Treinta y nueve festivales después, La Habana se mantiene expectante cada diciembre cuando suena ese trozo de la canción Desde la aldea, que a partir de 1990 identifica al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Para la inaugurar la edición 39, el comité organizador seleccionó La película de mi vida, del brasileño Selton Mello.
Cerca de cinco mil personas se reunieron en el teatro Karl Marx para presenciar la primera de 10 jornadas en las que el séptimo arte movilizará a la capital cubana. La Camerata Romeu abrió la noche y le secundaron las palabras del director del Festival, Iván Giroud.
Giroud resaltó la presencia de filmes puertorriqueños a pesar de la situación de desastre que enfrenta la Isla del Encanto y que el 34 por ciento de las cintas son dirigidas por mujeres, cifra considerada “una quimera para cualquier otra latitud, en una industria globalmente dominada por los hombres”.
El director explicó que uno de los principales retos que enfrenta el Festival:
“Es proponer y sostener una programación de altísima calidad. Una programación que busque, estimule y encuentre al espectador inteligente, que contribuya a formarlo y lo multiplique. Una programación que escape de la banalidad y la simplificación. Una programación que no tema al entretenimiento, siempre que no se preste a la desmovilización del intelecto”.
Luego el público aplaudió a Carlos Diegues, merecedor del Coral de Honor, quien desde Brasil envió un video para disculparse por su ausencia. Las palabras de Diegues motivaron el aplauso del público con sus elogios a la cultura cubana, sus símiles con la brasileña y la especial dedicatoria del premio a Alfredo Guevara, Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea.