión del escritor con el presidente Clinton, Fidel decidía enviarle un mensaje al mandatario norteamericano en relación con planes de actividad terrorista contra Cuba, orientados y financiados por la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), en los cuales se usaba a mercenarios centroamericanos.

Se señalaba a Clinton cómo habían sido arrestados poco antes de la fecha tres mercenarios guatemaltecos, ocupándoseles explosivos y otros medios, y que la red creada por la FNCA en América Central estaba planeando, entre otras cosas, hacer estallar bombas en aviones de las líneas aéreas que viajan a Cuba.

El 7 de mayo de ese año, Gabriel García Márquez se encuentra en la Casa Blanca y establece el contacto para informar a la máxima autoridad de EE.UU. del mensaje de Cuba.

El 15 de junio, como resultado directo de esta comunicación al Presidente de Estados Unidos, llega a La Habana una delegación del FBI que se reunirá los 16 y 17 de junio de 1998 con expertos cubanos.

Los oficiales norteamericanos recibirán durante esos dos días una amplia información que incluye, entre otras cosas, 64 folios en los que se aportaban evidencias acerca de 31 acciones y planes terroristas contra Cuba desarrollados entre 1990 y 1998 bajo orientación de la FNCA, especialmente los dirigidos por Luis Posada Carriles desde Centroamérica; 51 folios con información sobre los fondos entregados por la FNCA a distintos grupos terroristas para realizar agresiones contra Cuba; grabaciones de 14 conversaciones telefónicas de Posada y datos para ubicar al terrorista; 60 folios con las fichas de 40 terroristas de origen cubano, la mayoría radicados en Miami; tres muestras de explosivos utilizados en la fabricación de bombas desactivadas antes de explotar; 5 casetes de video y 8 de audio con declaraciones de los terroristas centroamericanos arrestados en Cuba, todos cómplices de Posada Carriles.

El 7 de agosto de 1998, el Miami Herald publicaba en primera plana un texto titulado "Frustran atentado a Castro", firmado por su veterano analista Juan O. Tamayo, quien revelaba cómo "un exiliado cubano implicado en varios ataques terroristas estaba planeando asesinar al gobernante Fidel Castro durante su visita a República Dominicana".

Continuaba Tamayo: "Luis Posada Carriles, viejo militante anticastrista, y tres exiliados de Miami que se reunieron con él el mes pasado en el Holiday Inn de la capital de Guatemala, discutieron cómo introducir armas e infiltrados" a República Dominicana con este proposito.

"El plan de Posada fue informado a las autoridades de Estados Unidos el mes pasado, y agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) registraron un complejo de embarcaciones propiedad de Enrique Bassas", identificado por el Herald como uno de los activistas que se reunieron con Posada en Guatemala para discutir el plan de asesinato.

Bassas es un un viejo colaborador de la CIA y amigo de Posada que participó en operaciones de apoyo a la Contra nicaraguayense y a la Unita de Jonas Savimbi, en Angola, durante los años 80.

Según el Herald, los agentes del FBI se entrevistaron con Bassas el 24 de julio de 1998 cuando "registraron un complejo de embarcaciones" en el río Miami, la Bassas Cargo International.

Tamayo hace entonces una elocuente observación: "Veteranos de la policía interpretaron el registro como una señal para que Bassas cancelara cualquier conspiración. Esto es una práctica común en el sur de la Florida, que se dice es conocida como "regañar'' o "desmovilizar'' una operación.

En La Habana, los oficiales del FBI se habían comprometido a informar a la parte cubana de los resultados de su análisis de los materiales entregados en el más breve plazo. Nunca lo hicieron.

Sin embargo, Posada Carriles concluyó, sin que se le molestara, el 12 de julio, las reuniones del Holiday Inn de Guatemala con Bassas, Ramón Font y Luis Orlando Rodríguez.

Luego otorgó tranquilamente la entrevista al New York Times en la cual se jacta abundantemente hasta darse el lujo de hablar abiertamente de sus patrocinadores de la FNCA.

