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Joaquín Betancourt: “La música no da quehacer, es un escape espiritual” (+ Fotos y Video)

Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate

A Joaquín Betancourt Jackman solo se le puede llamar ‘maestro’, y no es que sea una ley impuesta por este hombre a sus discípulos, sino una dicha para quien hable con él tan solo cinco minutos sobre música, o escuche la magia que se convoca cuando está en el escenario con la batuta en la mano.

Joaquín Betancourt ama la docencia, pero no le llama la atención estar parado en un aula escribiendo en una pizarra. A él le gusta la docencia abierta, sin organización, que llegue cualquier alumno, le enseñe un trabajo y él pueda dar sus consideraciones, enseñarles, porque ‘más sabe el diablo por viejo que por diablo’.

Joaquín Betancourt ha sido director musical, violinista y productor. Si le preguntas que prefiere, dice que todo. Él no tiene frenos si de crear se habla. “Hago música y me divierto mucho. Trato de explicarles a las personas que me dicen que trabajo mucho, que la música no me da quehacer, la he mirado como un escape espiritual en el que siempre quiero estar, como un juego que me entretiene”.

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-¿Cómo reacciona cuando todas las miradas están puestas sobre usted?

“Pienso que todo el mundo siempre está fijándose en lo que hago. Eso lo aprendí desde la primera vez que pisé un escenario en Bellas Artes. Era un niño, era mi primera interpretación de violín. A partir de ahí siempre pienso que la gente está fijándose en cómo haces las cosas. Mucho más ahora que el público te reconoce como artista. Es algo complicado de lo cual hay que cuidarse mucho”.

-¿Y cuándo nadie lo mira?

“Eso ocurre en la parte muy íntima de la vida. Me expreso con más naturalidad”.

-¿Cómo lo definen otras personas?

“La mayoría de las personas me dicen que soy pausado, modesto, sensible. No pienso en ello. Si soy sencillo o arrogante, no sé. Solo sé que estoy satisfecho de la forma en que soy”.

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Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate

- ¿Qué significó nacer en Camagüey?

“Nacer en la provincia de muchos intelectuales como Ignacio Agramonte, Julio Sanguily, Nicolas Guillén, tiene especial significación. Camagüey siempre ha sido un lugar de mucha actividad cultural y diría que una de las cosas que lo distinguen es precisamente eso. Allí se han desarrollado una serie de movimientos artísticos importantes como el Ballet, la Sinfónica y otros grupos que defienden la música popular”.

- ¿Cómo fue su niñez?

“Muy feliz. Siempre me acompañó el amor de mis padres. Mi madre apostó por mi vocación, al igual que mi padre que es también músico. Toda la familia se puso en función de mi carrera artística”.

- ¿Por qué eligió la música?

“La llevo en las venas porque casi toda la familia Betancourt está compuesta por conocidos músicos. En las provincias casi siempre se desarrollaron las artes a través de la participación familiar, y Camagüey no fue la excepción. Mi familia es uno de esos casos. Mis tíos fueron músicos, mi abuelo un ferviente promotor musical y la razón principal que me llevó a estudiar la música. Cuando él vio que estaba decidido a estudiar esta carrera me apoyó e incluso me ponía a escuchar obras clásicas. Fue una decisión propia, pero estimulada por lo que veía en mi familia”.

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  - ¿Cuál ha sido la decisión o proyecto que haya tomado de la que se sienta más orgulloso?

“La decisión más importante que he tomado ha sido elegir la música y de eso me siento muy orgulloso”.

- ¿Cuál es el fallo más grande que ha cometido?

“Exceso de confianza”.

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Joaquín ingresó en la Escuela Nacional de Arte en La Habana en el año 1962. “Fui de la primera convocatoria, junto con los que venían de ser alfabetizadores. Empezó en este centro con apenas nueve años y terminó luego de 11. “Estudié violín, que al igual que el piano, son carreras largas dentro de la música. Tuve muchos profesores cubanos y europeos, formados en diferentes academias del mundo”.

Según el artista, el violín siempre le causó interés después de que su abuelo lo llevara a un concierto en Camagüey de la Sinfónica Nacional, creada tras el triunfo de la Revolución. “Ya me llamaba la atención la dirección orquestal por mi primo Jorge Luis Betancourt Caballero, fundador de la Orquesta Sinfónica de Camagüey y una figura muy respetada e influyente de la familia”.

Cuando llenó la plantilla para ingresar en la ENA optó por pedir dirección orquestal, pero la primera profesora que tuvo le dijo que también tenía que estudiar un instrumento y el elegido fue el violín.

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-¿Qué le gustaría hacer que no esté haciendo ahora mismo?

“Estar haciendo música”.

- ¿Cómo le gustaría que la recordaran cuando ya no esté?

