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¿Quién asesinó al científico persa Mustafa Ahmadi-Roshan?

Mastafa Ahmadi Roshan

Mastafa Ahmadi Roshan

Por Arthur González
Del blog El Heraldo cubano

El pasado 11 de enero del 2012 fue asesinado en Teherán, capital de Irán, Mustafa Ahmadi-Roshan, científico que trabajaba en el programa nuclear de su país, graduado en química hace dos  años en la Sharif University. Su muerte se produjo al explotar una bomba magnética colocada en un auto.

El vice gobernador de la provincia de  Teherán, Safar Ali Baratloo, acusó a Israel del asesinato y aseguró que el artefacto explosivo es similar  al empleado para matar a personas de interés de los sionistas

Por supuesto, Israel negó toda participación en el asunto, al igual que lo hizo rápidamente EEUU, su principal patrocinador, pero la historia dice lo contrario.

En 1978 el Servicio de Inteligencia Israelí conocido como Mossad, inició la  Operación Esfinge, cuyo objetivo era destruir el reactor nuclear que se construía en Iraq con ayuda de Francia.

Para lograr sus propósitos el Mossad se dio a la tarea de reclutar a uno de los científicos iraquíes que estudiaba en Paris, el cual entregó información de alto valor para los israelíes, permitiéndoles  primero explotar en un almacén de la Ciudad Luz, parte del equipamiento que estaba listo para ser trasladado a Bagdad y más tarde bombardear la planta nuclear en Irak.

Con la información aportada por el iraquí reclutado, también conocieron de la participación del físico egipcio Yahia El Meshad, uno de los pocos científicos árabes dotados de sufi¬ciente autoridad en el ámbito nuclear en esa fecha, nacido en Banham, Egipto, el 11 de enero de 1932.

El Mossad se interesó en El Meshad e intentó reclutarlo de forma directa, a lo cual se negó tajantemente, y sin saberlo con su negativa a colaborar con la inteligencia de Israel firmó su sentencia de muerte.

El 13 de junio de 1980, El Meshad fue abordado por una prostituta en el ascensor de su hotel parisino. La prostituta apodada «Marie Express» y cuyo nombre real era Marie-Claude Magal se encontró con el egipcio a las siete y media de la tarde. Después de haber satisfecho el deseo sexual de El Meshad, salió del hotel, dejando al hombre extenuado. Esa madrugada mientras dormía, dos hombres del Mossad se introdujeron sigilosamente en su suite, provistos de una llave maestra, y le cortaron el cuello.

El Mossad asegura que ejecuta a aquellos que se han manchado las manos de sangre. Por tanto,  si el científico egipcio llevaba hasta el fin su proyecto de apoyar a Iraq a poner en marcha la planta termonuclear, supuestamente derramaría la sangre de muchos hijos de Israel. En consecuencia, debía morir de inmediato y su asesinato entraba en la categoría de una emergencia operativa.

Victor Ostrovsky, ex oficial del Mossad lo pone al descubierto en su libro "Por el Camino de la Decepción", de la Editorial Planeta, Barcelona 1991 y asevera además que la resolución de ejecutar a El Meshad procedió de un sistema interno ultra secreto, resultante de una formal  de  lista de ejecuciones y que requirió la aprobación personal del primer ministro de Israel.

Por tanto, el que Israel ahora vuelva a la carga 32 años después no es algo nuevo. Evidencias de que Israel y los EE.UU. no desean que Irán avance en su programa nuclear hay de sobras, por eso sus amenazas de bombardear la central persa. Eso tampoco sería novedoso pues finalmente los israelitas lo hicieron el 7 de junio de 1981 contra Iraq.

Cómo lo hicieron: A las cuatro de la tarde del 7 de junio dos docenas de F-15 y F-16 de fabricación norteamericana em-prendía el vuelo desde Beersheba, sobrevolando mil cincuenta kilómetros de países enemigos hasta Tuwaitha, en las afueras de Bagdad, con el propósito de volar la planta nuclear Iraquí Tamuz 17 (u Osirak)  y destruirla totalmente.

La escuadrilla iba acompañada por lo que parecía un avión comercial de carga de la Air Lingus (los irlandeses alquilan sus aviones a países árabes), lo cierto es que se trataba de un Boeing 707 israelí de reabastecimiento.

Los cazas mantenían una formación cerrada por encima del Boeing, dando la impresión de que se trataba de un solo aparato, un avión civil que cubría una ruta comercial. Volaban en silencio, pero sí recibían comunicación desde un aparato de apoyo de la Electronic Warfare and Communications, que servía asimismo para captar otras señales comprendidas las de radares iraquí.

A mitad del camino, cuando atravesaban territorio iraquí, el Boeing reabasteció a los cazas. Una vez concluida su función, el Boeing se separó de la formación acompañado de dos cazas para protegerlo, a cortando camino por territorio de Siria y  finalmente aterrizó en Chipre, como si fuera una ruta comercial regular. Los dos cazas  escoltaron al Boeing solo hasta que abandonó territorio enemigo, regresando seguidamente a su base de Beersheba, Israel.

Los restantes cazas prosiguieron su camino armados con misiles Sidewinder, bombas blindadas y bombas de novecientos kilos dirigidas por láser de las que envían un rayo directamente al objetivo. Gracias a la información obtenida del científico iraquí reclutado en París, los israelíes sabían exactamente dónde debían infligir el mayor daño.

La planta iraquí quedó destruida. La gran cúpula que cubría el edificio del reactor fue derribada hasta sus cimientos y los muros sólidamente reforzados volaron por los aires. Otros dos edificios importantes, vitales para las instalaciones, quedaron severamente dañados.

En una cinta de vídeo grabada por los pilotos israelíes, exhibida posteriormente ante un comité parlamentario, se registraba la explosión del núcleo del reactor desplomándose en el pozo de refrigeración.

Entonces, cómo negar las actuales acciones contra Irán. ¿No tendrán memoria los israelitas o es que no respetan el coeficiente de inteligencia del resto del mundo? Es hora de rendir cuentas ante la comunidad internacional por tantos abusos y hechos terroristas, por menos que eso ya sus patrocinadores hubiesen bombardeado e invadido a otros países. La ONU debe tener en cuenta estos antecedentes para ponerle fin a tantos atropellos.

Se requiere de mucha paciencia para tanta desvergüenza, pero los pueblos se cansan.