La historia de Joel Apezteguía (+ Fotos y Video)

Joel Apezteguía luce la camiseta del Tre Fiori. Foto tomada de su perfil personal en Facebook.

La historia de Joel Apezteguía es la historia del hombre que emigra desde lo eventual, que es el hombre que parece no haber emigrado nunca. La historia de Joel Apezteguía es una antología de enlaces a veces fortuitos donde el hombre vuelve a su versión nómada, que es una versión, hasta cierto punto, universal. Es, ante todo, la historia de un futbolista ambulante, de un tipo, increíblemente, parecido a nosotros.

Conversamos por Facebook. Envió audios. Nunca dijo que me lo iba a contar todo. Nunca dijo que no me lo iba a contar todo. No todos se disponen, en ocasiones por pudor, a contarlo todo. Me mencionó ciertas palabras en un italiano que no entiendo y prefiero no entender: entender todas las cosas, en última instancia, es un suceso a veces inofensivo.

P.D: Acá les dejo lo que me confió durante casi dos horas.

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Todo comenzó en Nuevo Vedado, en Plaza de la Revolución, que fue donde nací en 1983. Había una escuela. “José Luis Arruñada” se llamaba la escuela. Quedaba casi al lado de mi casa. Después de las clases jugábamos al fútbol. Desde pequeño mi padre puso un balón en mis pies y ahí, más o menos, empezó mi historia.

Primero todo fue a nivel de municipio y después pasé a la academia, que estaba en el Fajardo. Me llamó el equipo de Industriales para el nacional de fútbol. En mi primera temporada marqué seis goles, si mal no recuerdo. Tenía quince o dieciséis años. Después me llamó el Ciudad de La Habana.

Más tarde me pasé para el fútbol sala y en el provincial metí 45 goles. Eso fue en el primer año. En el segundo año volví a marcar más o menos la misma cantidad. Luego me llaman para el nacional. Anoté 19 y llegó el llamado para integrar el Cuba. No pude aceptar esa oferta. Tuve que ir para España. Mi padre necesitaba de mí.

Apenas terminó la campaña de futsal tuve que irme. Desde antes estaba preparando los papeles. No le había comentado a nadie. Las cosas calladas van mejor. Una vez finalizado ese torneo les dije que no podía aceptar la oferta del equipo nacional porque mi padre me necesitaba. Con 24 años cogí mi primer avión. Era el 2007.

Los primeros tiempos en Vigo fueron durísimos. Quise virar para atrás. No estaba acostumbrado a otro tipo de trabajo. Comencé a trabajar con mi papá en un bar que él tenía. De ahí fui a trabajar al puerto, que era la forma más fácil de ganar dinero y era donde único me daban trabajo porque no tenía aún los documentos.

Tenía los documentos de residencia por tres meses, que es lo que daban al principio. Después te los daban por cinco años y después por otros cinco más. Cargar pescado no es una tarea fácil. Tuve la fortuna de que jugando en la playa me vieron algunos chicos españoles. Me dijeron que tenía talento. Se me acercaron y me preguntaron si quería jugar con ellos en su equipo. Les dije que estaba trabajando en el puerto y que solo había ido a la playa a pasar un día tranquilo. En un tiempo me presenté a una prueba y marqué cinco goles en las “pachanguitas” [cierto juego de peloteo entre varios jugadores, que se hace como entrenamiento] que hacían ellos. El entrenador me dijo que me quedara. Mi primer sueldo fue de 600 euros. No se me olvida nunca. Era un equipo de cuarta división.

En el bar, con mi padre, daba clases de salsa. Lo ayudaba también a preparar las copas, a vender café. Me levantaba siempre a las seis de la mañana, iba al puerto y regresaba, más o menos, a las cuatro de la tarde. Después iba hacia el bar y luego, sobre las seis o siete de la tarde, me marchaba a entrenar. Después de los entrenamientos iba de nuevo hacia el bar. Así era la vida. Así estuve más o menos casi un año. Cargar pescado al menos me sirvió para fortalecer mis piernas, para coger fuerzas y seguir luchando.

Aquel equipo donde hice las pruebas y luego jugué era un equipo de Galicia, que se llama Arbo. Con el entrenador Enrique, más conocido por todos como Kike, todavía mantengo comunicación. Ese año ganamos el campeonato. Marqué 19 goles. Me dieron la camiseta número 10. El entrenador quiso que me quedara ahí. Llamó, incluso, a algunos representantes porque decía que yo tenía talento para jugar en categorías superiores, como la segunda división, la primera. Tenía 24 años. No pude jugar en niveles superiores porque no tenía los documentos necesarios.

