Por nuestra Mayúscula América: Uyuni

Foto: Kaloian.

Desde Villazón partimos en tren rumbo al el sudoeste de Bolivia, en busca del salar de Uyuni, el mayor desierto de sal continuo del mundo. El tren pasó con 3 horas de retraso. El viaje duró 12 largas horas entre la noche y la madrugada. Nuestro vagón, la clase más económica, era el más abarrotado de pasajeros. Me recordó el tren Holguín-La Habana, que solía tomar en mis vacaciones hace unos años.

Al amanecer llegamos al municipio de Uyuni, donde nos enteramos que no solo la región posee como atractivo el famoso salar sino también un cementerio de trenes. Y es que en el siglo XIX, con el apogeo de la minería, por Uyuni pasaba la primera línea de ferrocarril tendida en Bolivia, por donde transitaban los cargamentos de plata que salían de las minas de Huanchaca.

A unos kilómetros de allí está el árido pueblo de Colchani, puerta de entrada del imponente salar.  El gigantesco manto blanco, a más de 3000 msnm, tiene una superficie de casi 12 mil km² y una profundidad de 120 metros. Según Henry, el guía que nos llevó por el salar, más de 60 mil personas visitan cada año este lugar.

Cementerio de trenes. Foto: Kaloian.

Cementerio de trenes. Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Colchani. Foto: Kaloian.

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El salar tiene una superficie de casi 12 mil km². Foto: Kaloian.

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Más de 60 mil personas visitan cada año este lugar. Foto: Kaloian.

Ladrillos del primer hotel construido enteramente de sal, hoy museo. Foto: Kaloian.

El gigantesco manto blanco. Foto: Kaloian.

En los límites del salar se levanta un pueblo donde está el volcán Thunupa, las llamas encuentran pasto suficiente en medio del desierto de sal. Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.