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Precios del agromercado: Desde las carretillas de La Habana (+ Fotos, Videos e Infografía)

En La Habana conviven actualmente alrededor de 1777 carretilleros inscritos de forma legal, unidos a otro tanto que son ilegales. Foto: María del Carmen Ramón.

En La Habana conviven actualmente alrededor de 1777 carretilleros inscritos de forma legal, unidos a otro tanto que son ilegales. Foto: María del Carmen Ramón.

Los carretilleros o vendedores ambulantes de productos agrícolas forman parte del escenario habitual de los barrios cubanos. Cuenta la prensa de la época que incluso antes de que existiera el Capitolio ya concurría en La Habana esta forma de comercialización; pero probablemente no rebasaba el volumen apreciable de la actualidad: 1777 se mueven hoy por las calles habaneras de forma legal, según datos de la ONAT; mientras que otra cantidad indefinida no declara el trabajo que realiza.

Los carretilleros estuvieron incluidos dentro del listado de actividades aprobadas para el trabajo por cuenta propia en el año 2010, con la idea de acercar los productos a la población, evitar la necesidad de ir a un mercado, y contar con una oferta disponible más allá de los horarios de apertura de los mismos. Para ser justos, a más de uno nos ha salvado una comida un carretillero cuando salimos tarde del trabajo y los encontramos en algún lugar insospechado; pero, al mismo tiempo, más de una vez hemos puesto cara de asombro cuando productos como la malanga y el tomate alcanzan el precio de 15 pesos por apenas una libra.

Algunos lo han llamado el último eslabón de la cadena de intermediarios desde que un producto sale del campo y llega a la mesa. Un alimento hoy es producido por un campesino que lo entrega a la cooperativa a la que pertenece. Se supone que el excedente de la producción que no es llevado a los mercados que abastecen es trasladado por intermediarios hacia el mercado de venta mayorista El Trigal- donde se concentran producciones provenientes de distintas provincias para luego ser distribuidas en La Habana- y allí compran la mercancía los carretilleros y la trasladan a sus lugares habituales de venta. En este mercado mayorista pueden además comprar personas naturales, así como cooperativas y mercados de oferta y demanda.

¿Pero, qué causas están detrás de que una libra de malanga que sale del campo a 3, 10 pesos llegue a costar 15? En busca de respuestas, Cubadebate recorrió las calles de La Habana y entrevistó a varios carretilleros de diferentes municipios, intentando completar las piezas de este rompecabezas de los altos precios en el agromercado.

Los precios y sus causas: los carretilleros hablan

Luego de transitar municipios como La Habana Vieja, Centro Habana, La Lisa, Playa, Plaza de la Revolución y Arroyo Naranjo, pudimos comprobar que, aunque la mayoría de los productos suelen tener precios similares en los distintos carretilleros (plátano maduro: 1 peso o 50 centavos, 3 pesos cada plátano macho, 7 pesos la libra de pepino, 10 y 15 pesos la col, 15 pesos la libra de malanga); otros tienen peculiaridades de acuerdo con el vendedor. Así, por ejemplo, mientras algunos de los entrevistados vendían una pata de cebolla a 30 pesos, otros la comercializaban a 3 CUC o 50 pesos moneda nacional; el tomate generalmente tenía el valor de 15 pesos, aunque otros lo ofertaron a 10 la libra; mientras que en algunos municipios se estila rallar la col y venderla en pequeños paquetes por el valor 5 pesos.

El tomate y la malanga son los productos más caros en este momento en los carretilleros cubanos. Foto: María del Carmen Ramón.

El tomate y la malanga son los productos más caros en este momento en los carretilleros cubanos. Foto: María del Carmen Ramón.

¿De qué dependen tales variaciones? ¿Cómo establecen sus precios los carretilleros?

Según nos explicaron los entrevistados, la principal razón tiene que ver con la forma de adquisición de los alimentos;  esto, unido a los gastos de transportación y la merma que puedan tener, repercute en que lleguen mucho más encarecidos a la mesa de los cubanos.