“Me gustaría que me recordaran como soy, que no me vincularan con las palabras ‘él fue una persona…’. Todos los seres humanos somos un producto donde se combinan los errores, defectos y virtudes. Una combinación grata y bonita. No soy amante de la perfección, soy amante de la obra de arte y eso fue lo que la naturaleza hizo en el ser humano”.

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Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate

- ¿Qué hace una vez graduado?

“Estuve trabajando un tiempo en la capital, pero era una política en aquel momento que los egresados regresaran a sus provincias para hacer el servicio social. Empecé en la Orquesta Sinfónica de Camagüey y en la escuela Elemental de Música Casa Romero como profesor asistente.

“Allí practiqué la docencia por dos años, pero fundamentalmente mi trabajo fuerte en Camagüey fue como violinista en la Sinfónica. También hice arreglos para un grupo que se llama Lágrimas Negras”.

- ¿Que significó la Orquesta Sinfónica en su trayectoria artística?

“Para un músico es vital formar parte, aunque sea por un tiempo, de algún proyecto sea sinfónico, de banda o una jazz band de gran formato, porque te ayuda a desarrollar y a cultivar el dominio sobre la técnica y los estilos. Además, te amplía tu cultura musical y te ayuda a saber tocar con el resto de los músicos”.

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-¿Cuál es su mayor defecto?

“Ser muy confiado”.

-¿Y virtud?

“La misma”.

- ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?

“Me gusta tener más tiempo libre que no lo tengo. Siempre me gustó leer mucho, ver películas. Pero sobre todo leer muchas cosas de historia universal. También me gusta el béisbol”.

- ¿Cuál ha sido su mayor sueño?

“Verme reconocido y ese sueño se ha cumplido”.

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En el año 78’ fue elegido para ayudar a formar la vida profesional en Angola, un país que salía del colonialismo. “Teníamos que llevarle las vivencias y experiencias de Cuba y del mundo. Ahí formé alumnos que después estudiaron en Suecia y en París, como directores de orquesta. Tengo el orgullo de haber iniciado sus pasos. En Angola estuve durante un año y dos meses”.

A su regreso a Cuba crea una de las principales orquestas de música cubana, que, aunque se desintegró, es parte del legado cultural de la mayor de las Antillas. “Opus 13 se venía gestando desde antes de graduarme. Tenía una agrupación que se llamaba Treceto de la ENA, grupo que fue escogido para representar a Cuba en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Después se quedó aquel bichito de seguir juntos y luchamos, pero cada uno, como me pasó a mí, fuimos situados como profesores en algunos lugares del interior del país.

“En el año 79’ se dio la cobertura de juntarnos y hacernos profesionales. Surgió con el nombre de Opus 13. Con este grupo estuvimos 12 años haciendo música”.

En Opus 13 Betancourt fue el director general y era además el compositor y arreglista principal. En el año 1991 decidieron separarse.

En esta agrupación sus integrantes tuvieron la posibilidad de formarse profesionalmente. “No es lo mismo chocar con la piedra sin tener un tutor al lado. Lo lógico es que ingreses en una agrupación que tenga un director con experiencia y vas aprendiendo de él. Con nosotros no fue así, todos íbamos aprendiendo juntos. Experimentábamos, nos dimos muchos tropezones como es lógico, pero también logramos muchos éxitos”.

Fue el primer grupo que dirigió. Se enfrentó a muchas cosas por primera vez, desde estar en el extranjero al frente de una agrupación, acompañar a muchos artistas cantantes y solistas instrumentales de alto nivel, hasta participar en muchos eventos de importancia dentro y fuera del país.

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-¿A qué le tiene miedo?

“A la muerte”.

-Si llegara una persona nueva a su vida, ¿qué puede hacer para llegar a conocerlo mejor?

“Primero que todo le daría toda la oportunidad de expresarse. No me gustaría anticiparme y clasificarlo antes de tiempo. Las experiencias de la vida te enseñan que las cosas no se pueden acelerar, las personas tienen un discurso y para tener un criterio de alguien debes verlo completamente”.

-Si todo desapareciera y puede rescatar una sola cosa, ¿qué sería?

La vida”.

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Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate

-Se desintegra Opus 13, ¿qué sigue?

“Después viene una pequeña travesía con una bandita que formé que se llamaba Banda JB. En aquel momento estaba en la moda no llamar a las agrupaciones grupos sino bandas, a partir de NG La Banda. Formé este grupo que duró muy poco tiempo porque nació en el periodo especial. Las posibilidades de sobrevivir eran pocas”.

-¿Después, Isaac Delgado?

