El diario de René: Ya quisieran los acusadores exhibir nuestro espíritu

Ayer martes 27 nos enfrascamos en otra de nuestras tertulias mañaneras, de las que hace rato no te cuento y con las que hacemos volar el tiempo en las celdas-perreras hasta nuestro turno para ir a la sala. El tema gira alrededor de un compatriota bastante machista, quien había compartido con nosotros y nos había contado sobre su mujer, su novia y su prometida. Mientras Gerardo y yo alegamos que nuestras esposas nunca aceptarían esa convivencia, Ramón decide contemporizar con el Casanova: “Bueno, uno nunca sabe. Alguna persona puede no actuar como pensamos y en determinadas circunstancias tal vez acepta eso”. Fernando toma la posición filosófica: “Bueno..., en realidad habría que analizar el conjunto de circunstancias particulares que pueden influir en una persona..., la vida es muy rica..., etc., etc.”. El Faquir ha estado viajando por otras dimensiones desde temprano, sin que intervenga somos llamados a la Corte.

La sesión la abre el testigo del Departamento de Estado, al que la fiscal se refirió la víspera como especialista en límites marítimos. El señor se llama Robert Smith –cualquiera diría por el nombre que es norteamericano– y trabaja en la Oficina de Asuntos Oceánicos de la cancillería como experto en fronteras y reclamos marítimos. Ha representado a los Estados Unidos en varias controversias –supongo que cuando algún otro país no entiende que Washington siempre tiene la razón–, y después de ocho minutos de su curriculum vitae, es presentado por Heck Miller como experto en fronteras internacionales y límites territoriales. A las 9:10 a.m. Paul pide una oportunidad para examinar la competencia del señor Smith.

En cuatro minutos Paul lo interroga sobre si es experto en espacio aéreo. El testigo lo niega aunque explica que los límites aéreos y marítimos de los estados coinciden. A la pregunta de si ha consultado a las autoridades cubanas, dice que no, pero conoce los reclamos de Cuba al respecto, y a una última pregunta responde que el último reclamo cubano data de 1977. Paul le pregunta si este ha sido ratificado, y ante la objeción de la Fiscalía da por terminada su intervención.

Bajo el examen de la fiscal el experto explica que los límites territoriales se reducen a las doce millas, fuera de ellos algunos estados ejercen ciertos derechos económicos, que según la Ley del Mar, de la cual Cuba es signataria al contrario de los Estados Unidos, no permiten al país restringir la navegación en ese espacio. Se refiere a un método de medición llamado “línea base recta”, según el cual algunos países con costas accidentadas escogen puntos prominentes de su litoral y los unen con líneas rectas, a partir de las cuales trazan sus límites territoriales. Según Smith, Cuba es uno de esos países que para su definición de la línea base ha escogido 124 puntos prominentes en el litoral, y muestra un mapa de Cuba en el que se observa la línea base.

Para terminar, el testigo hace una apología de los mapas de NIMA que fueron cuestionados por el señor Clelland, asegurando que son confiables, y se refiere al mapa mostrado antes con las líneas bases del norte de La Habana. Manipula un poco al jurado cuando muestra la porción más al este del litoral, donde la línea base coincide por lo general con la costa haciendo que, por consiguiente, el límite territorial cubano esté precisamente a doce millas de la orilla; de esta manera evaden admitir que la distancia entre la costa y el límite territorial a la altura de Santa Fe y Playa Baracoa, ambas al oeste de La Habana, se extiende más allá de las doce millas del litoral, debido a la depresión del perfil costero en el área, que hace a la línea base alejarse de la orilla hasta cerca de cuatro millas.

Así da fin el examen del señor Robert Smith y a las 10:05 a.m. toma el podio McKenna para su contraexamen.

