La artillería pesada del Inter

La dupla de delanteros interistas mantiene al cuadro nerazzurri en el liderato del Calcio. Foto: Twitter del Inter.

Ronda todavía por los pasillos del Giuzzeppe Meazza el tufo de las epopeyas, esa arenilla de grandeza que solo respiran los hinchas en aquellos templos sagrados del fútbol. Impostada está en sus columnas la nostalgia por tiempos pretéritos. Ya no es antes, dicen siempre los sensatos analistas. Y puede que tengan razón. Solo que este deporte, de tanta virtud que atesora, sufre una carencia enorme de cordura. Bien lo saben los devotos nerazzurri de la vieja Lombardía.

El Ínter bizarro de antaño tiene pasaje de regreso. Lo han comprado nada menos que el taimado Antonio Conte, líder hasta las tráqueas, entrenador meticuloso y gestor de un proyecto tan sólido que asusta hasta a su todopoderoso rival, la Juventus de Turín, cuya racha de ¡ocho Scudettos! levantados de manera consecutiva los aúpa al sillón de favoritos con meridiana claridad.

Con este panorama entran en escena los dos irreverentes que hacen temblar fin de semana tras fin de semana los cimientos de la Vecchia Signora, acaso una de las dinastías más pétreas que recuerden en Italia: un reconocido belga con ínfulas de matador llegado en verano de Mánchester y un pibe argentino cuya misión en Milán es explotar con un escudo grande en su pecho el talento innato con que vino al mundo.

Romelu Menama Lukaku Bolingoli, 26 años, tez oscura y complexión robusta, no regatea como quisiera, juega un fútbol fuerte, directo, abre los espacios con potencia y decisión, encara la portería como la encaran los famosos nueves de raza y pareciera salido de aquellos impresionantes equipos alemanes que dominaron el mundo en la década del 70 del siglo pasado. La gente le aplaude los goles y no los adornos. Tiene sangre de matador y se comporta como tal. Los defensores sufren para detener a esa mole de 94 kilos; casi nunca pueden.

Lautaro Javier Martínez, 22 años, forjado en la mítica Academia de Racing, delgado y de acento sureño, sí es un futbolista de sutilezas. Caracolea, juega, ríe, empalma desde sitios impensados. Cuando su compañero espera en algún hueco del área, él recoge, busca y enfrenta con rapidez e ingenio. Tiene lo que necesitan los jugadores para ser grandes: talento y descaro. A estas alturas, con tanto balón por mandar a las redes, podríamos preguntarnos dónde está su techo. En el Ínter frotan sus manos ante la joya que brilla en sus rostros. Fuera del Meazza, los rivales de mayor caudal riñen por el fichaje.

Lautaro y Romelu. Lukaku y Martínez. Son tan distintos los delanteros interistas que moldean una dupla mortífera. Juntos han perforado 24 veces las redes y regalado cinco asistencias, una cifra espeluznante que les alza a lo más alto de la carrera por el Capocannoniere. A lo largo y ancho de la Bota las retaguardias han sucumbido a su avidez de goles y la conexión anuncia un cierre de temporada a todo tren.

Los tiempos cambian y el fútbol también. Ya los técnicos, hastiados de jugarretas en la pizarra, parecen haberse aburrido entre tanto falso nuevo y ataques sin referencia. Ahora todos quieren un matador. El Inter, por acaparar lo mejor que ofrece el mercado, tiene dos. Una pareja tan heterogénea que roza la perfección. El Toro argentino y el Búfalo belga son dignos herederos de Diego Milito y Samuel Eto´o. Aún es diciembre, pero de mantener semejante rendimiento, la comparación sería razonable. Con esas credenciales, ¿por qué no soñar con el Scudetto? De momento, la cima de la tabla es nerazzurri.

La Caricatura

El argentino Lionel Messi, ganador este lunes de su sexto Balón de Oro. Caricatura: Roberto Carlos Serrano Prieto.

La frase:

“No hay mejor manera de respetar al rival que meterle el máximo número de goles que puedas”. (Manolo Preciado, mítico entrenador de Sporting de Gijón y Racing de Santander, entre otros equipos, fallecido en 2012)