Apezteguía durante su etapa en el Manresa. Foto tomada de su perfil personal en Facebook.

Después de Galicia puse rumbo a Barcelona. Ahí encontré a un primo que me llevó a diferentes equipos. En uno de ellos me quisieron probar, jugué bien, marqué dos o tres goles. Me quedé. El presidente tenía muy buenos contactos en Moldavia y tuve la oportunidad de jugar en la primera división de ese país. Él me preguntó si yo tenía interés en jugar allí. Sin conocer el país, arranqué para allá.

Lo que vino después fue muy complicado, porque cuando no conoces un territorio tienes que tener cuidado. Saqué, entonces, mi visado. Probé en el club moldavo. La preparación no la hacen allá. La hacen en Rumanía o en Ucrania. Para ir hacia esos países tuve que atravesar la frontera. Es peligroso. Te pueden disparar. La atravesamos a las cuatro de la madrugada. Un amigo mío brasileño y yo, con otras personas. Era un monte lleno de nieve y todas esas cosas. Una vez que cruzas esa frontera con personas que no conoces... Sí, los conoces en el club, porque eran de confianza en el club. Éramos el brasileño y yo por los montes aquellos llenos de nieve. Cuando cruzamos la frontera, nos estaba esperando del otro lado una máquina que nos llevaba a donde estaba el autobús del equipo. En Moldavia había un campeonato bastante bueno. Fue mi primera experiencia en primera división.

Hay, allá, ciudades deportivas grandísimas, equipos que juegan la Champions League, pero en ese lugar, como en muchos otros, los presidentes piensan en ganar dinero y no en los jugadores. Me cansé un poco de esas cosas. Vi que la situación no estaba marchando bien y decidí irme. Eso te enseña a vivir. Te enseña cómo son las personas realmente.

Después decido probarme con equipos de Noruega. Todo llega a través de un amigo mío. Crecimos juntos en el barrio. Él se fue de Cuba con diez años y, cada vez que venía, me hablaba de mi talento y me decía que yo podía jugar allá en Noruega. Una vez en Europa me puse en contacto con él. Pagué el billete de avión. Me llevó a clubes como el Valerenga, el Stabæk IF. Noruega es un país que amo. Existen todas las condiciones para jugar al fútbol, te cuidan mucho. Jugué bajo techo, en campos espectaculares, siempre a estadio lleno. Tenía 25 o 26 años.

Regreso a España y voy al Manresa, donde estuve antes, en Barcelona. Cambié de representante, y el nuevo, Jordi Guardiola, vio mi currículo y me abrió más puertas. Me dijo que me iba a probar en un equipo de tercera división para ver si mi talento era verdadero. En Manresa marqué siempre goles. Quince o dieciséis el primer año y en las otras dos temporadas estuve, más o menos, en cifras similares.

En ese mismo equipo tuve la fortuna de conocer a un chico que se llama Édgar. Es como mi otro hermano. Apenas llegué me acogió y luego me llevó a su casa. Me hizo vivir allí con su familia. Conocían la situación en la que yo estaba. Mi padre estaba en Galicia. La distancia es grandísima. Me dijeron que me fuera a vivir con ellos para que no estuviese solo en una casa de alquiler.

Jugué, por aquel entonces, en varios equipos españoles. Estuve en el Ripollet. Tuve también la fortuna de que, estando en Manresa, cuando iba de vacaciones a Italia, conocí a la que sería mi esposa. Después de dos años, más o menos, de conocerla, me dice que su padre había sido director deportivo de varios clubes italianos. Su padre, con diferentes contactos, habló con un representante, le enseñó mi currículo y algunos videos míos y me dijo que si quería firmar por un equipo de Albania que se llama Teuta y estaba en primera división. No tenía los documentos aún para jugar en Italia. Fui para Albania y no esperaba que fuera una liga tan importante. Me sorprendió muchísimo.