Paul se refiere primero al reclamo de las doscientas millas de zona económica que hacen tanto Estados Unidos como Cuba, que llevaron a ambos países a reunirse en 1977. Resolvieron algunas diferencias, sobre todo las relativas a dicho reclamo de aguas económicas, pero quedaron pendientes algunos asuntos referidos al uso por parte de Cuba de la línea base recta, con respecto a la cual Estados Unidos tiene ciertas discrepancias. A partir de ahí, y cada dos años, ambos países ratifican una aceptación provisional de la línea base establecida por Cuba, sobre la cual el señor está testificando ahora. Paul dirige la atención del testigo hacia unos puntos que la Fiscalía le había hecho marcar antes en el mapa, y que están en aguas internacionales; le pregunta si sabe de qué se tratan, a lo que el testigo responde que él solo se limitó a ubicar en el mapa las coordenadas geográficas ofrecidas por la Fiscalía. Para finalizar, Paul retoma el punto con que terminó Heck Miller, es decir, el hecho de que la costa oeste de La Habana se aleja en ocasiones hasta las dieciséis millas del límite de aguas jurisdiccionales, debido a la depresión en el perfil costero. Una vez establecido que al norte de Santa Fe y de Baracoa las aguas cubanas llegan hasta las dieciséis millas del litoral, Paul da por terminado su examen a las 10:30. Pero antes de que recoja sus notas para retirarse, Heck Miller salta como un resorte a corregir al testigo, casi a gritos, sacando prácticamente de un empellón a McKenna del podio:

—¡Señor Smith! En referencia a la pregunta que míst...

La escena es difícil de creer. La fiscal se ha descompuesto y parece que está comprando acciones en la bolsa de valores de Nueva York, por la forma en que arrebató el podio a un McKenna que la mira sorprendido, mientras el resto de la sala se debate entre la risa y el estupor. La jueza reacciona y la ataja:

—¡Señora Heck Miller! El resto de los abogados no ha contraexaminado al testigo todavía.

Mientras la fiscal recupera la cordura, la señora Lenard pregunta a los demás abogados si tienen alguna pregunta para el testigo y estos responden negativamente. Cuando ya se ha enfriado lo suficiente, Caroline asume su reexaminación a las 10:30 a.m.

Toma diez minutos a la fiscal hacer que el testigo diga que utilizó las medidas reclamadas por Cuba; que la Isla no exige soberanía sobre las 200 millas económicas, como tampoco lo hace Estados Unidos; que las diferencias entre los dos países con respecto a las líneas bases establecidas por Cuba se refieren solo a algunas porciones del litoral cubano porque, según los norteamericanos, Cuba –la mala de la película– reclama en algunos segmentos costeros más aguas que las que quisieran los norteños; que las diferencias de 1977 se originaron sobre la línea base recta y no sobre los mares territoriales de Cuba, y que las coordenadas que marcó en el mapa bajo la dirección de la Fiscalía, le habían sido dadas por esta y las había ubicado basado en su experiencia como geógrafo. Para terminar, repite que todos los conceptos utilizados sobre la línea base cubana se fundamentaban en los reclamos de la Isla. A las 10:40 vamos a un receso.

Nunca te he hablado del espacio en el que pasamos los recesos de las sesiones. Debe tener unos seis por cuatro pies, con un banco metálico e inodoro del mismo material; la puerta es también metálica, con un pequeño cristalillo, y la capacidad lógica del cuartico debe ser para unas tres personas. Cuando se dan los recesos, el público sale por la puerta de la sala y después los alguaciles nos llevan a ese cubículo que, con los cinco dentro hablando al mismo tiempo, se convierte en una caja de resonancia.

En esta ocasión continúa la discusión bizantina de la mañana, cuando Gerardo se aparece en el cubículo:

—¡Vaya, caballero!, aquí tienen lo que le pasó a uno que trató el experimento de nuestro amigo el polígamo –dice enseñando la próxima caricatura.

Cuando René vea a Olguita le va a proponer lo de las dos mujeres... uno nunca sabe...

—¡Eh! ¿Pero por qué yo? –protesto–. Yo nunca negué que me pasaría eso si me le apareciera a Olguita con la iniciativa. ¿Por qué me la hiciste a mí que estoy de tu bando y no a Ramón?

Y Ramón:

—Hace un rato me estás echando la candelita a mí.

El Faquir, mientras la discusión va tomando volumen:

—Peeeero...

—Señores... –interviene Fernando– como yo dije esta mañana. La vida es rica y...

