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El ingeniero de las “cucharas” (+ Fotos)

Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

Osmel Escudero Pérez, jefe del Taller de Cazuelas de la Empresa Siderúrgica José Martí, Antillana de Acero. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

En el corazón del Cotorro, en La Habana, tiene su fragua el “Escudero”. Dentro de una colosal armadura de hierro, atravesada por las manchas de oro de la luz, entre máquinas que arrojan fuego y con la tierra leve bajo sus pies, encontramos a Osmel. El joven metalúrgico, de sencillez espléndida, que insistimos en conocer.

Muchos años atrás comenzó esta historia. “Antillana es lo que queda”, le dijeron al guanabacoense el día que se despidió del Instituto Tecnológico Gervasio Cabrera para comenzar sus prácticas laborales. “No tenía un buen escalafón. Así que no me quedaba otra opción que venir para acá, al menos hasta que apareciera otra cosa”, revela 17 años después, Osmel Escudero Pérez, el jefe del Taller de Cazuelas de la Empresa Siderúrgica José Martí, la Antillana de Acero.

La renuncia no estaba hecha: “Vine para aquí, estuve un tiempo y luego me fui para el Servicio Militar por dos años. Cuando terminé estuve un año sin hacer nada, en la casa. Pero así no podía seguir. Así que regresé y comencé mi servicio social”, comenta Osmel.

El técnico medio en Electricidad retornó a una de las industrias insignes de la Isla, se acercó a la Metalurgia, la que sería luego su profesión, y a partir de ese momento el entusiasmo comenzó a emerger.

“Cuando entré a la fábrica me pusieron de eléctrico, porque fue lo que estudié y después cambié de plaza, pasé para fundición. Empecé de ayudante en el área de elaboración, en el horno cuchara. Me fui superando, pasando cursos… Me hice fundidor, luego maestro (jefe de brigada). Entonces comencé a estudiar Ingeniería Metalúrgica, en la Unidad Docente que tenemos aquí, que es una filial de la CUJAE”, cuenta Escudero, mientras vemos pasar largas barras de acero al rojo vivo.

Entre el metal y el cuaderno

Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

Osmel anda entre sus cazuelas hirvientes como un equilibrista. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

Todo ocurrió en la misma fábrica: la del ruido y el calor abrasador, donde se funden los metales y se superan los obreros, alianza fronteriza entre la realidad y el sueño. “La Ingeniería la hice en el Curso para Trabajadores. Durante toda la semana rotaba en los cuatro turnos de producción (ocho horas ininterrumpidas de labor), y los viernes y sábados iba a clases. Si me tocaba trabajar de 11:00 pm a 7:00 am, y tenía que ir a la escuela, salía del Taller directo para el aula. Así durante seis años”, asegura quien en 2015 se hizo Ingeniero Metalúrgico.

A este joven de 35 años le brillan los ojos cuando habla de su profesión. Asegura que en la Empresa Siderúrgica José Martí empezó a hacerse fuerte, aquí aprendió que al fuego, como a los hombres, no se le debe temer sino respetar. “Este mundo te enamora. Me formó, me hizo ingeniero. Le debo todo a la Antillana, hasta el carácter que tengo ahora, porque antes era un poco loco. La fábrica también me ha moldeado a mí”, dice orgulloso.

Desafíos en la fragua

Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

Osmel trabajando en una de las "cucharas" del Taller. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

Anda entre sus cazuelas hirvientes como un equilibrista, el joven domina a la perfección las áreas que componen el Taller de Cazuelas, el cual dirige hace tres meses: “Cazuelas le presta servicio a todo el flujo de producción: a elaboración, vaciado, todo... Las cazuelas o ‘cucharas’ permiten que no se pare el corazón de la fábrica, que es el horno de fundición. Si se para, la gente de aquí deja de trabajar y como el cobro es por resultados, la responsabilidad es muy grande. Tenerlo andando es un reto”, asevera el ingeniero.

El metal se mueve a más de mil grados dentro de la “cuchara”, la mezcla burbujea para que se distribuya la temperatura entre los productos que la componen. Es un área donde casi todo el trabajo es manual, donde el obrero se expone a altas temperaturas y el peligro se vence prestándole mucha atención a lo que se hace, preparándose.

A unos metros de distancia, el metal líquido no para de caer y las chispas vuelan por doquier. Escudero explica: “No es porque sea mi área, pero los compañeros que tenemos están muy bien preparados. Mira, allí el metal está fluyendo a más de mil grados, un reverberista se hace en tres o cuatro años, no de un día para otro, porque el trabajo es delicado, un error puede  traer graves consecuencias. Por eso tenemos un área de capacitación para todas las operaciones que se realizan en la fábrica. Además, los materiales van cambiando constantemente y hay que estar actualizados, la materia prima es importada y muy costosa. No se puede desaprovechar”.

