Andorra, la primera misión de Yurisán

A la izquierda abajo el doctor Yurisán Curbelo junto a la brigada cubana en Andorra, de la que forma parte.

Cuando el doctor Yurisán Curbelo López llegó a Andorra en la madrugada del 30 de marzo no sintió miedo, quizás porque sus cortos 27 años le hacen poner la gallardía y la aventura primero, y el temor después. Dice que sus únicas preocupaciones eran el idioma y las diferencias tecnológicas en los centros hospitalarios.

“Solo pensé si nos íbamos a poder adaptar a eso, pero con el paso de los días y las horas extras de trabajo fuimos capaces de manejar algo que tan diferente nos parecía al principio”, cuenta el especialista en primer grado de Medicina Interna, luego de finalizar una de sus guardias en la institución socio-sanitaria “El Cedre”, en la capital andorrana. Antes, aún en La Habana, la duda estaba en la reacción de la familia, que siempre se preocupa, que siempre teme.

–¿Cómo fue el momento en el que le dijo a su familia que viajaría a Andorra?

Desde que aparece esta epidemia del coronavirus y se activa la Brigada “Henry Reeve”, expresé mi disposición a colaborar en el país que requiriera nuestro apoyo. A partir de entonces fui preparando a mi familia, y le transmití confianza en el cuidado y cumplimiento de todas las medidas de protección cuando estuviera en contacto con los pacientes infectados. Al ver que estaba tan decidido a cumplir con esta tarea, me brindaron su apoyo incondicional y consejos, para que regresara sano y con el deber cumplido a la Patria. Es mi primera misión internacionalista.

Como integrante de la brigada médica cubana en esa nación europea, el doctor Yurisán Curbelo estuvo una semana en aislamiento antes de determinar que ningún colaborador cubano había contraído la enfermedad. “Empecé mi trabajo en el Hospital ´Nostra Seniora de Meritxel´, en una sala en la que se encontraban ingresados los casos positivos a la COVID-19, y ahí me mantuve hasta pasada una semana que me piden colaborar en ´El Cedre´, donde se concentraron pacientes ancianos positivos a la enfermedad”, cuenta vía WhatsApp, cuando son las 5:02 pm en Cuba y las 11:02 pm en Andorra.

“Al comienzo trabajé en la zona roja, donde se encontraban los casos positivos de la COVID-19. Les pasaba visita diaria, siempre previo uso del traje de protección individual. Al concluir, me retiraba el traje para escribir en las historias clínicas y realizar llamadas telefónicas a todos los familiares, para comentarle la evolución de los pacientes”, dice, y detalla el traje de bioseguridad: piyama verde, dos batas, gorro, mascarilla, cubrebotas, gafas y dos pares de guantes. Así vistió por casi dos meses, “con rigor, para disminuir las posibilidades de contagio”.

Andorra –un pequeño país en el mapa entre España y Francia– ha registrado más de 840 casos positivos a la COVID-19, y de ellos se han recuperado más de 730. “Nosotros hemos logrado declarar al ´Cedre´ libre de COVID-19, y me encuentro ahora viendo los pacientes ya en la fase de recuperación post infección”, señala el médico cubano.

Como integrante de la brigada médica cubana en esa nación europea, el doctor Yurisán Curbelo estuvo una semana en aislamiento antes de determinar que ningún colaborador cubano había contraído la enfermedad.

–¿Cómo es la relación del personal de salud cubano con el andorrano en el combate a la pandemia?

Las relaciones laborales e interpersonales con los andorranos, desde los médicos, enfermeros, personal de servicio y asistentes, ha sido magnífica. Nos han acogido como iguales y nos han apoyado desde el momento en que llegamos acá. Ellos se han convertido en la familia que no tenemos cerca, lo que ha hecho nuestra estancia más llevadera. El grupo de trabajo en esta institución lo conformamos dos médicos internistas cubanos, dos generales integrales, un geriatra y una doctora internista, estos últimos andorranos.

–¿Cuál ha sido la reacción de los pacientes andorranos ante la ayuda brindada por Cuba?

Las  muestras de agradecimiento y cariño han sido constantes, y eso nos da más fuerza y compromiso para luchar en la erradicación de la enfermedad. Es increíble cómo estos pacientes transmiten sus ansias de viajar a Cuba luego de habernos conocido. Acá los pacientes que atendemos todos sobrepasan los 85 años, incluso tenemos una señora de 102 años que está logrando recuperarse. Existen momentos que nos han llenado de emoción y es al ver el reencuentro de estos pacientes con sus familiares, y su gratitud por haberlos salvado, casi contra todo pronóstico. Eso demuestra que con dedicación, amor, humanismo y el trabajo en equipo, todo se puede.

–Los “menos” intentan desacreditar la labor de los médicos cubanos y los califican de “esclavos” y que cumplen misiones a cambio de dinero. ¿Qué cree usted al respecto?

Esta es una frase de moda desde que nuestras brigadas comenzaron a prestar su ayuda a diferentes países del mundo. Solo el gobierno de los Estados Unidos tiene tanta imaginación y tiempo para tratar de desacreditar a  nuestro contingente, que tantas vidas ha salvado en los lugares donde nadie quiere ir. No creo que un médico “esclavo”, según ellos, trate a sus pacientes con tanta humanidad y entrega, como lo hacemos todos los integrantes de las brigadas “Henry Reeve” y, en general, los que brindan colaboración en cualquier parte del mundo.

El doctor Yurisán solo tiene 27 años. Andorra es su primera misión internacionalista. Solo quiere que “la brigada sea recibida en Cuba con el simple reconocimiento  por el deber cumplido”. Por ahora, tras culminar otra jornada en “El Cedre”, vuelve a los ejercicios, estudia y ve televisión. Se acuesta sobre la una de la mañana. En cinco horas y media sonará el despertador.

Las  muestras de agradecimiento y cariño han sido constantes, y eso nos da más fuerza y compromiso para luchar en la erradicación de la enfermedad.