En ese lugar tuve el placer de conocer al gran portero Roberto Sorrentino, que jugó en el Napoli y en otras escuadras importantes. Era el entrenador nuestro. Me vio entrenar. Me acogió como un hijo. Le gustó mi forma de jugar. No marqué en el debut, pero ya en la segunda presentación sí. Después marqué cuatro en un partido. Luego volví al Manresa. Marqué siete goles en aquella campaña en Albania.

Foto tomada de su perfil en Facebook.

De vuelta en el Manresa le comento a mi esposa que tenía la posibilidad de ir a Italia para formar una familia con ella. Nos casamos. No quería viajar más. Quería consolidarme en algún lugar. Nos casamos por los abogados. Quisimos que fuera rápido para poder obtener los documentos. La boda se hará a lo grande. Por la iglesia. Soy cristiano.

Cuando tuve los documentos había muchas escuadras que me querían fichar. Jugué para el Fano, un equipo de cuarta división. Después fui al Gassino San Raffaele, en Torino y marqué 31 goles. Pasé luego al Chisola. Jugué con ellos uno o dos partidos. Le dije al presidente: “no me gusta hacer estas cosas, pero no soporto estar lejos de mi mujer, no me adapto a la escuadra y quiero una salida”. A mi representante ya lo había llamado la Anconitana y firmé. La Anconitana es una escuadra que ha jugado Serie A y B. Si te llama un equipo así es porque has hecho un buen trabajo y has marcado muchos goles. No jugué como delantero centro, que era mi posición natural, sino como extremo izquierdo, abierto siempre hacia la banda. No defraudé. El año pasado, allí, me fui con 21 goles.

En Italia tengo algunos récords. Soy el primer cubano que marca 31 goles en un campeonato italiano. Soy el primer cubano en debutar en la Anconitana. Ningún extranjero había marcado 21 goles con la Anconitana. Un cubano que llega a Italia y marca 52 goles en dos años… para mí es algo muy bonito.

Estando en Italia, mi padre enferma. Estaba mal. Tenía cáncer de pulmón. Fumaba muchísimo. Tuve que abandonar todo para estar a su lado y pasar los últimos días con él, que era lo que él quería. Le conté toda mi historia. Había muchas cosas que no sabía de mí. Creo que se fue en paz a donde quiera que se haya ido.

Su club actual es el Tre Fiori, de San Marino. Foto tomada de su perfil en Facebook.

Hace unos meses me llama al teléfono el presidente del Tre Fiori, de San Marino, y me hace una buena oferta. Me dice que ahí podría jugar preliminares de Europa League, Champions League y, ¿a quién no le gustaría jugar en esos torneos? Sin pensarlo le dije que sí, que nos pusiéramos de acuerdo en el tema económico y en las condiciones. Estaba esperando que la “Ancona” me renovara el contrato. Nadie entendió por qué no me lo renovaron. Es verdad que hicieron algunos cambios en el ámbito institucional, pero el público, la gente que me seguía, no entendía cómo marcando 21 goles, no me renovaban el contrato. A lo mejor, para la directiva, yo ganaba demasiado dinero.

Hubo algunos amigos y personas importantes que me pudieron llevar para la MLS o para la segunda división de EEUU, pero mucha gente me dijo que no fuera, que meditara bien porque me podría afectar con la convocatoria cubana. No me gusta tener problemas con mi país. Decidí entonces quedarme en Europa porque no quería perder la oportunidad de que me llamase la selección nacional cubana y, a lo mejor me podían decir que no, porque estaba jugando en Estados Unidos.

Lo más importante para mí es representar a mi país y ojalá se dé esta oportunidad porque, al menos, puedo terminar algún día mi carrera sabiendo que aporté algo a mi selección. Si he dado el corazón y la vida por las camisetas con las que he jugado en Europa, imagínate por la de mi país lo que sería capaz de hacer. La defendería a muerte. Es verdad que tengo 34 años, pero me siento como un chico de 25. Me encuentro bien físicamente. Mi cuerpo lo dice.

En su momento recibí un correo desde la dirección del fútbol en Cuba donde me pedían mis datos. Yo le escribí una carta a la Asociación y mi madre se la entregó directamente al jurídico. Esos son los contactos que ha habido. De momento solo queda esperar. Cuba necesita de nosotros y nosotros necesitamos de Cuba. Espero que Mederos cuente conmigo.

Mi debut es un sueño de toda la vida. Ojalá se diera. Y marcase gol. Con la gracia de Dios.

En video, algunos goles de Apezteguía en un partido con la Anconitana