René Zas: El curveador del Morrillo

Centro Hermanos Loynaz, René está al fondo, a la derecha. Foto: Cortesía del autor.

Para Pepe Chirino, un fiel amigo.

René Zas Rego nació el 20 de mayo de 1934, en Playa Real, zona de La Mulata, La Palma, Pinar del Río, y falleció el 15 de febrero de 2013, en la capital provincial. Estuvo entre los primeros vueltabajeros en las Series Nacionales; ya traía una aureola de buen pitcher.

Lo vi lanzar con frecuencia, pero personalmente lo conocí casi enfermo de muerte, cuando nos hizo el honor de participar en varias Peñas Deporte y Cultura, del “Centro Hermanos Loynaz”, de Pinar del Río. Y sentirse feliz por un rato, pues se quejaba de estar en el baúl cerrado del olvido.

En 1953 había comenzado su andar por el béisbol con los Cubanitos, aquellos equipos ideados por el acaudalado Bobby Maduro, dueño del Cienfuegos, de los Cuban Sugar Kings y entre los accionistas principales del Gran Stadium de La Habana, hoy Latinoamericano. También compró un equipo en Yucatán, México, entre otros negocios no deportivos. No obstante, los Cubanitos llegaron a desarrollarse por toda la Isla. De allí saldrían grandes estrellas.

René Zas a la derecha, junto al fotógrafo Armando Hernández y el autor. Foto: Cortesía del autor.

René entrenó con el Cubaneleco y el Teléfonos, de la Liga Nacional Amateur. Asimismo, muy joven practicó con los Cuban Sugar Kings, etapas donde coincidió con los estelares Sandalio Consuegra, Conrado Marrero, Limonar Martínez, Napoleón Reyes, Jiquí Moreno y tantos otros.

Había comenzado a lanzar de forma organizada, con el San Antonio, de Bahía Honda, a los diecisiete años de edad. Por entonces se enfrentó a otros de la talla de Pedro Ramos, un estelar de las Grandes Ligas, a quien le ganó en dos ocasiones y perdió otras. En los terrenos del colegio La Salle lanzó contra Rogelio (Borrego) Álvarez. René recordaba un tremendo batazo que le conectó el minero de Santa Lucía, quien llegó a escalar las Mayores.

A finales de los cincuenta del siglo XX, estuvo a punto de firmar como profesional para irse a jugar a los Estados Unidos. Se había enfrentado a equipos poderosos de Pinar del Río, donde llegó a lanzarle y dominar al gran Tony Oliva.

Así lo valoró Roberto (El Guajiro) Llende, una leyenda del béisbol de aquellos lares: "René lanzaba con movimientos enmarañados, les daba la espalda a los bateadores y después los trabajaba a base de curvas fundamentalmente. Así lograba dominar durante una buena parte del juego. Utilizaba tanto la curva, que algunos comentan que se viraba para las almohadillas con ese lanzamiento".

Ya veterano, integró los equipos de las primeras Zonales Regionales Occidentales, hasta que hizo el grado en cuatro campañas de las Series Nacionales, dos con Pinar del Río y dos con Vegueros. En 287,2 entradas lanzados y 80 juegos, 48 iniciados, 9 de ellos completos, obtuvo balance de 8-22 (267), con 2 lechadas, participando en otras 3. Solo le conectaron para 254, ponchó 158 bateadores, regaló 128 bases por bolas y terminó con efectividad de 3,69.

Eran los años finales de la década del sesenta, difíciles para los bisoños equipos vueltabajeros, que en su primera campaña solo alcanzaron 12 victorias. René Zas se caracterizó por un excelente control, con dominio exacto de la zona de strike y, esencialmente, por lanzar curvas endemoniadas, que algunos llegaron a comparar con las de Camilo Pascual. De ahí el apodo beisbolero.

Su compañero en los equipos pinareños, Rodolfo (Pepe) Chirino, nos ofrece una breve semblanza del querido lanzador:

"Un compañero que se llevaba bien con todos, disciplinado, jamás tuvo problemas con los managers, ni con el Gallego Salgado ni con Asdrúbal Baró. Tenía una curva que era un verdadero cuchillo, las lanzaba tanto por encima del brazo como por el lado. Él vino de Bahía Honda como refuerzo de Pinar del Río a la Serie Nacional de 1968-1969, que había resultado campeón en la provincia".

En más de una ocasión agradeció públicamente a Pedro (Natilla) Jiménez, lo aprendido en el arte de lanzar, cuando el otrora estelar lanzador estuvo como entrenador en los primeros equipos pinareños. Con él aprendió a utilizar la picardía como un arma.

René no alcanzó la gloria de los equipos Cuba ni participó en importantes eventos internacionales. No implantó récords en el terreno, pero fue un hombre fiel a su tierra, amigo de los amigos, compañero de cuarto entre estelares, a quienes respetó tanto como a los demás y, sobre todas las cosas, fue un hombre de familia, a quien el cariño filial le acompañó hasta el último aliento.

Para que surjan decenas de figuras renombradas, otros centenares abonan el camino limpio. René Zas Rego, el humilde palmero, estuvo entre ellos. Así será recordado.

Centro Hermanos Loynaz. Foto: Cortesía del autor.