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Descontrol y toneladas de irresponsabilidad en "La Conchita"

El caos en los almacenes de La Conchita saltaba a la vista cuando arrancó la XII Comprobación Nacional al Control Interno. Foto: Contraloría Provincial de Pinar del Río/ Granma.

Las cifras son tan aplastantes como las toneladas que representan. Pero si a usted no le dicen mucho los números, entonces imagine una industria atestada por los camiones cargados de mango y de guayaba.

Imagine el esfuerzo para procesar hasta la última parte de las frutas; los almacenes con pulpa suficiente para llenar una piscina o para darle 1,2 litros a cada habitante de Pinar del Río; los gastos de cosecha, de fabricación de envases, de transporte, de energía, de salario. Imagine que, al final, la producción se echa a perder…

Así, a grandes rasgos, pudiera resumirse la situación detectada durante la XII Comprobación Nacional al Control Interno en La Conchita, la reconocida fábrica pinareña cuyas producciones llegaron una vez a toda Cuba y a varios países del campo socialista.

Según las evaluaciones realizadas, una situación que dejó un saldo de 2 241 352 pesos de afectación económica, por los cientos de toneladas de pulpas deterioradas que debieron venderse al porcino como alimento animal, y las que ni siquiera sirvieron para los cerdos.

El peso de la irresponsabilidad

Desde que comenzó a recorrer los almacenes de la industria, a principios de noviembre pasado, José Pablo Padrón, el auditor jefe del grupo encargado de inspeccionar La Conchita, supo que las cosas no andaban bien.

“Lo primero que notamos fue el hacinamiento de los productos y que no había mecanismos para su rotación”, recuerda José Pablo Padrón.

“O sea, que podías encontrarte en lo último del almacén un lote que se vencía, con un laterío delante que impedía llegar a él. O un parle de pulpa que todavía estaba lejos de la fecha de vencimiento, encima de otro a punto de caducar”, describe Sergio Carvajal, otro de los auditores que participaron en la comprobación.

En total, la pesquisa arrojó 1 445,9 toneladas de pulpas producidas entre el 2015 y el 2016, que se habían vencido en los almacenes, sin utilizarse.

Sergio explica que durante los picos de cosechas, este tipo de industrias procesa la materia prima que llega del campo, la cocina y la guarda para luego elaborar a partir de ellas los diferentes surtidos que se decidan. “Es lo que se conoce como producciones intermedias”, dice.

En el caso del mango, por ejemplo, primero se obtiene la pulpa, y con ella, se hacen luego las mermeladas, los jugos y las cremas destinadas al turismo, las tiendas recaudadoras de divisa, la gastronomía, los mercados Ideales y el consumo social. Esto, sin embargo, nunca llegó a suceder con una buena parte de las cosechas del 2015 y del 2016.

Causas y azares

Miguel Ángel González, jefe del departamento contable y financiero de la Unidad Empresarial de Base (ueb) La Conchita, ubicada en las afueras de la ciudad de Pinar del Río y subordinada a la Empresa de Conservas de Vegetales, argumenta que fueron varias las causas del problema.

“La cocina principal de la industria estuvo casi dos años en reparación, y las líneas de jugos y de cremas tampoco estaban funcionando (esta última continúa fuera de circulación)”.

Otro de los factores, de acuerdo con el especialista, fue la escasez de envases para las producciones terminadas. “En los últimos años solo estuvimos recibiendo alrededor de un 37 % de lo que se necesitaba. Se nos unieron tres paralizaciones, con una mayor entrada de mango y sin un respaldo de latas”, resume Miguel Ángel.

No obstante, las evaluaciones realizadas durante la xii Comprobación Nacional al Control Interno, determinaron otras causas que ayudaron a echar leña al fuego.

Entre ellas, las filtraciones en la cubierta del almacén central donde se guardan las pulpas y los concentrados, y la falta de ventilación, algo que según el diagnóstico emitido por la Dirección Provincial de Normalización, acelera el proceso de descomposición de las mercancías. Además, el incumplimiento de las normas de almacenaje, lo que dificultaba su manipulación y rotación.

Lo más preocupante, sin embargo, fue la poca gestión para darle algún destino a una cantidad enorme de pulpas, antes de que se vencieran. “Esa percepción del riesgo que debían tener las personas que dirigen, para que las mercancías no se deterioren, no existió”, considera el auditor Sergio Carvajal.

“Aparte de los problemas con los envases, los almacenes, las calderas, notamos una falta de comunicación muy grande entre la ueb pinareña y la Empresa Nacional”.

Guerra avisada… en vano

Así también lo cree Yanelis Ortúzar, vicecontralora provincial de Pinar del Río. En septiembre del 2017, la Contraloría General de la República había dado a conocer las entidades que serían verificadas en noviembre, en la XII Comprobación.

Ante la magnitud de las irregularidades detectadas, Yanelis señala que al terminar la Comprobación se recomendó la realización de una auditoría forense, a fin de profundizar en las causas y calcular con exactitud el daño económico.

En ella, se determinó por el Ministerio de Salud Pública, que de los miles de latas y tanques de pulpas vencidas, una parte todavía estaba apta para ser procesada.

Aun así, las pérdidas fueron cuantiosas. En total, hubo 645,5 toneladas en envases abombados por la descomposición, que se vendieron al porcino, pero a un precio muy inferior al que la industria había pagado por el mango y la guayaba utilizada para elaborarlas.

Otras 52,9 toneladas ni siquiera pudieron aprovecharse como alimento animal debido a su deterioro, por lo que se indicó arrojarlas en el vertedero municipal.

De una afectación económica de 1 104 433 pesos, estimada inicialmente en la Comprobación al Control Interno, la cifra subió a más de 2,2 millones, y el asunto de las pulpas vencidas se consideró un presunto hecho delictivo –por el incumplimiento del deber de preservar los bienes en entidades económicas– que en estos momentos se encuentra en tramitación en virtud de un proceso penal.

Ojos que no vieron

Mayo del 2018. A seis meses de que una primera auditoría hiciera saltar las alarmas sobre los almacenes de La Conchita, Fidel Boza, su actual director, asegura que hoy la situación es distinta.

Aparte de las pulpas vencidas de los años 2015 y 2016, teníamos 1 475 toneladas de la campaña del 2017, que corrían el mismo peligro. Entre las acciones para disminuir los inventarios, la Empresa de Conservas de Vegetales nos autorizó a vendérsela a otras entidades”, detalla el funcionario.

Por otra parte, señala que se incrementó la gestión de comercialización, y que también ha habido una respuesta positiva en cuanto a la disponibilidad de latas.

“De noviembre (el mismo mes en que se inició la XII Comprobación al Control Interno) para acá, no han vuelto a faltar los envases”, afirma Fidel Boza.

Gracias a eso, en los primeros cuatro meses del año, solo de mango, el colectivo de La Conchita logró elaborar y vender 966 toneladas de mermelada concentrada, mucho más de lo que había facturado en el 2017, el 2016 o el 2015.

“Se montaron tres turnos para trabajar 24 horas y aprovechar la materia prima, envasarla y venderla”, rememora el director de la industria.

Ello confirma que la historia pudo ser distinta, si se hubiera actuado con responsabilidad desde el principio. “Cuando se hizo la auditoría, enseguida se destrabó todo, pero después de que se echaron a perder cientos de toneladas”, cuestiona el auditor Sergio Carvajal, y advierte que las negligencias no solo estuvieron en la industria pinareña.

Entre el 2015 y mediados del 2017, no existe evidencia documental de que se realizaran acciones de control relacionadas con los inventarios por parte de la Empresa Nacional de Conservas, lo que constituye un incumplimiento de sus funciones como órgano rector”.

A las puertas de una nueva campaña de mango, que según el pronóstico de la agricultura debe ser superior a la del 2017, el nuevo director de La Conchita asegura que bajo ningún concepto se volverán a estancar las producciones en los almacenes. Por el momento, la tecnología lo acompaña, y aunque en una industria obsoleta no se sabe qué puede pasar al día siguiente, nunca se podrá concebir que, al final, después de un gasto millonario, la producción se eche a perder.

(Tomado de Granma)