El periodismo en Cuba: La Revolución

Fidel se reune con periodistas cubanos en 1960.

Luego del final de Diario de la Marina y su entierro simbólico, la situación en el escenario periodístico se mantuvo muy tensa en el año 1960.

Cuatro días después, el 16 de mayo, la crisis estalló en el vespertino Prensa Libre. Sus directivos, incluyendo a Sergio Carbó y Humberto Medrano, abandonaron la publicación. Los trabajadores del diario encontraron los originales de un editorial contra el Gobierno Revolucionario y otro escrito, rodeado por una gruesa orla negra, simbolizando luto, sobre los cuales existía intención de publicarlos. Ante tal provocativa maniobra, los trabajadores deciden continuar la publicación del periódico, y aprueban en una asamblea la designación de Mario Kuchilán, el chino, conocido columnista de la sección Babel, como director.

Precisamente, el 24 de mayo, Prensa Libre publica una carta que entregaron Baldomero Álvarez Ríos y Juan Emilio Friguls al Presidente de la República, Osvaldo Dorticós Torrado, para que  durante su gira por Argentina, Uruguay, Venezuela, Perú, Brasil y México la pusiese en manos de los dirigentes de las organizaciones periodísticas en esos países. En la carta denunciaban las maniobras de los empresarios periodísticos cubanos contra la Revolución.

A finales del propio mes, se pone fin a las coletillas y Baldomero Álvarez Ríos es electo Decano del Colegio Nacional de Periodistas, a la vez que esa institución saluda la designación de Mario Kuchilán, a quien Batista torturó salvajemente después del Golpe de Estado de 1952, como director de Prensa Libre.

Un acontecimiento histórico ocurre el 6 de junio:  la proyección en los cines de La Habana del primer Noticiero ICAIC Latinoamericano, que estuvo dedicado al viaje del presidente Dorticós por los países latinoamericanos. (Sobre la fundación de este Noticiero y sus ediciones posteriores trataremos con mayor amplitud en el capítulo siguiente de esta obra).

La fuga de los directores de medios al servicio de la contrarrevolución prosigue en junio: lo hace Manolo Fernández, dueño y director de Radio Progreso, y sus trabajadores proponen para ese cargo a Marcos Behmaras, destacado humorista, escritor y periodista. Al mes siguiente, Miguel Angel Quevedo abandona la revista Bohemia, y sus trabajadores deciden continuar editando esa publicación bajo la dirección de Enrique de la Osa.

Otro periódico provincial es fundado por la Revolución: Surco, en la provincia de Holguín. El año anterior habían comenzado a publicarse Adelante, de Camagüey, y Adelante Revolucionario, de Matanzas (este último tomó, a partir del 5 de diciembre de 1961, el nombre de Girón)

En septiembre y octubre de 1960, se producen las intervenciones por el Gobierno Revolucionario de las empresas Circuito CMQ S.A., Radiocentro y Radio Reloj S.A., de los hermanos Mestre. Como interventor fue nombrado el periodista Gregorio Ortega. También se confiscan los bienes que tenían esos empresarios en droguerías, agencias de venta de automóviles y accesorios, propiedades inmobiliarias, entre ellas el edificio Focsa, y una empresa publicitaria.

El último mes del año se intervienen las emisoras Radio Caribe y Radio García Serra, y los propietarios del periódico Información abandonan el país. Sus talleres pasan a la Imprenta Nacional.

Un sabotaje, mediante sustancias inflamables arrojadas en los conductos de aire acondicionado de CMQ, que destruyó todos los controles maestros de la TV y de la radio, y los equipos de proyección y microndas, ocurrió el 15 de diciembre.

A este tipo de acciones terroristas comenzó a incitar la emisora Radio Swan, fundada por la CIA el  5 de octubre, en un islote cercano a Cuba  como parte de los preparativos de la invasión de Playa Girón. Esa radio intentó “ablandar” sicológicamente al pueblo cubano y, además, transmitía mensajes en clave dirigidos a la fuerza mercenaria que se adiestraba militarmente en Guatemala, Nicaragua y en territorio de Estados Unidos (Nueva Orleans y Miami, según confesión de la CIA casi 40 años después) y a sus supuestos aliados dentro de Cuba. La agencias UPI y AP se encargaban de distribuir por todo el mundo versiones de lo transmitido por Radio Swan, cables que se publicaban en miles de periódicos de Estados Unidos, América Latina y todo el mundo. Las mentiras cruzaban fronteras en pocos minutos.

Radio Swan comenzó a operar en la banda de ondas medias con una frecuencia cuidadosamente escogida para penetrar en toda Cuba y causar la menor interferencia nociva posible a las emisoras de Estados Unidos. Dotada de un transmisor de 50 000 kilowatts, según unas fuentes, y de 750 000 a 800 000 otras, la emisora  ocupaba el canal de 1 160 kilohertz. Radio Swan era una operación clandestina, pero como tal no fue jamás inscrita en el Registro Internacional de Frecuencia de la Unión Internacional de Telecomunicaciones.