Tomando un tema ajedrecístico ventilado unas mañanas antes:

—Si la tocas la tienes que mover... –agrega Gerardo.

—Pero no se trata –tercia Fernando– de que alguien venga a decirle a la mujer de sopetón que...

Yo, imitando a la Heck Miller:

—Tú ves, Fernando, ya estás tergiversando el testimonio.

Fernando, fingiendo molestia:

—Contigo no se puede hablar nada, ya estás como la Heck Miller...

—¡¿Pero por qué me comparas con esa bruja?! –exclamo mientras la discusión se torna caliente y nos vienen a buscar los alguaciles. Regresamos a la corte riéndonos juntos, ellos y nosotros, de cómo cinco cubanos no pueden estar juntos por un momento sin armar una trifulca.

A las 11:00 a.m. estamos de vuelta en la sala. Retoma su testimonio el experto Charles Leonard. Y ya circula entre nosotros la otra caricatura de Gerardo, en relación con nuestras jergas en el cubículo.

Cualquiera diría que estoy medio loco dedicándole tanto espacio a este asunto cuando el calendario me tiene entre la espada y la pared para mantener este diario actualizado. Como te dije antes, no quería dejar pasar las caricaturas de Gerardo.

Pero esto da una idea de nuestro estado de relajamiento y de tranquilidad espiritual. Mientras la mayor parte de los reclusos bajan a la Corte –generalmente una o dos veces– y se sientan a dar cabezazos hasta que son llevados ante el juez, a nosotros nos sobra el ánimo para divertirnos con discusiones que a veces arrastran a varias personas. En ocasiones nos reímos de tantos y tan disparatados temas, que hemos terminado contagiando a nuestros ocasionales acompañantes, que no cesan de expresar su sorpresa ante nuestro buen ánimo, a pesar de estar sometidos al torturante viacrucis que implica ir a Corte todos los días, desde el pasado noviembre. Si por alguna casualidad este era otro factor con el que la Fiscalía contaba para abatirnos, se puede anotar otra derrota. Y no peco de exagerado al decirte que ya quisieran nuestros acusadores exhibir nuestro espíritu y la frescura de nuestros rostros cuando nos encontramos en la sala, a pesar de que se van a sus casas todos los días, se levantan cuando lo desean, tienen a sus familiares junto a ellos y no son encadenados durante horas para ir y regresar de la Corte.

Y después de este paréntesis regresemos a las audiencias.

El capitán Leonard retoma el micrófono. La Fiscalía lo conduce a través de la famosa grabación de los Mig para que identifique algunas referencias a los pilotos, así como ciertas filtraciones que aparecen en la cinta desde las frecuencias de la aviación comercial. Luego de dedicar un buen rato a la transcripción, distingue una voz desconocida que supone la de un alto oficial en la cadena de mando, al parecer ubicado en la torre de control, pues se deduce su rango por sus orientaciones radiales en las que pide se identifique a los objetivos, su orden de disparar y la felicitación a los pilotos. Después que el testigo se ha recreado un buen rato con la cinta, Heck Miller le pregunta: “¿De acuerdo con su experiencia, usted cree que se trató de una misión planeada de antemano?”. Paul objeta sobre la base de que la pregunta es especulativa, y la señora Miller tiene que ir a pescar a otro charco. Han malgastado casi cuarenta minutos leyendo la transcripción para nada y el cuestionario sigue.

La fiscal le pide que se refiera a los Mig participantes en la acción. El testigo explica que se trató de un Mig-23 y un Mig-29, para mostrar a continuación ni más ni menos que... ¡una de las postales encontradas en casa de Ramón con la reproducción de un Mig-29! Ahora resulta que Ramón estaba espiando también aviones soviéticos en los Estados Unidos.

