El gobierno mexicano indaga el asesinato de 72 presuntos migrantes indocumentados de Centro y Sudamérica que buscaban llegar a Estados Unidos, presumiblemente a manos del cartel de las drogas de Los Zetas. (FUENTE: AP)
Guillermo TellEspeluznante en extremo, el frío asesinato de tantos migrantes de diversas nacionalidades de un golpe, marca otra alarmante cota en la creciente violencia dominante en México y la impunidad con que actúan las poderosas bandas de narcotraficantes, estimuladas por el inagotable mercado estadounidense, de donde a su vez proceden las armas homicidas con que desafiar cualquier autoridad.
Las investigaciones en curso para determinar las circunstancias y detalles del suceso, acaecido, al igual que otros sangrientos episodios parecidos, invariablemente cerca de la frontera con Estados, genera diversas preguntas en pos de llegar al turbio fondo. Acaso, entre otras, será que el sicariato de la droga también se desempeña como primera barrera expedita para tantos pobres incautos que pretenden llegar al territorio del elusivo sueño americano, tentando un cruce al que Estados Unidos pone cada vez más valladares. ¿Un pacto tácito a favor del intercambio exclusivo y sin inconvenientes, de estupefacientes por armas?