Hollande tiene el récord de impopularidad de un mandatario en medio siglo

El presidente francés, François Hollande, tiene hoy el récord de impopularidad de un mandatario en medio siglo, un problema vinculado a sus promesas incumplidas, pero también a errores del gobierno y episodios personales que cuestionaron su autoridad.

Según un sondeo publicado aquí esta semana por la firma TNS Sofres, el índice de apoyo a la gestión del mandatario es de apenas 13 por ciento, cifra inédita para un gobernante de la V República, iniciada en 1958.

"Es un récord absoluto, jamás visto", dijo Edouard Lecerf, director de la entidad encuestadora, quien se pregunta si con ese nivel de desconfianza, la palabra del presidente es todavía escuchada.

Los analistas atribuyen los bajos indicadores a varios factores, entre ellos, la situación económica del país que no despega y en los dos primeros trimestres del año tuvo un crecimiento nulo.

A ello se suma el incremento galopante del desempleo, que ya alcanza a tres millones 420 mil personas en edad laboral, a pesar del compromiso de campaña de Hollande de revertir la curva ascendente del paro.

En los dos primeros años de mandato, la política seguida por el gobierno no solamente no produce resultados, sino que es contraria a la prometida durante la campaña, lo cual ha provocado una decepción creciente de su propio electorado, opinó Thomas Wieder, jefe del servicio político del diario Le Monde.

Otro factor que influyó en la desaprobación de la gestión del jefe del Palacio del Elíseo fue la reciente crisis en el gobierno provocada por las críticas del hasta hace poco ministro de Economía Arnaud Montebourg a la línea de austeridad seguida por el ejecutivo.

Según Montebourg la reducción a marcha forzada del déficit, como lo exige la Unión Europea, "es una aberración económica porque agrava el desempleo, un absurdo financiero pues impide equilibrar las cuentas públicas y una política siniestra que lanza a los europeos a los brazos de los partidos extremistas".

De hecho, un sondeo publicado la víspera asegura que la líder del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, arribaría a la cabeza en el primer turno de las elecciones presidenciales de 2017.

Las declaraciones de Montebourg llevaron al primer ministro Manuel Valls a presentar la renuncia de su gabinete ante Hollande, quien a su vez le encargó conformar un nuevo consejo de ministros el 26 de agosto pasado.

Apenas nueve días después de la instalación del gabinete, el secretario de Estado francés encargado del Comercio Exterior y la promoción del Turismo, Thomas Thévenoud, debió dimitir por problemas relacionados con la declaración de impuestos.

A la sucesión de hechos negativos se suma la publicación aquí esta semana de un libro de la ex primera dama Valerie Trierweiler que agotó sus existencias en todos los puntos de venta y donde la también periodista de París Match golpea fuertemente la imagen de Hollande.

Esto provocó que en una conferencia de prensa al margen de la cumbre de la OTAN en Gales, Hollande debiera salir al paso a las críticas de Trierweiler.

"No aceptaré jamás que se pueda cuestionar el compromiso de toda mi vida, de todo lo que ha fundado mi vida política, mis compromisos, mis responsabilidades, los cargos que he ejercido", dijo

El jefe de Estado debió defenderse también de quienes ponen en duda su capacidad para mantenerse en el cargo ante el elevado nivel de impopularidad.

"Ningún sondeo interrumpirá el mandato que me ha dado el pueblo. Yo trabajaré hasta el final", dijo Hollande, y añadió que su deber no es ceder a la presión, sino "solucionar las grandes cuestiones del país".

(Con información de Prensa Latina)