Roberto Hernández, un joven carretillero de unos 30 años que encontramos en las inmediaciones de la calle Infanta, nos asegura que el producto que actualmente más resultado le da comprar en El Trigal es el plátano maduro. “Las cajas de plátano me cuestan 60 pesos, y en dependencia del tamaño lo puedo vender a 1 peso o 50 centavos cada uno. Al final, le saco 40 pesos a cada caja de plátano. La caja de guayaba allá me vale 160 pesos, en ese caso solo puedo ganarle 20 pesos”.

A unos pocos metros estaba Abelardo Jiménez, quien insiste en la necesidad de revisar a fondo los mecanismos establecidos en El Trigal. “Existen los intermediarios, que son carretilleros con camiones. Allí van los camiones que le compran la mercancía al campesino. Este la entrega a un precio módico, pero ellos nos lo venden muy por encima, quieren ganar más que el que trabajó la tierra. Por eso es que nosotros los carretilleros tenemos que venderla un poquito más caro, porque si nos venden una caja de tomate a 500 pesos, ¿a cuánto vamos a comercializarla?

A otro de los entrevistados, José Hernández, lo encontramos cercano a la calle 70 de Playa. “La malanga la estamos comprando a un precio desorbitante, 12 pesos la libra, por eso tenemos que venderla a 15. Por otra parte, casi nunca el pesaje de los sacos viene como es. Cuando sacas la tierra a veces encuentras una merma de 15 ó 20 libras. La causa de los precios tan altos no está en nosotros. Si El Trigal los bajara, podríamos vender mucho más asequible”, asegura.

La mayoría de los entrevistados refirieron como otra de las dificultades la necesidad de contar con un transporte para buscar la mercancía en El Trigal. En los alrededores de este mercado mayorista, constatamos que se concentran no pocos carros que cobran la cifra de 250 pesos por trasladar la mercancía hacia diferentes municipios de la capital. Otros se las ingenian para utilizar medios de transporte como el ómnibus articulado PC, lo cual no pocas veces genera molestias en quienes utilizan esta ruta.

“La solución es que topen los precios desde El Trigal. Cuando los camiones vengan con un precio tope y los tengan que vender así, nosotros podremos ofrecerlos más barato. El carretillero pasa por un proceso en el cual compra, y todo negocio se hace para ganar", explica Hernández.

De acuerdo con este carretillero, en estos momentos el porciento de ganancia de quienes practican su actividad es bastante bajo. Sin embargo, en relación con este tema, los entrevistados no fueron muy claros. Mientras algunos aseguraron sacar a la semana unos 400 pesos moneda nacional, otros comentaron que podían ganar unos 1800.

Aníbal Colunga, de La Lisa, fue otro de los carretilleros entrevistados. Nos cuenta que trabaja de manera ilegal como ayudante del dueño de la carretilla que tiene estacionada en la avenida 250 de 31, y que por esta función recibe la suma de 50 pesos diarios.

Aníbal Colunga trabaja como ayudante de otro carretillero. Foto: María del Carmen Ramón

Aníbal Colunga trabaja como ayudante de otro carretillero. Foto: María del Carmen Ramón

“El intermediario lo revende al doble o el triple, porque tiene que pagarle a cuatro o cinco hombres estibando, así como el alquiler del transporte”, justifica Colunga.

Viaje al centro de El Trigal

1: 00 pm. En las inmediaciones del mercado mayorista Trigal comienzan diariamente a agruparse cerca de 150 camiones llenos de los más variados productos, supuestamente excedentes de la producción entregada a los mercados. Sobre las 3: 00 pm comienza la jornada de cada día, miles de pesos de comida se comercializan en este lugar, para que luego esos intermediarios la traigan a la población. Hasta las 9: 00 pm dura la compra, intentando estimular que cuando se acerque la noche los camiones rebajen la mercancía.

Según explica en exclusiva para Cubadebate Amaury Domínguez Pérez, director provincial de la Dirección Integral de Supervisión y Control (DISC), en El Trigal muchas veces entran camiones que traen un tomate de primera a 3 pesos la libra y ahí revenden la caja a 600 pesos. “Cuando usted saca la cuenta, la media de la caja le sale a 12 pesos la libra.  Si el carretillero la compra a ese precio, se entiende que cuando llega al centro de la ciudad, tenga que comercializarla a 20 pesos y a 25, para poder sacarle ganancia”.

