Hombre de mar

Juan Acosta Figueredo, uno de los pescadores de La Coloma. Fotos: Rosmery Pineda

"Dejar el mar nunca lo he pensado y menos teniéndolo tan cerca». Me corta la idea y creo que con necesidad lo ha hecho. Hay una conexión más fuerte en esta charla, es con el mar, no tengo dudas

Polvo, mucho polvo. Caminos donde el sol ‘raja las piedras’. Una mujer a punto de dar a luz. Colchones mojados en las aceras y nuestra Guerrilla ganándose abrazos de la gente buena de este pueblo.

Hansel, otro de los muchachos que me acompaña desde hace cinco días en estas tiendas de campaña, recorre una vez más las casas de algunos damnificados para guiarme hacia la de Juancito, el pescador. Sí, vinimos a verlo a él porque no se puede hablar de La Coloma sin antes haber hablado de sus pescadores, barcos y langostas.

Si bien no lo sabe todo sobre este pueblo costero, desde hace 44 años se dedica laboralmente a la pesca.

Llegó a la zona para ‘embarcarse’ a causa de un vaso de agua, pues en tono de broma, según recuerda este nativo artemiseño, pidió de beber y se quedó para siempre atrapado entre mar y amores.

Juan Acosta Figueredo está descalzo sentado junto a nosotros. Vino de buscar las fibras para ponerle el techo a su casa y en la mirada se le nota cansado, incluso, un poco perdido. Mientras hablamos del huracán, dice:

"Faltó movilización. Aquí el agua dio al pecho"

A pesar de que él y su familia permanecieron evacuados, lo remueve ver tanta vida reducida a migajas. Y entre lo roto y húmedo que le quedó, pido ver aquellos pedazos de papel que guarda con tanto cariño. Sé de sus reconocimientos por lo muchachos de la Guerrilla, pues él también se los mostró a algunos ellos.

Durante 12 años fue Vanguardia nacional en la pesca, un mérito que hoy lo devuelve en la mente a su etapa como buzo. Solo en la mente, porque el buceo trajo consigo una descalcificación en sus huesos debido al tiempo que pasaba sumergido en el mar.

Sin embargo, no conoce otra forma para vivir aquí que no sea de la pesca. Por ello cuando no pudo bucear se mantuvo como estibador en el Combinado pesquero, ayudó a levantar el astillero y enseñó a su hijo a defenderse en las profundidades de estas costas bravas.

"Dejar el mar nunca lo he pensado y menos teniéndolo tan cerca"

Me corta la idea y creo que con necesidad lo ha hecho. Hay una conexión más fuerte en esta charla, es con el mar, no tengo dudas.

Para suerte de Juan, el ciclón solo le provocó daños a la cubierta y el mástil de su barco. A otros compañeros, la fuerte penetración de las aguas por aquellos días, los encalló en el mangle, los hundió.

Sigue con los diplomas en sus manos, unos ganados a puro esfuerzo y hace pausa para que lea esta frase del Che impresa en uno de ellos:

"En la tierra hacen falta personas que trabajen más y critiquen menos, que construyan más y destruyan menos, que prometan menos y resuelvan más, que esperen recibir menos y den más, que digan mejor ahora que mañana"

No puso un punto final a la conversación sino tres suspensivos y evité preguntar: ¿Por qué lleva al Che tatuado en su brazo?

(Tomado de Alma Mater)