La cuadratura del círculo: Chile a 45 años del golpe militar

Estudiantes se manifiestan en Chile. Foto: Mario Ruiz/ EFE.

En medio de contiendas y escaramuzas electorales y de la conformación del nuevo gobierno, la gubernamental encuesta Cassen ha informado a los chilenos que en 2017 la desigualdad aumentó y que los sectores más pobres empeoran.

La realidad es mucho más grave que los resultados que arroja esta encuesta ya que solo ha medido a las disparidades entre el 10% del ingreso de los más ricos y el del 10% de los más pobres (39.1 veces). Estudios anteriores de fuentes académicas han demostrado que las peores disparidades se encuentran entre el 1% o el 0,1% de los más ricos y el resto de la población. También han demostrado que las disparidades aumentan aun más si se incluyen las cargas impositivas en este cálculo (López et all, 2013).

El Estado Chileno continua incumpliendo las Convenciones y Convenios sobre Derechos Humanos (civiles, sociales, económicos, ambientales, de género, de pueblos originarios, etc.) que ha ratificado, por lo que le son de obligado cumplimiento, e ignorando las amonestaciones que sistemáticamente recibe desde los organismos inter-gubernamentales. Sigue aplicando la Ley Antiterrorista, creando un clima de inusitada inseguridad y violencia, especialmente en contra de el Pueblo Mapuche que lucha por recuperar sus tierras (UDP, 2017). Como si todo eso fuera poco, la Corte Suprema de Justicia dejaba en libertad condicional a graves violadores a los derechos humanos, obligando a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a pronunciarse argumentando que “el Estado Chileno tiene la obligación internacional de no dejar impune estos tipos de crímenes”, refiriéndose a delitos de lesa humanidad cometidos por los militares durante la Dictadura Chilena.

Contradictoriamente, la misma Corte Suprema ordenó el decomiso de 1,6 millones de dolares a la familia del Dictador, originados en la millonaria malversación de fondos públicos que acometió Augusto Pinochet junto con cómplices y testaferros, y que depositó en diversas cuentas en el Banco Riggs en Estados Unidos de Norteamérica. Rocambolesco caso ya que la Corte de Apelación había ordenado previamente levantar el embargo sobre todos los fondos mal habidos, y restituirlos en su totalidad a la familia Pinochet. Claro está que siendo lo decomisado una pequeña fracción del total de fondos malversados al Estado Chileno por el Dictador, la suave condena no deja de ser una prebenda más a esa familia. Según se argumentó, la fracción mayor ya habría prescrito durante los 14 años que duró la investigación y ya había fallecido el autor del delito. Cabe agregar que fue el Subcomité Permanente de Investigación del Senado de los EE.UU. y no la Justicia Chilena quien hizo público este delito (Walder, 2018a). Lo que queda claro es que al Estado Chileno y a la sociedad en su conjunto, les preocupa más los crímenes financieros de la Dictadura, que los de lesa humanidad.

La idea de la participación social, aunque sea en su grado mínimo, como es la participación electoral, es cada vez más ajena a la sociedad chilena. Por eso, buenos son aquellos que se agrupan para denunciar la violación de algún derecho reconocido, aunque la simple denuncia no sea suficiente para cambiar la situación. Por eso, mejores son aquellos que se avocan a la tarea de unir en un mismo esfuerzo a varios de los grupos en lucha. Tarea que en Chile está resultando ser muy difícil, especialmente considerando la ausencia de las clases trabajadoras como actor organizado. Conservar cualquier unión pasajera, aun más difícil, con lo que se priva a la escena nacional de una alternativa emancipadora al dominio del gran capital.

La cuadratura del círculo

Los múltiples retos a enfrentar por los chilenos, de momento casi equivalen al desafío de lograr la cuadratura del circulo. El primer reto a plantearse consiste en cómo puede la izquierda armar un instrumento político viable electoralmente que represente a un amplio grupo de personas movilizadas en aras de un proyecto común, y que al mismo tiempo sea aceptable para un electorado que se ha despolitizado durante décadas.

El siguiente reto consiste en cómo puede la izquierda construir un proyecto político estratégico que surgiendo de las luchas sociales existentes, incluya además a las agendas pendientes, vaya mucho más allá de la mera suma de demandas sociales y golpee certeramente a las actuales estructuras de poder. Para esto resulta imprescindible conocer la propia historia, la raíz de los problemas, e identificar a los poderes nacionales e internacionales enemigos de un proyecto emancipador. Ignorarlo, lleva irremediablemente a mantenerse dentro de la p rotesta pero sin propuesta.

Por ultimo, el reto además consiste en cómo puede este nuevo instrumento político aumentar el poder de los votos, sin tender hacia el centro político, como ya se hizo por parte del FA en las elecciones de 2017. Sin el poder de los votos se aleja también la vocación de poder para el cambio.

Por consiguiente, corresponde renovar esa lucha estratégica que mirando hacia el bien común, con visión sistémica, sea capaz de desmontar las ofensivas políticas destinadas a reforzar el poder del capital. H ay que aunar esfuerzos, cambiar la cultura política existente, ganar elecciones, crear instituciones, recuperar a la política pública y generar su financiamiento. Por eso, e l proyecto de una Asamblea Constituyente sigue siendo válido, necesario y urgente. El pueblo chileno necesita despertar, resolver sus retos y emprender la vía emancipatoria .

Referencias:

(Lea el texto completo en Rebelión)