Luego exhibe una maqueta de un Mig-29 y otra de un Cessna 337, compara sus características y abunda más en las capacidades bélicas del primero; aborda luego las cualidades del cohete utilizado: “¡Objeción!”, salta McKenna, y la jueza la sostiene. Ahora se recrean con mucho detalle en el armamento, cualidades de vuelo, velocidad, maniobrabilidad y otras virtudes de los Mig, que resultan ser lo último en ingeniería de aviación, nada parecido a la chatarra que en las películas de Hollywood sirve de tiro al blanco a los invencibles aviones de combate norteamericanos. Tal vez a los equipos de filmación los asesora un señor como Leonard. Nada, que aquí todo se puede hacer a la medida mientras se pague el precio correcto. Tras pintar el Cessna 337 como una paloma y explicar que es el avión perfecto para vuelos de salvamento y rescate, comienzan a mostrar la documentación de los dos aviones derribados, pero ya son las 12:15  y hay que almorzar.

A la 1:45 seguimos con la documentación de los aviones para que el testigo nos haga saber que pertenecían a Hermanos al Rescate. Entonces el especialista en aviación civil se trata de infiltrar en la rama militar cuando se retoma la grabación de la aviación cubana. La primera objeción de McKenna se produce cuando míster Leonard aventura que de la cinta se puede deducir la relación entre el control de tierra y los Mig, pero Paul aduce que el experto no ha sido presentado como especialista militar. La jueza lo sostiene pero Heck Miller no se da por vencida:

—En cuanto a la referencia al globo sobre el crucero. ¿Me puede decir...?

—Objeción.

—Sostenida.

—Míster Leonard, ¿qué me puede decir del glo...?

—¡Objeción!

—¡Sostenida!

La fiscal recoge ancla y rema un poco más allá.

—¿Qué se supone que hizo el piloto del Mig cuando vio al avión pequeño justo so...?

—¡Objeción!

—¡Sostenida!

—Capitán Leonard, en relación con el pase de advertencia que el Mig...

—¡Objeción!

—¡Sostenida!

La fiscal pide un side bar y todo parece indicar que ya la jueza está hasta la coronilla de la Fiscalía cuando todos se reúnen para el conciliábulo.

Y no le falta razón, pues la Fiscalía quiere poner a especular libremente al testigo sobre las intenciones de los pilotos militares cubanos y trata de malinterpretar cada frase de la comunicación radial a su conveniencia. Llega al extremo de hacer creer al jurado, tal y como lo he podido constatar con los diagramas que han querido introducir infructuosamente en la evidencia, que el controlador de vuelos le está preguntando al piloto por supuestos radares aéreos sobre el buque Majesty of the Seas.

De vuelta del side bar el testigo afirma que entre la mención del piloto a la realización de un pase de advertencia y el derribo han transcurrido un minuto y treinta y siete segundos. Tratando de mentir nuevamente al jurado, señala no ser suficiente ese tiempo para hacer un pase, pero otra objeción de McKenna lo detiene, y solo puede decir que, efectivamente, no alcanza el lapso para efectuar las maniobras de intercepción prescritas por la OACI. Luego menciona ciertas descripciones que hacen los pilotos para afirmar que apoyan a las hechas por el Majesty of the Seas; y repite que los procedimientos de la OACI y del AIP cubano no habían sido seguidos, que la situación en sí no ameritaba una intercepción, pues los aviones estaban identificados, habían llenado planes de vuelos, llamaron por radio a La Habana y estaban utilizando sus códigos de transponder.

Repasando el proceso de los planes de vuelo, explica cómo fueron archivados con las autoridades aeronáuticas de Miami, quienes los pasaron a las de La Habana. Se examina someramente la ruta de vuelos, admite que no había sido seguida, pero excusó a Hermanos al Rescate alegando que habían llamado al control aéreo de La Habana antes de cruzar el paralelo 24. Explica que, como los vuelos de los Cessnas se hacían con un plan de vuelo visual, no se requería servicio de tráfico aéreo. Sobre los conceptos de Zona Peligrosa (MUD), Zona Prohibida (MUP) y Zona Restringida (MUR) plantea que las dos últimas, a diferencia de la primera, se encuentran en las aguas jurisdiccionales del estado y aunque la MUD está en el área controlada por el tráfico aéreo del país, no pertenece a sus aguas jurisdiccionales, por ello no se pueden prohibir los vuelos en esa zona, los derechos del Estado se limitan a emitir un aviso o NOTAM (Notice to Airmen: Notificación para Aviadores) para los aviones que vuelan en el área.

