“HIJO AFORTUNADO”: EL HONOR PERDIDO DE LOS BUSH

   

ESPECIAL PARA CUBADEBATE

Descargue Hijo afortunado, de J. H. Hatfield

A escasos días de las elecciones en los Estados Unidos, los pecadillos del que alguna vez fuera el "joven e irresponsable" George W. Bush vuelven a ser noticia. A los habituales programas televisión y artículos de periódicos que por esta época suelen dedicarse a la cobertura de la contienda, se ha sumado ahora un boom de libros políticos que han venido a ampliar la extensa bibliografía (más de 2000 títulos) dedicada a analizar la vida familiar e íntima del actual mandatario estadounidense.

Entre los textos que encabezan la lista de lo que se conoce como "la guerra de los libros" se encuentra: La familia: la historia verdadera de la dinastía Bush, de la escritora Kitty Kelley, quien ha puesto el dedo en la yaga en otros de los desafortunados deslices de la etapa atea e inmoral de W.: su condición de drogadicto.

La familia… publicada por la editorial Random House con una primera tirada de 750 mil ejemplares, se ha ganado la atención de los medios no sólo por asegurar que W. Bush inhalaba coca en Camp Davis cuando su padre era presidente, sino también porque la declarante de esas acusaciones ha optado a última hora por retractarse.

La fuente de Kitty Kelley, Sharon Bush -la ex-esposa de Neil, uno de los hermanos del presidente-, quien se reunió con la autora durante casi dos horas en un restaurante de Manhattan, se niega a confirmar sus declaraciones a pesar de que la entrevista -que no fue grabada- tuvo lugar en presencia del encargado de relaciones públicas (de Sharon), Lou Colasuonno, ex editor del New York Daily News, quien ahora respalda las palabras de la biógrafa.

Los temores de Sharon Bush son, hasta cierto punto, comprensibles. No hay que descartar que haya recibido las fuertes presiones del clan Bush para que cierre la boca. No es la primera vez que el actual inquilino de la Casa Blanca es acusado de drogadicto, ni tampoco la primera ocasión en que «la familia» toma medidas para salvar su honor.

UN LIBRO DESAFORTUNADO

Algunos lectores quizás recuerden lo sucedido con el libro Hijo Afortunado de J. H. Hatfield. Luego de su lanzamiento en 1999 por la editorial St. Martin, el libro sólo estuvo tres días en circulación. Una tirada de 40 000 ejemplares fue retirada de las librerías y posteriormente quemada. Las razones que se adujeron como justificación de tal acto de fe, al más clásico estilo fascista, fue el supuesto descubrimiento realizado por un periodista de que el autor había estado cinco años presos bajo la acusación de cómplice de intento de asesinato.

Aun cuando el pasado del escritor eran una cosa y los yerros del biografiado otra, el primero y su desventurado libro fueron sacados de circulación. En realidad, entre los descubrimientos hechos por Hatfield: la vieja amistad de la familia Bush con los Ben Laden, los sucios trucos de W como empresario, su desenfrenado alcoholismo o la relación comercial que su abuelo, Prescott Bush, mantuvo con la Alemania nazi hasta 1942, al parecer ninguno resultó tan inadmisible al honor familiar de los Bush como dar a conocer que W. había sido arrestado en 1972 por consumir drogas y exonerado de ir a prisión gracias a las influencias políticas de su padre.

El tema de la adicción había estado pisándole los talones a W. durante toda su carrera política. Cuando se trataba de elegir un candidato para que representara a los republicanos en las elecciones del 2000 "el New York Daily News le preguntó a él, y a sus 11 adversarios políticos, si alguna vez habían consumido cocaína. Todos -menos el puntero de la campaña presidencial (George W.), que rehusó responder la pregunta- negaron que alguna vez hubieran experimentado con la droga ilícita".

Aunque más de una vez se encontraría con la misma pregunta, W. siempre optó por eludirla con evasivas: «Cometí errores en el pasado, y he aprendido de mis errores», dijo en una ocasión en que calificó dichos rumores de «ridículos y absurdos», aunque no de falsos.

Según W., sus enemigos políticos estaban haciendo trabajo proselitista con habladurías infundadas acerca del consumo ilícito de drogas. «Sé que los están plantando. Son ridículos, absurdos, y el pueblo estadounidense está harto de ese tipo de política».

Hasta el diario USA Today tomó cartas en el asunto: «(George W.) Bush, en esencia, ha admitido algo. Pero se niega a decir qué, creando una paradoja política. Si su falta es trivial, ¿por qué ocultarla? Los electores no han mostrado mucha inclinación a castigar a los candidatos por haber consumido drogas durante su juventud, al menos en el caso de la marihuana. Y si es algo sustancial, ¿por qué se debe negar los datos a esos electores?».

Como biógrafo, Halfied no hizo más que confirmar unos rumores publicados en Salon, una revista en Internet. De acuerdo con esa publicación, a finales de los años 60 o principios de los 70, un juez de Texas le había ordenado a W. realizar servicio comunitario a cambio de purgar su expediente de la mancha de haber consumido drogas ilegales. Dicho servicio se había realizado en el Centro de Servicios Comunitarios Martin Luther King, Jr., en Houston.

Según cuenta Hatfield en su libro, ya había terminado Hijo afortunado, cuando le empezó a dar vueltas en el cabeza la incongruencia de que W., un blanquito de clase alta -"el juerguista Bush, cuya vida no parecía más que una gran fiesta"- se hubiera dedicado a orientar a recalcitrantes jóvenes afronorteamericanos del violento tercer distrito de Houston, jugara béisbol con ellos y los llevara a prisiones en viajes de estudio.

