El misterio de “Había una vez”

Resulta hoy una obviedad afirmar que Había una vez es de aquellos libros que por la magia de su aceptación quedan por siempre en el gusto de generaciones y generaciones de lectores, quienes regresan al volumen con renovada ilusión y actúan como promotores involuntarios.

En general las obras de su adaptador más mencionado, el pedagogo español radicado en Cuba Herminio Almendros (1898-1974) han pasado de mano en mano y suelen asociarse a recuerdos felices de la niñez. Quien es padre las dio a sus hermanos, hijos y aun las recomienda efusivo a cualquier niño. En las bibliotecas resulta difícil encontrar un libro de Almendros pues los lectores no les dan tregua ni descanso.

La primera edición

Inicialmente concebido como un texto escolar y publicado en 1946 por la editorial habanera Cultural S.A., el volumen ha sido impreso en numerosas ocasiones y desde su aparición se convirtió en libro de cabecera para la familia cubana, amén de que su autor figure entre los más buscados y mencionados por el público. En aquella edición apareció con el subtítulo de Cuentos y poemas para el hogar y la escuela, lo que iba definiendo uno de sus destinatarios mayores: el ámbito escolar y docente. En la reimpresión de la primera edición, sus editores decían algo que parece altamente significativo, en tanto demuestra el valor que casi desde su publicación se le diera:

“Este es un libro de lectura para niños pequeños.

“Y si es de interesante y buena lectura, es un libro escolar. ¿Por qué no?

“Un libro de cuentos es siempre sobremanera interesante para el niño.

El cuento infantil ocupa en muchos programas de las escuelas primarias un destacado lugar entre las actividades sugeridas para el ejercicio de la lectura y el lenguaje en general. En los primeros grados, y desde el preprimario , aparece señalado este quehacer escolar con marcada y reveladora insistencia: contar y oír cuentos, leer cuentos, ilustrar y reproducir escenas de cuentos, organizar en el aula la hora del cuento... (...)

El buen éxito del libro, la amplia aceptación con que ha sido acogido en diversos países de América, ha aconsejado presentarlo en una nueva edición en que no se ha escatimado el cuidado, y en la que renace adornado con las galas de una valiosa ilustración en color.

“Y con ese acentuado designio se ofrece esta edición a los escolares y a los maestros de América”.

En sucesivas ediciones o reimpresiones —con independencia de supresiones o añadidos hechos durante años y unas más afortunadas que otras en cuanto a diseño e ilustración— el texto mantiene su frescura y carisma inicial, aunque sin embargo, carezca de información adicional sobre el autor. Quizás pocos recuerden el papel fundador que asumió Almendros desde su estancia en Cuba y luego en las primeras décadas de la Revolución al frente de la Editora Juvenil de la Editorial Nacional de Cuba, que dirigía Alejo Carpentier. Este inicial esfuerzo de nuestro país por publicar de manera organizada, coherente y muy masiva, en favor de divulgar la literatura cubana y universal, tuvo su bautismo el 31 de marzo del propio 1959 con la fundación de la Imprenta Nacional de Cuba, simiente del sistema institucional de años venideros.

Además de recopilar los cuentos más representativos del saber universal, como los incluidos en Pueblos y leyendas, Aventuras, realidades y fantasías, Cosas curiosas de la vida de algunos animales, Leer y Lecturas ejemplares, Herminio Almendros legó dos valiosos títulos sobre José Martí: A propósito de La Edad de Oro, de José Martí. Notas sobre literatura infantil y Nuestro Martí, biografía de fácil lectura para los jóvenes. Desde 1962 hasta 1967, estuvo al frente de la Editora Juvenil de la Editora Nacional de Cuba y bajo su empeño se incrementó la publicación de libros para niños y jóvenes.

En estas ediciones volcaba sus conocimientos de literatura universal y, más que nada, su amor indispensable, esa entrega que debe caracterizar el empeño de quienes centran sus esfuerzos en trabajar para los más chicos. De sus textos, podría reconocerse lo que a su vez él mismo expresara refiriéndose a La Edad de Oro, de José Martí: “no escribía por escribir; no contaba por contar no importa qué, sino que lo decidía el decir con sentido y el apoyar la forma en recio contenido”.

¿Qué motiva semejante aceptación?

Mientras laboré en la editorial Gente Nueva siempre sentí cierto estupor al acudir a extensiones de venta y apreciar que el público olímpicamente pasaba por alto un plan de publicaciones gestado desde el esfuerzo, la dedicación y mil procesos. De ese modo se obviaba todo un catálogo, al enfrentar siempre la misma pregunta: ¿Y no tienen Había una vez? Poco interesaba que lleváramos libros de colorear, álbumes ilustrados de las colecciones Tesoro, Pelusa o Tyto, adaptaciones de las piezas del repertorio de la Colmenita, o colecciones como Aventuras, Primavera, Ámbar y la novedosa Veintiuno. Los lectores nos demandaban, todo el tiempo, casi hasta el agotamiento, el célebre Había una vez.