Para terminar, la Fiscalía quiere presentar los mismos dibujos que trató de introducir a través del señor Clelland, a manera de programa animado con vampiritos y querubines, esta vez en versión reciclada. Estos garabatos son los mismos que se utilizaron en un juicio sin oposición, donde se convenció fácilmente a un juez para que despojara de ciento ochenta millones de dólares a Cuba. Yo los revisé y les encontré más huecos que a la luna, pero Paul tiene asuntos más importantes que deshacerle el trabajito a Leonard, y no quiere ni que se presenten en el juicio. Por eso solicita interrogar al experto en relación con esta otra ilusión computarizada que se le quiere ofrecer al jurado.

A las 3:05 el testigo indica a McKenna que lleva alrededor de año y medio trabajando en el programa. Que ha utilizado el equipo del FBI para hacerlo. Que el 84RADES proveyó los datos del radar. Que se trató de un esfuerzo coordinado entre el 84RADES, Heck Miller y el FBI, supervisado por él. Que el trabajo fue revisado alrededor de seis veces, la última hará una semana, tras haberse encontrado algunos problemas. Que en esta última revisión utilizó un mapa de la Administración Atmosférica y Oceánica Nacional de Estados Unidos (National Oceanic and Atmospheric Administration [NOAA]).

“¡Objeción! –salta McKenna–. Ese mapa no está en la evidencia”. Y se van los abogados a un side bar. A las 3:17 el señor Leonard y el jurado son excusados de la sala y se debate el uso del programa.

Paul plantea que el mapa no está en la evidencia y un programa dibujado con ese mapa como fondo no debe ser admitido. Aduce que lo que la Fiscalía quiere hacer es poner varias piezas de distintos rompecabezas juntas para dar una determinada impresión al jurado.

Heck dice que se trata de otro programa de PowerPoint que ella considera bueno como sumario. Argumenta que está basado en la evidencia y cita algunos casos que, según ella, apoyan su posición. Dice que el mapa solo contiene las coordenadas y no los límites de Cuba o del ADIZ.

A la jueza le preocupa que se quiera hacer un sumario utilizando como fondo un mapa sin estar en la evidencia, y a la señora Heck Miller se le ocurre un argumento demasiado avanzado para este siglo:

—Su Señoría. El mapa es solo el fondo en que se presentará el sumario. Es como un pedazo de papel blanco en el que usted escribe algo.

—¿Un pedazo de papel en blanco? –Lenard pregunta incrédula—. Yo no pensaría en un mapa como una hoja de papel en blanco.

Tras un momento de meditación, la jueza ordena un receso para poder analizar el asunto y revisar los casos legales presentados por la Fiscalía. Pero cuando se está levantando de su asiento, interviene Heck Miller:

—¿Usted quiere ver el mapa?

—No ahora –la corta secamente la jueza, y se retira de la sala cuando son las 3:30 p. m.

A las 3:53 p. m. se regresa y la jueza pregunta a Heck Miller por los casos legales en los que se apoya y por el tiempo de exposición; según la fiscal, es de quince minutos. Lenard quiere ver el programa y aprovecha para mandar al jurado a casa de una vez. Solicita a Paul que explique de nuevo su objeción. Paul argumenta entonces que el mapa no está en la evidencia, por lo tanto, tiene coordenadas y otros elementos sobre los cuales él no puede hacer preguntas. Además, se le han incorporado fotografías de las víctimas, esto viola las instrucciones de la jueza en ese sentido.

Lenard dice que no habrá más fotografías y que mirará el producto presentado por el capitán Leonard. A las 4:10 nos vamos a otro receso de quince minutos.

A las 4:30 tenemos de nuevo a la jueza en su puesto. ¡Se acabó el show! No habrá programa. Lo que se quiere presentar es acumulativo y está lleno de argumentos en la forma de comentarios añadidos por el testigo.

Así termina este largo martes, que te he terminado de contar en la mañana del sábado 3 de marzo. De más está decirte el fin de semana que me espera para tratar de ponerme al día en este diario.