Varios representantes republicanos se están uniendo a las compañías de alimentos industrializados para resistirse a los esfuerzos del gobierno del presidente Barack Obama de presionarles para que dejen de promover comercialmente comida chatarra para los niños. (Fuente: AP)
Guillermo TellY aunque las criticadas directrices ejecutivas son de aplicación voluntaria, muchas compañías sólo interesadas en el máximo de ganancias mediante un consumismo irrefrenable, ya están cabildeando activamente en el Congreso, con un fuerte apoyo de legisladores republicanos, para convertirlas en letra muerta. Alegan que son exageradas, porque se extienden hacia el exceso de soda en los panes empaquetados y refrescos, como si esos contenidos fueran poca cosa para el deterioro de la salud humana. Tampoco están dispuestas a concebir otras alternativas de ofertas saludables, y ni mucho menos la oposición bipartidista de turno a desaprovechar cualquier filón de beneficio electoralista.
Intereses económicos espurios y politiquería sucia, propios del sistema, se dan siempre la mano, hasta para garantizar que crezca una nociva población obesa, bajo riesgos de contraer las enfermedades, con frecuencia mortales, que se deriven.