En la editorial solían hacerse frecuentes experimentos de ilustración; las épocas cambiaban y muchos dibujantes se habían retirado o vivían por otros lares y algunos jóvenes imponían su acento creativo con propuestas novedosas y de cierto riesgo para comunicar con el público.

En varias oportunidades se experimentó con Había una vez. En el 2010 se publicó una edición con 30 ilustradores, libro hermoso, pero de alto costo. Pese al riesgo que significaba apartarse de las imágenes más convencionales impuestas por la tradición, las ventas fueron exitosas.

Había una vez ha sido capaz de resistir cualquier experimento por arriesgado que sea. Cuando la gente lee en su cubierta aquellas tres mágicas palabras, al instante extienden la mano, aparece el dinero y la petición “¿Me puede vender más de un ejemplar?”.

Al momento, las pilas de volúmenes desaparecen de las mesas, se vacían los almacenes y el público se aleja eufórico con su libro en la mano, para los hijos, nietos, sobrinos, vecinos, compañeritos de aula, una maestra, la bibliotecaria, el enfermo, el doctor, alguna persona en el extranjero que nostálgica lo ha pedido o quien sea.

Resulta frecuente que algunos, al llegar tarde a una venta, se muestren molestos al repetir: “Nunca consigo Había una vez, es decir, Hubo una vez”, aludiendo con sorna a sus maratónicas ventas. Al visitar las librerías, sucede otro tanto. Imperturbables ante un plan muy estudiado en busca de equidad, balance temático, genérico, geográfico, de edades, etc. los libreros siempre preguntan ¿y por qué no editan más ejemplares de Había una vez? Ese es un libro que “sale” muy rápido.

En el año 2012, el Instituto Cubano del Libro comenzó a estudiar las tiradas de manera sistemática y realista para evitar la acumulación de altos volúmenes de inventario en los almacenes. Desde entonces, se envían las fichas de cada plan a las provincias, con la idea de que en los Centros Provinciales del Libro y la Literatura sean valoradas y establezcan una demanda coherente. El propósito es conocer la verdadera necesidad de los territorios sobre cada título producido y que todos lleguen con equidad al país entero.

Resulta obvio que, siempre, la literatura para niños, encabezada por el tan traído como llevado Había una vez, es la más demandada. De hecho, las voluminosas ediciones que de este libro se han hecho en las últimas décadas son aproximadamente de 40 000 ejemplares anuales y la demanda siempre estima el doble y, en ocasiones, ascendió al millón de volúmenes.

Laborando en el Observatorio Cubano del Libro y la Lectura, he comprobado en múltiples ocasiones que el arrollador éxito de Había una vez es algo imparable. No existe otro título que pueda superarlo en ventas, en las desideratas de las bibliotecas o pedidos de los libreros, ni siquiera obras tan demandadas como las historietas de Elpidio Valdés, El Principito, La Edad de Oro o La sombrilla amarilla, de Ivette Vian.

En cada encuesta realizada por nosotros al público, libreros, comerciales, bibliotecarios y maestros, adentro o fuera de la feria, en una escuela o por las calles, en las redes sociales, con público lector o menos dedicado a leer, ¡siempre mencionan Había una vez como libro necesario de tener en casa!
Aunque se admira el esfuerzo de sus adaptadores para la que ya puede considerarse una “histórica” edición escolar sobre textos de los clásicos, sorprende un poco que todavía en el siglo XXI muchas personas, quizás por seguir una tradición o carecer de mayores referencias, no anhelen mejor leer las versiones originales de las obras de Grimm, Andersen y Perrault.

Nueva edición…

Una nueva edición de Había una vez llegará realizada por tres editores, dentro de una colección sobre textos de lectura que auspicia el Observatorio Cubano del Libro. El sello Ediciones Unicornio, de Artemisa, la editorial Cubaliteraria y el propio Observatorio han decidido revisar el fenómeno Había una vez. A la vez que pretende rendir tributo a libro tan significativo para la cultura cubana, se busca mostrar criterios de personas que, desde su vínculo con la lectura, puedan opinar sobre el “fenómeno” Había una vez.

Justamente por eso las valoraciones que aparecen son de especialistas tan diversos como puedan ser un grupo de psicólogas que trabajan con pasajes del libro, así como bibliotecarios, libreros, uno de sus ilustradores, su editora más reciente, críticos, promotores, autores y académicos.

Puede resultar interesante este acercamiento a un libro ya clásico en nuestros anaqueles de lectores, acompañado esta vez por una visión crítica, ya que propone un modo desapasionado de analizar semejante fenómeno de aceptación durante tantos años.

Sobre todo ahora, con el impulso y aceptación creciente de las nuevas tecnologías y cuando nuestro país se afana en promover la lectura mediante campañas como #QuédateEnCasaYLee, volver sobre Había una vez puede significar para la familia un buen refugio ante a la amenaza de esa pandemia mundial llamada COVID-19.

Resulta evidente que la literatura tiene sus grandes enigmas. En estas valoraciones cómplices sobre Había una vez se intenta explicar cuál ha sido el inefable misterio que ha permitido a este libro vivir más de medio siglo en el corazón de todos los cubanos.

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