“La principal razón que está detrás de los altos precios de los alimentos tiene que ver con la existencia de una gran cadena de intermediarios, que tienen encarecido el sistema de los precios de los productos agrícolas”, afirma.

Pero por si fueran pocas las manos por las que pasa la comida; todo parece indicar que las ilegalidades, la corrupción y el enriquecimiento de unos pocos, están aflorando en asunto tan vital como la alimentación.

“Hay un trabajo fuerte por la dirección del gobierno y las instituciones de la agricultura de la ciudad para ir acorralando todo tipo de ilegalidades”, explica.

Domínguez asegura que en las madrugadas han detectado camiones que intentan burlar el enfrentamiento. “Hay muchos casos que vienen con todos sus papeles en regla, legales, pero muchas veces llegan de forma ilegal.  Otras vienen con una factura para El Trigal y se meten en la ciudad para venderles a los carretilleros”.

“¿Por qué lo hacen? Porque en El Trigal supuestamente tienen que vender al precio que trae su factura- entregada por la cooperativa de procedencia- mientras que si van a la ciudad pueden hacerlo al precio que estimen conveniente y así llevar la diferencia a su bolsillo”.

No obstante, también en El Trigal violan los precios de las facturas.  “El responsable trae una factura donde dice “el tomate a 3 pesos”, tiene que venderlo a ese precio, nosotros estamos exigiendo que ellos comercialicen contra la factura; pero hay días que nos sobrepasa. Hay días de entrar más de 150 camiones y el mecanismo que se genera con más de 4000 personas moviéndose ahí dentro es bien complejo para nosotros. Hoy los 6 u 8 inspectores no damos abasto. Primero tenemos que revisar la cola, camión por camión, para que entren los camiones que no tienen problemas. El que venga legal, los que no, se le aplica la medida, que es multa y decomiso. Luego, tenemos que velar porque se ajusten a la factura”.

Domínguez ejemplifica: “Una persona de una cooperativa viene con un importe total de 50 mil pesos en boniato, malanga, y tomate. Si a una libra le multa ese precio que trae topado, ese dinero no va a la cooperativa, sino al intermediario”.

En El Trigal a una libra de tomate le han llegado a sacar hasta 10 pesos. Esa persona le deposita al de la cooperativa los 50 mil pesos que costaba la mercancía y él sin buscarse problemas con nadie podría quedarse con 40 mil en el bolsillo. Ese es otro tema que estamos enfrentando y es otro de los elementos que tenemos para decomisar mercancías”.

Otro de los hechos que dan lugar a problemas tiene que ver con la figura del cuentapropista mayorista. Se trata de personas que van a una provincia determinada y compran la mercancía a un precio a los campesinos, para luego revenderlas. Muchos de estos se reúnen diariamente en El Trigal, con la mercancía mucho más elevada.

“Nosotros vamos a empezar a exigirles el destino de la mercancía. ¿Por qué tenemos que hacerlo? Porque hay campesinos que no han cumplido con el plan que tienen con las CCS y le venden a los particulares a precios más altos”.

Opina que se impone revisar el alcance de la licencia mayorista. “Lo que se interpreta por esa licencia es que yo lo estoy autorizando a usted a que vaya a Las Tunas a buscar un camión de yuca y que lo traiga para venderlo aquí. Pero no es para estar en un mercado comprando y nada más porque adquiera un camión y lo trasborde para otro gane 50 mil pesos. Sin sudar, sin ir a un surco, sin levantarme de madrugada”.

Cuando se decide decomisar una mercancía, el proceso es dirigirse con el sancionado a la empresa de mercado, hacer todo el pesaje de la mercancía, evaluarla libra a libra en presencia de esas personas, y hacer un acta de decomiso. Se le hace un anexo, sobre en qué consistió la infracción que cometió y luego esas mercancías se distribuyen en los mercados estatales a un precio topado.

Facturas ilegales, con tachaduras, sin destino final… son tema de todos los días. El Trigal es hoy un eslabón de la cadena de alimentación que enfrenta serios problemas y que llaman a la necesidad de un mayor control.

¿Oferta y demanda? Otro dilema

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Carretilleros de La Habana. Foto: Aynel Martínez.

