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Bajo la lupa

Manifestantes sostienen banderas y pancartas en las que muestran su solidaridad con Palestina en el centro de Manhattan, en la ciudad de Nueva York. Foto AFP

Israel domina en forma apabullante TODO el “Gran Medio-Oriente” gracias al apoyo de Estados Unidos: mares (cinco submarinos), tierra (2 mil tanques) y cielo con una de las más poderosas fuerzas aéreas del mundo repleta de aviones (595) y drones (primer exportador mundial); además, entre 200 y 400 bombas nucleares clandestinas.

Lo más sorprendente del enésimo choque en Gaza y en “Jerusalén oriental” en Al-Quds (que en árabe significa “sagrado”) lo constituyeron tanto el asombroso despertar de los millennials “árabes israelíes” –20% de la población de Israel– en las ciudades “mixtas”, como la reconectividad identitaria de los palestinos de Gaza con “Jerusalén oriental”, Cis-Jordania y los “palestinos israelíes”.

El icónico palestino barrio de Sheikh Jarrah en “Jerusalén oriental” en Al-Quds –ocupada y asediada por la minoría de colonos israelíes, en su mayoría “jázaros ashkenazis no-semitas– lleva el nombre de uno de los médicos del gran conquistador islámico Saladino.

Los moradores autóctonos palestinos están siendo despojados y desalojados en Sheikh Jarrah por los jázaros ashkenazis no-semitas de origen mongol-centroasiático que practican “limpiezas étnicas” y enajenaciones catastrales con bendición del saliente primer Netanyahu y su deliberada “guerra civil”.

¿Cómo pueden “retornar” a “Jerusalén oriental” quienes nunca estuvieron antes allí?

“Jerusalén oriental” fue anexada unilateralmente por Israel en 1980, que se consagra ahora a confiscar las propiedades de los palestinos para dejarlos en minoría por la nueva “mayoría” de colonos jázaros ashkenazis no-semitas.

Dejaré de lado las feroces críticas internacionales para centrarme únicamente en las opiniones de los propios israelíes.

Después del fracaso del primer saliente Netanyahu para formar un gobierno de coalición, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, nombró a Yair Lapid (YL), del partido centrista Yesh Atid (“Hay Futuro”), para conformar un nuevo gabinete.

YL arremetió contra el timing del “incendio que siempre sucede precisamente cuando le es más conveniente al primer ministro”.

De paso, YL arremetió contra el “lunático” legislador Itamar Ben-Gvir (IBG), quien “jugó un papel central en la escalada de tensiones en Israel y en la conflagración en Gaza”.

En su macabra alianza con Netanyahu, IBG abrió una provocadora oficina extraterritorial en el icónico barrio palestino de Sheikh Jarrah, donde los autóctonos palestinos sufren desalojo y despojo de sus propiedades con el objetivo de judaizar en forma gradual a “Jerusalén oriental”, donde todavía resisten heroica y supervivencialmente 340 mil palestinos sitiados por 215 mil colonos israelíes.

La tóxica ideología teosupremacista de Otzma Yehudit (“Fuerza Judía”) –¡catalogado de “terrorista” por el Departamento de Estado de Estados Unidos! – proclama la “solución de un solo Estado teocrático judío” que incluye la anexión de Cisjordania –considerada ilegal por la ONU– y la “transferencia” de 6 millones de autóctonos palestinos desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.

Otzma Yehudit, excrecencia del proscrito partido Kach, fundado por el rabino Meir Kahane, es todavía un partido marginal, pero es usado por Netanyahu para eternizarse en el poder.

El inminente cese al fuego, paradójicamente, da el “triunfo” pírrico a los dos contrincantes: a Hamas, con su victoria táctica y su milagrosa reconectividad con las “cuatro Palestinas y los “cuatro subtipos de palestinos y a Netanyahu, que se puede eternizar en el poder al precio del vilipendiado apartheid de Israel y su “guerra demográfica”

¿Qué sigue: “un solo Estado” supremacista teocrático judío, “dos estados”, ¿una “confederación” o un referéndum?

(Tomado de La Jornada)