Osmel demuestra con su hacer que no por amable se es menos respetable, sino más: “Conozco a todos mis compañeros, porque en los años que llevo aquí, pasando por varios puestos de trabajo, he aprendido cómo trabaja cada cual, el carácter de cada uno. Con los muchachos hay q tener un trato diferenciado, con las mujeres también... Así como escuchar siempre a los que tienen más experiencia, aquel maestro que ves sentado allí, Faustino, lleva más de 40 años en la Antillana, una vida entera”.

Será por eso que todos responden cuando él los convoca: “El plan del trimestre ya lo cumplimos, han sido tres meses sin tener afectación con las cazuelas, siempre tenemos tres en producción y una en reserva, no hemos fallado. Estoy orgulloso de eso, de lo que hemos logrado”.

Amuletos entre fuegos

Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

Osmel junto a Faustino, un maestro de la fundición que lleva más de 40 años en la Antillana. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

El ingeniero sabe que su horario de trabajo comienza a las 7:00 am, pero no cuando termina. Confiesa que gracias al apoyo de su esposa y el de toda la familia puede dedicarle tantas horas al Taller. “A Yaremis la conocí aquí. Ella vino a una actividad y la vi. Empecé a caerle atrás y aceptó salir conmigo. Ya mira por dónde vamos”, dice a la vez que saca su celular y nos muestra a Yasmín, su niña preciosa que nació el pasado 14 de febrero. “El mérito más grande es de ella, por aguantar que esté todas esas horas fuera de la casa, que me llamen a cualquier hora, llegar mata’o a la casa”, insiste Osmel.

Osmel Escudero Pérez no para de cavilar, “de seguir haciendo cosas”, como define él sus desvelos: “Tengo pensado revolucionar varias cosas, estoy trabajando en darle curso a mi Tesis de Grado, que tiene que ver con la calidad del producto final –rudas barras de acero que desde hoy tendrán alma para nosotros–. Tengo el apoyo del Director, está interesado en seguir ese trabajo. También estoy propuesto para hacer la Maestría en Metalurgia y en el área quiero hacer una innovación con los quemadores, que funcionen con petróleo y gas indistintamente, porque el combustible está muy caro”.

El recién nombrado Jefe de Taller no acepta ser una excepción: “Tenemos un buen número de jóvenes que se han mantenido aquí. Desde que se ha humanizado un poco más el trabajo, han mejorado los equipos, ha aumentado la remuneración y nos dan responsabilidades insertados en la producción. Antes, los más experimentados no querían enseñarle a nadie, ahora se está pensado de otra manera. Tengo dos muchachos en mi equipo que están preparándose para ir a estudiar a Rusia, para capacitarse mejor. Y eso ha dado resultados, de hecho, no soy el único joven dirigente, casi el 40 por ciento del Consejo de Dirección está integrado por gente nueva”.

En pleno ajetreo, Osmel confirma que nunca soñó con trabajar en un lugar como este, sin embargo, cuando despierta ve que tiene todo lo que soñaba: “Sinceramente me encanta la siderurgia. Al terminar el Tecnológico me dijeron: ‘Antillana es lo queda’  y yo no quería.  Y al final mira: vine para acá y ahora no sé hacer otra cosa, estudié electricidad y no sé cambiar ni un bombillo en la casa. Me hice metalúrgico”.

Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

Por el tren de laminación pasan largas barras de acero al rojo vivo. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

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En el Taller casi todo el trabajo es manual. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

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Las cazuelas o ‘cucharas’ permiten que no se pare el corazón de la fábrica, que es el horno de fundición. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

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En la industria siderúrgica el obrero se expone a altas temperaturas . Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

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Los obreros lucen pequeñitos ante la colosal armadura de hierro que los cobija. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

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Las rudas barras de acero son esculpidas con el esfuerzo de los trabajadores de la empresa siderúrgica más grande de Cuba. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

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La fábrica líder de la metalurgia de la Isla produce alrededor de 200 mil toneladas de acero al año. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

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El 12 de mayo de 1957 se inicio la construcción de la primera fábrica de ciclo completo de metalurgia de acero en Cuba. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

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Las materias primas para una planta integral son mineral de hierro, caliza y coque. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

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Las chispas vuelan por doquier. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.