En esta entrevista, Posada identifica abiertamente al agente especial del FBI George Kiszynski como "un muy buen amigo" al que conocía desde hace tiempo. Consideraba que no se había investigado una denuncia del empresario Antonio Jorge Alvarez, que había señalado sus actividades en 1997, por las buenas relaciones que mantenía con el policía.

Es precisamente Kiszynski, tan involucrado con la FNCA y la CIA como su colega Pesquera, quien realizó la visita a las instalaciones de Bassas en el Río Miami, el 24 de julio, alertando a los terroristas de que se conocían sus planes.

La inofensiva visita del FBI a las instalaciones terroristas de Enrique Bassas se realiza 12 días después de que el Times publicara esa larguísima conversación con Posada donde el terrorista confiesa abiertamente, sin escrúpulo ninguno, ser el autor de la campaña de atentados contra instalaciones turísticas en Cuba, ocurrida el año anterior.

LUZ VERDE PARA ELIMINAR A LOS ANTITERRORISTAS

En esos días de julio y principios de agosto, el agente especial Héctor Pesquera, jefe del FBI de Miami y abiertamente asociado a capos de la red mafiosa, solicita a la jerarquía del FBI y del Departamento de Justicia la "luz verde" que le permitirá realizar la redada contra un grupo de cubanos infiltrados en la extensa red terrorista miamense, cuyas actividades habían sido detectadas desde agosto de 1996.

Los lazos de Pesquera con la fauna terrorista están bien documentados y él mismo confesará en varias oportunidades cómo sus trámites lo llevaron hasta la oficina de su jefe, el director del FBI James Freeh (quien lo había nombrado en su puesto) y de la Fiscal General Janet Reno, cuyos funcionarios no favorecían la operación.

Hay que recordar cómo, en 1983, en un incidente del cual se olvidó el Herald pero aparece en sus archivos, el agente especial George Kiszynski, socio de Posada, se había encontrado en medio de un escándalo cuando "olvidó" su maletín, con unos terroristas de la CORU que acababa de "interrogar". El maletín contenía un informe secreto de la policía de Miami sobre ese mismo grupo criminal. La CORU, una criatura de la CIA, actuaba bajo el mando directo de Orlando Bosch, entonces preso en Caracas con Luis Posada por la destrucción de un avión civil cubano en 1976 que costó la vida a 73 personas.

Kiszynski fue también quien comunicó al sulfuroso coronel Oliver North, colaborador de George Bush padre, un documento del FBI que, por su naturaleza, no debía llegar hasta sus manos. El informe explicaba de manera detallada cada elemento de una investigación que había realizado la Policía de Miami sobre los Contras y el tráfico de drogas en el cual participaba activamente Posada.

El 7 de febrero de 1992, Kiszynski fue también quien interrogó a Posada durante varias horas en la Embajada norteamericana de Honduras, bajo el pretexto de conocer más detalles del tráfico que manejó en la base CIA de Ilopango.

Y fue de nuevo Kiszynski quien se encargó de comparecer en el amañado juicio contra Los Cinco, el 26 de marzo del 2001, para desinformar al tribunal sobre la visita a Bassas.

En cuanto al papel de Héctor Pesquera, sobra precisar que fue su propio hijo, también policía, quien ordenó la destrucción en agosto del 2003 del expediente de Posada que el FBI de Miami conservaba en su cámara de evidencias. Con la bendición de la Fiscalía federal.

A diez años de este contacto con Washington para prevenir más tragedias, se debe considerar cuán diferente fue la conducta que caracterizó el accionar de Cuba, que al enterarse de los planes contra las naves aéreas que trasladaban turistas a la Isla, alertó a tiempo, mientras en 1976, cuando supieron del complot de Posada para destruir el avión de Barbados, a nadie alertaron.

Y cómo casi diez años después de su arresto, Los Cinco combatientes antiterroristas cubanos siguen en cinco de las más duras instalaciones carcelarias del inmenso sistema de represión imperial.