“Fui llamado por Isaac Delgado para dirigir su orquesta, que ya venía teniendo éxito a nivel nacional. Pasé a ser la mano derecha de Isaac, musicalmente hablando. En medio de aquel periodo, que duró casi cinco años tuve también la oportunidad de conocer a grandes músicos como El Canario.

“Después me dediqué mucho tiempo a producir discos. Es un periodo que todavía no ha terminado. De ahí nació el proyecto ‘La rumba soy yo’. Estuve también participando en otras colaboraciones con artistas internacionales como Cesaria Évora, la Filarmónica en Los Ángeles, etc”.

- ¿Cómo surge la idea de crear su propia jazz band?

“Esta idea surgió a partir de un concierto que se hizo en una sala del Teatro Nacional con la agrupación Sexto Sentido. Al final tocaron un tema acompañado de una jazz band. Aquella experiencia dejó un sabor muy bonito.

“A partir de ahí se me ocurrió hacer una jazz band en el marco del Jojazz para rendirle un homenaje a la Orquesta de Música Moderna que cumplía un aniversario redondo. Ya cumplimos 11 años”.

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- ¿Si pudieras empezar de cero, que cambiarías?

“Borraría todos los errores y cosas que he hecho y no me gustan. Sería más selectivo en cuanto a las relaciones humanas”.

- ¿Qué consejo le darías a su versión de hace 10 años?

“Hace 10 años tenía un poco más de energías. Lógicamente. Pero no tenía la madurez que tengo ahora. Me gustaría combinar esas dos cosas, tener más juventud con más experiencia”.

-¿Cuáles son sus principios y valores sagrados?

“Hay un epitafio que dice que el respeto a las personas es el respeto que te impones a ti mismo. Me gusta respetar a las personas y escuchar sus criterios. Cada persona tiene algo que aportar al mundo, tiene alguna idea. En un momento puede ser equivocada, pero en otro no, todo depende de las circunstancias”.

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Según Joaquín Betancourt la producción musical tiene su ABC, pero es un acto de creación y por eso cada productor le aplica las cosas de su propia personalidad.

“A partir de mi relación con diferentes artistas y expresiones, he aprendido a tener un sentido de lo que es la obra artística de un modo diferente a cómo lo ven otros. Hay algunos que ven en el sentido perfeccionista, yo, a veces, en la imperfección veo la obra de arte. He aprendido el valor de diferentes modos de hacer la música. Aprendí también a darle importancia a quien recibe el producto, es decir, no pensar egoístamente como músico. Los especialistas estudiamos los códigos, pero el público no los conoce, lo que quiere es que tú le brindes una obra de arte buena, placentera y entendible. Esa es la parte que yo he puesto en práctica”.

Cuando Betancourt dirige una orquesta siente un gran placer. Me siento rey y sé que tengo una gran responsabilidad porque no me puedo equivocar. A la vez que un director se equivoca se forma un enredo entre todos los músicos”.

Cada vez que dirige cualquier orquesta, el músico siente que tiene enfrente a una persona que sabe lo que está haciendo y le inspira confianza. “Eso es una energía que se trasmite y tú sabes que todo ese conglomerado de músicos, bajo tu batuta, va a responder a lo que tú quieres hacer. Es una sensación extraña, pero muy bonita”.

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- ¿Qué es aquello por lo cual moriría?

“Por muchas cosas. Por la música, por mi país, por el proyecto social cubano”.

- ¿Alguna vez se ha propuesto algo que no haya podido cumplir?

“Sí, quise tener más participación haciendo música para el cine y para los medios, pero no se ha dado”.

- ¿Ha pensado alguna vez en tomarse un año sabático?

“No”.

-Al terminar esta entrevista, ¿qué tres cosas debería llevarme de usted?

“Una grata impresión. Mi filosofía de vida que puede ser compartida o no. Y que he sido sincero y abierto en esta entrevista”

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-¿Existe algún momento que ha marcado un antes y un después en su carrera?

“Mi formación musical. De lo que era antes de la Escuela Nacional de Arte a lo que soy ahora, va un trecho muy grande. La vida profesional estas aprendiéndola hasta que te mueres. El después no ha terminado”.

-¿Existe algún paradigma o ejemplo a seguir dentro de la música?

“Hay varios músicos a los que adoro, pero Leo Brouwer es mi paradigma, indiscutiblemente. En Rafael Somavilla también tuve un paradigma, en Chucho Valdés, otro. Las primeras cosas que hice con Opus 13 fue un poco imitando a Chucho”.

-¿Qué significa la música para Joaquín Betancourt?

“La música es mi vida. Yo la escogí, yo la busqué, pero también ella me busca cuando no estoy. Me salen melodías en la cabeza cuando no estoy creando. No es algo que es parte de mi vida, es mi vida. Me ha regalado mucho más de lo que he merecido”.

En video, entrevista a Joaquín Betancourt