Siguiendo su instinto de reportero Hatfield volvió a consultar a algunas de las principales fuentes que lo habían ayudado a conformar su biografía. Unas de esas "gargantas profundas" era uno de los ex compañeros de aula de W. en Yale. En el epílogo del libro, a punto de salir de imprenta, Halfield incluyó las declaraciones del también camarada de correrías de quien estaba a punto de ser el futuro presidente de los Estados Unidos.:

«George W. fue arrestado por posesión de cocaína en 1972, pero debido a las conexiones de su padre, el expediente completo fue eliminado por un juez estadual a cuya elección había contribuido Bush, padre. Fue una de esas cosas que se hacen ‘a puertas cerradas en las salas de los jueces' entre el viejo y uno de sus compinches de Texas que le debía un favor. A cambio de culminar con éxito el servicio comunitario en el Proyecto P.U.L.L., donde Bush, padre, era un fuerte contribuyente y presidente honorario, el juez purgó el expediente de George W.»

Hatfield no paso por alto las advertencias de que andaba metiéndose en con quienes no debía: «Tenga cuidado y cuídese la espalda cada paso que dé -le dijo una de sus fuentes-. Sin la intención de parecer paranoico, creo que sería un error si no le recordara que el padre de George otrora fue director de la CIA.(…) Además, W. ha recaudado la friolera de 60 millones de dólares para su campaña presidencial en apenas unos meses, y sus patrocinadores corporativos y los potentados del Partido Republicano no van a echarse y hacerse los muertos cuando usted revele la verdad acerca de su inversión».

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HALOS Y CUERNOS

Hatfield estaba convencido de para que una biografía fuera buena debía estar bien equilibrada; o sea, contener «los halos y los cuernos» del protagonista. Pero en esta ocasión -a diferencia de otras biografías que había escrito antes sobre iconos culturales de Norteamérica como Patrick Stewart y Ewan MacGregor.: los cuernos de los Bush habían acabado por enterrárseles en un costado.

Después que St Martin quemara las 40 mil copias de aquella desafortunada primera tirada, su carrera profesional parecía haber tocado fondo. Como dijo para el documental Halos y cuernos, un film independiente dedicado a contar la tenebrosa historia de Hijo afortunado: «No pasa un día en que no me arrepienta de ese libro. Ojalá nunca, nunca, hubiera recibido la maldita propuesta de escribir la biografía de George W. Bush. Ha sido una pesadilla, toda una pesadilla. No te imaginas los problemas que me ha causado ese libro».

A pesar de ello, Hatfield decidió apostar una vez más por su última obra y accedió a hacer una nueva edición en la desconocida editorial underground Soft Skull. Hicks dirigida por Sander Hicks, un joven que alternaba su trabajo de limpia pisos de edificios con el de editor.

Según ha contado el director de la editorial Sofá Skull Hicks -un cuartucho situado en un sótano donde se publicaban libros de estrellas del rock en pos de lo que su propietario denominaba la "Próxima Nueva Izquierda" o "Patriotismo Rojo"-, luego de cerrar el trato con Hatfield,.la gente comenzó a pasar por la oficina para alertarlo. «Cuídate, ellos simplemente le ajustaron cuentas a JFK Jr. ¿Ok? Se llevaron a Lady Di, ¿Ok?».

Los temores de los amigos de Hicks no eran infundados. Cuando se supo que el libro saldría nuevamente, Hatfield comenzó a recibir amenazas. Unas de sus fuentes le había dicho por teléfono: "Vamos a seguir desacreditándote cada vez que tengamos una posibilidad. Vamos a comentar acerca de que eres un ex presidiario y todo lo demás -y escribe tu ciencia ficción o lo que sea. Te liquidaremos cada vez que tengamos un chance.»

El escritor intentó defenderse:

«Bueno, ripostó, la diferencia es que esta vez voy a poner todo sobre la mesa. Voy a volver sobre ustedes. Si (George W.) Bush dice esas cosas a la prensa esta vez, entonces yo voy a decir: ‘Bueno, uno le sabe al otro, y quizás si mi papá fuera rico, yo no hubiera estado allá guataqueando algodón en Texas ni en la granja de una prisión'.»

Del otro lado de la línea se escucho bien claro:

«Realmente necesitas pensar sobre la seguridad de tu esposa y tu hija recién nacida»

Halfield se sintió horrorizado y le pidió a su abogado que impidiera la salida del libro, pero ya era demasiado tarde. El libro fue presentado y durante una conferencia de prensa el autor de Hijo afortunado reveló el nombre de algunas de sus fuentes. Entre ellos se encontraba el de Kart Rove, más conocido como "el cerebro de Bush".

 

El 18 de julio del 2001, a la edad de 43 años, Jim Halfield fue hallado muerto en un motel de Springdale. La causa de su fallecimiento se adjudicó a una sobredosis de medicamentos. De acuerdo con reportes de prensa, el escritor estaba siendo investigado en esos momentos por la policía por un supuesto crimen financiero.

De algún modo, Halfield presintió su final. En una escena del documental Halos y cuernos, dijo: «Ahora que hemos develados las fuentes… no sé qué me depara el mundo. Estoy muy molesto con Dios. Salgo a la calle a gritar, a gritar desesperado: ¡Maldito seas! (A Dios). Prefiero pensar que paso por una línea muy delgada… Quizás tenga que ver a un loquero. No sé cómo lidiar con las frustraciones… Si algo me pasa vendan todo esto (el documental). Se lo dan a la prensa: ¿Pueden hacer eso?»