Cuando el sol comienza a caer la luz juega con una ciudad mística. La Habana muestra un color distinto que se puede apreciar en cada rincón. La melancolía de su tonalidad recorre las calles y enciende una urbe que enamora, desgarra y sueña.
Cuando el sol comienza a caer la luz juega con una ciudad mística. La Habana muestra un color distinto que se puede apreciar en cada rincón. La melancolía de su tonalidad recorre las calles y enciende una urbe que enamora, desgarra y sueña.