Oferta y demanda es que todo el tomate esté bueno y que usted lo tenga a diez, yo lo tenga a 8 y él a 6, para que exista una competencia. Usted va a un mercado de oferta y demanda y los precios son los mismos. Se dirige a una carretilla, e igual”, considera Domínguez, y con su criterio coincide gran parte de la población entrevistada para esta investigación.

Los habaneros refieren entre sus principales inquietudes caminar diariamente intentando buscar opciones de precios; pero por lo general son los mismos. ¿Qué sucede cuando un producto se echa a perder? ¿Se le baja el precio?

Todos los carretilleros entrevistados dijeron ante nuestras grabadoras que cuando algún producto en específico está a punto de echarse a perder se decide bajar el precio para poder ganarle algo.  “Preferimos ganarle al menos su costo mínimo que perder el dinero invertido”, aseguran. Pero este asunto que no fue corroborado por muchos de los entrevistados de la población, quienes aseguran que muchas veces han tenido que adquirir productos en mal estado sin que existan variaciones en el precio. “Lo compras o no lo compras, a veces los plátanos están dañados y la frutabomba demasiado madura y simplemente decido no comprar”, explica Adriana Martínez, vecina del municipio Arroyo Naranjo.

¿Por qué tantos carretilleros ilegales?

Según aseguró a Cubadebate Mercedes Revé Cabrera, subdirectora provincial de la ONAT, al cierre de 31 de diciembre de 2015 se encontraban inscritos como carretilleros contribuyentes en La Habana un total de 1777.

Esta es una actividad que pertenece al régimen simplificado de tributación por ser de menor complejidad. Por ello, los contribuyentes solo deben pagar su aporte trimestral a la seguridad social,  así como una cuota consolidada mensual, cuya cuantía mínima es 70 pesos, según lo establecido en la Resolución número 20 de 2014 del Ministerio de Finanzas y Precios, la cual puede ser incrementada por los Consejos de la administración municipales del Poder Popular

Sin embargo, de acuerdo con la DISC, el 64 por ciento de los carretilleros que han sido multados por alguna infracción no tiene actualmente licencia.  En esos casos se le aplica una multa de 1500 pesos, explica Domínguez.

De acuerdo con la Resolución  No. 42/2013, del ejercicio del trabajo por cuenta propia, el carretillero o vendedor de productos agrícolas de forma ambulatoria está incluido como la actividad 17, y su alcance comporta: “transporta cargas en carretilla o similares y puede comercializar productos agrícolas en la vía pública sin establecerse en un área fija, cumpliendo las regulaciones urbanísticas, las normas de vialidad existentes y lo establecido por los Consejos de la Administración en cuanto a itinerarios y zonas de accesos para el ejercicio de esta actividad. No pueden comercializar productos importados”.

Aunque estas líneas son de conocimiento de todos los carretilleros, hoy no es menos cierto que en varios puntos de la ciudad uno suele encontrarlos estacionados en lugares fijos donde han establecido su clientela. Pensemos en calles como 31, en la calle Hospital de Centro Habana... donde muchas veces sabemos al lugar exacto al que tenemos que dirigirnos para encontrarlos. Por supuesto que no es esta la generalidad, muchos de ellos se rigen por lo establecido; pero lo cierto es que, de acuerdo con la DISC, esta es una de las causas más frecuentes de infracción cometidas por los carretilleros.

En Infanta y Jovellar, un vendedor de productos agrícolas, bajo la licencia de carretillero, comercializa alimentos sin carretilla alguna. Foto: DISC.

En Infanta y Jovellar, un vendedor de productos agrícolas, bajo la licencia de carretillero, comercializa alimentos sin carretilla alguna. Foto: DISC.

El estacionamiento en determinados lugares, así como la comercialización de productos fuera del alcance de la ley son las más frecuentes. Ya hoy es común que los carretilleros, sobre todo del centro de la ciudad, comercialicen galletas dulces, confituras y en algunos momentos útiles del hogar”, detalla.

“En estos casos se le aplica una multa de 700 pesos a aquellos que tienen licencia, y de 1500 a quienes no”.

A partir del 1ro de diciembre de 2015, explica Domínguez que la DISC inició una ofensiva contra los principales problemas que afectan el precio con que llegan los productos al plato. Entre ellos, han sido retiradas un total de 157 licencias a carretilleros, debido a la reincidencia de las indisciplinas.

