Cobayos humanos

Centenares de guatemaltecos sujetos a experimentos con sífilis por parte de EEUU en Guatemala en la década de 1940, presentaron hoy una demanda en Washington en contra del Gobierno en busca de indemnización, informó una de las firmas legales que los representan. La demanda colectiva, en nombre de alrededor de 700 prisioneros, soldados, pacientes mentales y huérfanos, busca una compensación monetaria por los problemas de salud que desarrollaron a raíz de esos experimentos, explicó la firma legal Parker, Waichman y Alonso. (Fuente: agencia EFE)
Guillermo Tell

Los hechos se remiten a los años de 1946 y 1948, cuando toda esa población vulnerable le venía como anillo al dedo a los científicos estadounidenses, quienes deliberadamente la infectaron con el virus, sin pedir permiso a nadie, como si ese país centroamericano fuera un laboratorio humano propiedad de Estados Unidos.

No estarían cautivos en campos de concentración, pero los autores del abuso muy bien pudieron inspirarse en los experimentos del médico nazi Menguele. Y por cierto que antes que éste, en 1932, comenzó en  Tuskegee, en el Estado de Alabama, un estudio con 400 infectados de sifilis, todos ellos afroamericanos.  ¿Quiénes si no para destinarlos a cobayos humanos?

En octubre pasado se destapó el escándalo  al salir a la luz pública un informe muy celosamente guardado durante décadas, y fue tal la conmoción que hasta el presidente  presidente Obama se vio obligado a ofrecer disculpas a su par guatemalteco Álvaro Colom, algo que por lo menos, hay que reconocerlo, nunca se había hecho entre ante tantas tropelías de todo tipo que ha cometido la potencia imperial a lo largo de toda su historia contra otros pueblos.

Para las víctimas y las actuales autoridades  del país el mensaje de circunstancia de la Casa Blanca,  que incluye una promesa de crear una comisión especial para estudiar los aspectos éticos, no alcanzan para que se haga justicia y se compense por el inhumano agravio. Por eso los directamente afectados reclaman, alertando contra el silencio, porque lo otro queda sólo en palabras que se lleva el viento. Por lo demás ¿de que ética se habla donde no hay?