Esta emisora significó para la CIA una erogación mensual de 400 000 a 500 000 dólares para mantener una programación que llegó a contar con tres horarios: matutino, mediodía y nocturno. Los programas de grababan en Miami y eran enviados en cintas magnéticas por avión al islote, perteneciente al territorio de Honduras. Para los noticieros se utilizaban trasmisores ilegales de ondas cortas instalados en las cercanías de Miami, los cuales dirigían sus señales hacia la isla Swan, donde eran captados y retransmitidos por las frecuencias de radiodifusión. Poco antes de la invasión de Playa Girón, Radio Swan fue dotada de un transmisor adicional en la banda internacional de onda corta de 49 metros, también dirigido hacia Cuba. Esa emisora incitaba a la subversión y el sabotaje. Esta era la característica de sus mensajes: “Obrero, tu que conoces la maquinaria destrúyela, nadie mejor que tú puede destruirla sin que los comunistas se den cuenta...no la engrases, deja caer arena en los mecanismos...” Y, de igual forma, llamaba a realizar atentados a los dirigentes revolucionarios, quemar cañaverales y otras instalaciones que la Revolución había nacionalizado.

Varios periodistas que habían abandonado el país trabajaron para los “servicios informativos” de esa emisora, donde lo que primó fue la mentira, la calumnia y los llamados a la subversión y a la realización de actos terroristas.

Y, entretanto, la Revolución siguió impulsando a lo largo de todo este año 1960 la publicación de libros, en ediciones masivas, con el papel y en las imprentas de algunos periódicos abandonados por sus dueños. Esto lo significó Fidel Castro, al hacer la clausura el 8 de septiembre, del Congreso de la Federación Nacional de Obreros del Calzado.

Fidel dijo entonces: “Una buena noticia, ¿se acuerdan ustedes de "La Marina"?, ¿se acuerdan ustedes de "El País" y de "Excelsior"?, ¿se acuerdan dónde se editaba "Selecciones"?, ¿se acuerdan de todos aquellos talleres donde nuestros obreros tenían que estar trabajando y donde la república gastaba tanto papel para embutir al pueblo?  ¡Quién nos iba a decir que esos mismos obreros, con ese mismo papel, con ese mismo esfuerzo puedan imprimir un libro cada cuarenta y ocho horas!, ¿qué les parece?, ¡"El tiburón y la sardina" lo imprimieron en cuarenta y ocho horas!   Es decir que, donde mismo antes se engañaba al pueblo, con esos mismos gastos y con esa misma maquinaria, vamos nosotros a proveer al pueblo de todo el material para que el pueblo lea y aprenda, y analice por sí mismo, pero que tenga la oportunidad de leer.

Antes… muchos que sabían leer y escribir no tenían la oportunidad de comprar un libro, los libros estaban muy caros; en cambio estaban los periódicos esos con un montón así de hojas de anuncios clasificados, de editoriales contrarrevolucionarios, de escritos contrarrevolucionarios, para engatusar al pueblo, para desorientar al pueblo, ¿defendiendo a quién?, ¿a ese pueblo, defendiendo al guajirito, defendiendo al obrero, defendiendo al que vivía en el barrio Las Yaguas?  ¡No!; ¿promoviendo que se construyeran casas, que se le diera tierra a la gente, que se hicieran escuelas, que se hicieran hospitales?  ¡No!, ¡qué va!, promoviendo que los monopolios ganaran más todavía, promoviendo que los especuladores especularan más, promoviendo que los ricos fueran más ricos y los pobres fueran más pobres.  Eso es lo que promovían.  Hablaban de que si la "libertad de prensa", ¡era la libertad de venderse al mejor postor!, la libertad de defender sus intereses, los intereses de las minorías privilegiadas contra el pueblo.

“…ahí está la Imprenta Nacional que tiene unas cuantas imprentas; no ha tenido que gastarse el Gobierno Revolucionario ni un centavo.  Ahora los obreros están contentos porque, claro, ¿qué obrero podía estar contento imprimiendo editoriales del "Diario de la Marina"?  Los obreros están orgullosísimos del trabajo que están haciendo ahora; comprenden muy bien el beneficio que le van a prestar a nuestro país

“El primer libro impreso fue “La fábula de El tiburón y la sardina" (de Juan José Arévalo), que se vendió y se agotó…Ya tenemos hecho el segundo; miren qué bonito (LO MUESTRA AL PUBLICO Y APLAUDEN).  ¿Saben por cuánto?  ¡Por treinta centavos!  ¿Qué les parece?   Este se titula "El pequeño ejército loco de Sandino" (de Gregorio Selser).  Toda esa literatura que, por supuesto, no la dejaban ni entrar; no quería el imperialismo que se supiera lo que pasó en Nicaragua.”

(Tomado de Cubaperiodistas.cu)