“Era demasiada la indisciplina, no era tanto el precio de los alimentos, como el irrespeto a la ley y la permanencia constante en parques, arriba de las aceras, en la vía”.

“Comprobamos que el 64 por ciento son ilegales. Muchos no son de aquí de la ciudad, sino de otras provincias, y están asentados en lugares específicos. En otros casos el titular de la carretilla tiene licencia, pero cuenta otra persona contratada de forma ilegal”.

Distribución de carretilleros en La Habana. Fuente: ONAT.

Distribución de carretilleros en La Habana. Fuente: ONAT. Infografía: María del Carmen Ramón

Ante el gran volumen de carretilleros distribuidos por la ciudad, determinados municipios han acordado no entregar más licencias de esta actividad, debido a saturación en la zona. “Es una licencia que hemos tenido que cerrar sobre todo en municipios del centro de la ciudad”, aclara Domínguez.

“No es que estemos diseñados para poner las multas; en varios casos hemos hecho advertencias, y comprendemos cuando alguno tiene un problema de salud; pero se trata de indisciplinas reiterativas”.

Según explica, se les está proponiendo a aquellos a quienes le fue retirada la licencia la oportunidad de trabajar en nuevos mercados estatales que están en proceso de apertura.  “Había 52 mercados estatales, ahora hay un poquito más: 74. Estos son mercados topados, donde una libra de tomate vale 5 pesos. Se debe llegar al final a la cifra de 105, uno por Consejo Popular, lo cual irá ocurriendo en función de la producción que venga de Artemisa y Mayabeque  porque no hacemos nada con abrirlos y que no tengan productos”.

Entre otros problemas identificados, se encuentra la licitud de las mercancías.

“Muchos de aquellos que fueron multados o a quienes fue retirada la licencia estaban obteniendo los productos de una forma incorrecta. Ellos tienen que ir a El Trigal; sin embargo, algunos le han comprado a camiones ilegales que entran a la ciudad en distintos horarios para abastecer CNA, mercados de oferta demanda.  Hemos detectados que vienen con un destino para esos lugares y los cogemos entonces en otros vendiéndoles a los carretilleros ilegales”.

En diálogo con los carretilleros, Cubadebate constató el malestar de muchos con los altos precios de las multas; así como su inconformidad con el hecho de tener que estar en movimiento. Muchos refieren no poder caminar durante largas horas con carretillas pesadas.

No es menos cierto que se trata muchas veces de artefactos grandes, que fueron construidos como kioscos, en lugar de la finalidad para la cual obtuvieron la licencia. En ocasiones, ruedas sustraídas de contenedores de basura son las que permiten deslizar la carretilla.

¿Se lograrán bajar los precios?

Esta parece ser la pregunta más importante para los ciudadanos. Desde que Cubadebate publicó el primero de esta serie de trabajos, han sido más de 400 los comentarios enviados por ustedes, con inteligentes miradas al asunto.

Incrementar la producción es parte imprescindible de una solución, unido al freno de las cadenas de intermediarios e ilegalidades en cada paso.

De acuerdo con muchos de los entrevistados, hoy se impone la necesidad de topar los precios de los productos. “Ojalá y en algún momento se pueda topar hasta llegar al último eslabón de la cadena. Hay que hacer una ficha de costo que diga cuánto cuesta producir una libra de tomate. Decirle a El Trigal, el precio tuyo es hasta aquí, los carretilleros hasta aquí, y de ahí para arriba más nadie podrá aumentarlo. Cuando se topen los precios, le puedo asegurar que la comida se va a notar; pero mientras esté a libre demanda, no llegará el alimento a la mesa”, considera Domínguez.

Aumentar los controles desde que el alimento sale del campo, y respetar cada vez más el dinero del pueblo son imprescindibles hoy, para evitar escenarios como los que muestra la infografía con la que cerramos esta serie de trabajos. Como siempre, el punto final queda del lado de sus comentarios.

Infografía que muestra diferencias de precios de los productos agrícolas en el Mercado El Trigal y en los carretilleros. Fuente: DISC.

Infografía que muestra diferencias de precios de los productos agrícolas en el Mercado El Trigal y en los carretilleros. Fuente: DISC. Infografía: María del Carmen Ramón.

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Foto de portada: Juvenal Balán