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La teoría del PCR

Eneida Castellanos en la cabina de seguridad del laboratorio avileño de Microbiología. Fotos: Katia Siberia.

De la toma de muestras al resultado del PCR no parece haber un largo trecho. Sin embargo, en ese camino de ida y vuelta las pruebas de diagnóstico están poniendo a prueba, también, la capacidad organizativa. Y algunos resultados no son positivos… todavía.

De hecho, durante los días de agosto en que la provincia reportó valores cercanos a 1 000 o los sobrepasó, también se rondó o sobrepasó las 3 000 muestras analizadas. “El que no busca no encuentra”, parecen decir.

Margarita y Anais, otra vez el control antes de analizar las muestras en el laboratorio. Una a una. Foto: katia Siberia.

Procesando otras muestras

Otras historias, otras declaraciones, otras cifras… podrían ilustrarnos la 'variabilidad ' de una pandemia que parece mutar, también, en su enfrentamiento. A veces, de un día a otro. Y es ahí cuando lo polémico alcanza mayores ribetes y se cuestionan manejos con la misma osadía que le discutimos al árbitro la bola y los strikes.

Solo que hasta ahora la cepa Delta sigue manteniendo una velocidad en su propagación que nos supera en respuesta y esa es una prueba irrefutable de que todavía queda trabajo. Mucho.

Sin embargo, si ahora mismo le preguntáramos a un paciente en qué hubiese cambiado su 'protocolo' de saber o no el resultado de su PCR, probablemente nos diría que en nada.

Primero, porque el autocuidado, el distanciamiento, el doble nasobuco, la desinfección… no se instauraron para negativos y positivos, sino para todos. Segundo, porque el tratamiento para la COVID-19 responde a síntomas y a la clínica del paciente, y ningún médico espera ese resultado para actuar. Nadie ha dejado de ser ingresado o medicado por no tener un PCR certificado”. Y en varios lugares se refiere, incluso, que el alta médica transcurre sin uno.

Hace algunos días en el hospital pediátrico, que funciona en el Hotel Ciego de Ávila, el protocolo permitía que, con un test rápido negativo y una clínica favorable, los niños pudieran ser dados de alta. El vicedirector, Abel Denis Ruiz, lo justificaba con un argumento irrebatible. “Se siguen observando en su área de Salud y los padres deben mantener las medidas, y eso nos permite disponer de las camas para otros niños que en ese momento las necesitan más.

¿Entonces? El PCR sigue siendo, en esencia, un método diagnóstico que engrosa estadísticas y que, al menos aquí y ahora, no define protocolos de vida o muerte en medio de una transmisión comunitaria.

¿Cuál sería el peligro de restarle importancia y reducirlo a dato? Que sobre ese número se calculan todos los demás y se refleja el curso de una pandemia que pudiera aparentar mejoría donde no existe, relajación, menor percepción de riesgo, subregistro: un país en los partes y en los informes, y otro en las calles y los hospitales.

Por eso el subdirector Artiles Pardo cree que con el nuevo cambio (realizar los PCR en los centros de atención) se garantiza que se ingresen las personas que acuden con síntomas a los policlínicos y consultorios, y sea ese, a mediano plazo, un camino efectivo. “Aislándolos es la única manera de cortar la transmisión”, refiere, mientras admite que deberán transcurrir unos días para que se vea el impacto, pues se analizan menos muestras, debido a que la mayoría iba al policlínico o a los lugares habilitados a hacerse el PCR, regresaban al barrio y continuaban con la movilidad… y la propagación. Algunos, ahora, no quieren ingresarse”.

Una semana después de estas declaraciones, las palabras del vice primer ministro, Jorge Luis Tapia Fonseca, en Ciro Redondo, serían tajantes al respecto.

“Ya no son tiempos de dar tantas explicaciones con lo que hemos vivido. Que firme su total irresponsabilidad ante su familia, ante su pueblo y ante su país; pero que lo sepa Pina entero, que, con nombre y apellidos, alguien no se quiere ingresar. Hay que entender que es ilógico que los médicos y los factores de la comunidad tengan que desgastarse en la búsqueda de casos positivos por las calles y, encima, casi obligarlos al ingreso”.

La negativa no ha sido exclusiva de los pineros, a juzgar por las cifras de muestras analizadas. No obstante, si bien las cantidades han variado, la rutina en el laboratorio avileño, no.

Puertas adentro la vida seguía más o menos igual. Víctor Manuel y su equipo del Laboratorio Provincial de Microbiología analizaban 'poquísimas muestras'. Así se traducía el hecho de que si un paciente no se ingresa no tendrá, en teoría, un PCR que vaya al Laboratorio y, por tanto, no habría contacto de ese posible confirmado que acuda luego al policlínico para el otro PCR, que tampoco irá al laboratorio…

“Hoy estamos muy flojos”, remataba el directivo el 25 de agosto, y los resultados del 26 le darían la razón de alguna manera: Ciego de Ávila reportó ese día 160 confirmados. Un descenso demasiado 'sospechoso', por brusco.

La vorágine, explicada por Víctor Manuel, se mantenía. Y eso, en esencia, era admitir las muestras que llegaban. “Se trae digital la base de datos y la persona en Admisión, dentro del laboratorio, se encarga de verificar con su contraparte que cada dato se corresponda con cada muestra. Desde que lo hacemos de esta manera hay correspondencia”, asegura el director, quien reconoce que antes, desde los centros de atención a pacientes COVID, por ejemplo, les enviaban bases de datos por correo y, a veces, ni llegaban, “era un problema la recepción. Por eso lo establecimos así, aunque se hace un poco lenta la entrega”.

Después, se vuelven a verificar antes de montarse en el sistema Wantai, que es el equipo que permite acelerar el tiempo y abaratar recursos, ya que solo las que resulten positivas a esa primera prueba son las que se envían a Morón para confirmarse en el Laboratorio de Biología Molecular. Las negativas, por la alta confiabilidad del equipo, no se verifican (solo un dos por ciento para evaluar eficacia).

“Damos un confirmado preliminar, no definitivo, y lo hacemos con ese equipo, que es el mismo que se emplea para examinar las muestras de los turistas que arriban al cayo, para descartar los posibles positivos del resto y ganar tiempo al discriminar. No paramos, se trabaja 24 horas”, explica.

Antes, subraya, se aplicaban los test rápidos, solo que al no disponer de ese medio de diagnóstico pasan por allí, directo, las muestras de los turistas y del área Sur de la provincia (Baraguá, Venezuela, Majagua y Ciego de Ávila).

Luego, en la mañana y al cierre de la tarde, se envían los resultados positivos del Wantai, con su base de datos, a Morón y desde allí, ratifica el Subdirector de Higiene, se emite un parte diario a las 6:00 antemeridiano donde se informan los resultados del día anterior. “Del propio laboratorio se envía a los correos de las áreas de Salud y centros de atención a pacientes COVID. No hay razón para que el proceso falle”, recalca Eduardo Artiles.

Y en teoría está claro. Solo nos quedaría verificar la práctica, husmear la ruta del PCR, desde la toma de muestras hasta Morón y desde allí a quien espera, preguntándose, de paso, por el uso de Andariego, la herramienta web creada para facilitar prontitud y garantías en los resultados.

Porque, al borde de las más de 600 muertes y los más de 43 000 confirmados desde el comienzo de la pandemia, subestimar el tiempo de reacción o las cifras reales podría costarnos mucho más de lo que ya lo ha hecho.

(Tomado de Invasor)