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La industria musical cubana de cara al mundo digital

Cubadisco, dedicado en su edición de 2018 a la música popular cubana y al aniversario 130 del natalicio.

Termina una nueva edición de Cubadisco y todos los amantes de la música cubana nos sentimos regocijados al ver la calidad y variedad de las grabaciones, la “salud” de nuestra música, repleta de buenos intérpretes en todos los géneros, algo realmente increíble si tomamos en cuenta las dimensiones de nuestro país y su población en relación con el resto del mundo y otros países con gran tradición musical e influencia en el mercado como EE.UU., Brasil, entre otros.

Sin embargo, en términos de producción, industria y mercado es como si nada hubiera ocurrido en los últimos 10 años. Se sigue trabajando sobre el mismo “modelo” de grabar un CD por unidad artística o se recopilan diferentes temas a modo de compilación (archivo) o selección según determinados criterios. Pero todo sigue girando en torno al CD y la producción del mismo.

Hace mucho rato que el mundo cambió y especialmente el sector musical sigue siendo el que marca la pauta en cuanto a cambios dentro de este mundo completamente “digital”.

No es que ya no se graben discos en el mundo, ni que esto no sea importante, pero hace mucho rato que la industria musical dejó de girar en torno a la producción de CDs y otras muchas variantes han subido a la escena con un peso importante. Es el caso de los “singles”, como tema independiente (sin que exista un disco previamente) y su forma de llegar al mercado, bien sea en forma de videoclip, descarga (ha bajado bastante su peso dentro del mercado últimamente) o “streamming” (escucha en línea), sin dudas la vedette del momento.

Y no quiero decir con estos que nuestras casas discográficas no comercialicen sus producciones por todas estas vías, sino que esto no tiene reconocimiento alguno en la forma en que seguimos premiando los éxitos de nuestra música.
¿Hasta cuándo va a continuar esto así?

Es cierto que las limitaciones en términos de comunicación y acceso a Internet dentro del país aún son muy limitadas a pesar de los esfuerzos realizados. Tantos años sin hacer nada y recharzar la apertura en este sentido, velando más por la seguridad que por los niveles de conectividad, nos pasarán la cuenta aún unos cuantos años más antes de poder alcanzar niveles relativamente aceptables para los estándares mundiales de hoy.

Pero eso no nos puede llevar a cerrar los ojos como si eso no existiera o no nos importara. Es el camino por donde se mueve la industria musical mundial y, sea o no de nuestro agrado, o nos montamos todos en ese carro o seguiremos en el ostracismo.

Sé que se trabaja en diferentes proyectos para potenciar la presencia de nuestra música y nuestros artistas en el mundo digital, pero aún resulta insuficiente. Si queremos avanzar más rápido necesitamos una estrategia como país que, en primer lugar, potencie la promoción de lo nuestro a nivel mundial. Que exista un lugar o una forma de acceder a estos contenidos donde perfectamente se pueda identificar la música cubana.

Seguimos apareciendo en las clasificaciones anglosajonas de “música tropical” o “latin music”, donde, como un gran saco, se pierde todo y se confunde al consumidor.

Debemos tener claro que a los grandes consorcios internacionales no les interesa trabajar en este sentido. Ellos tienen clara su estrategia y cuando necesitan hacer alguna modificación la hacen y sigue. Somos nosotros los que tenemos que ocuparnos y velar por esta proyección.

Si en los grandes “escaparates” de música digital, donde está hoy la música cubana, no hay forma de desmarcar nuestros intereses de la forma en que nosotros consideramos debe llegar al mercado, pues creemos canales para ello.

Las redes sociales son un mecanismo insustituible hoy en este sentido, con posibilidades de crear tendencias utilizando “hashtags” u otras opciones similares.

Pero también podemos crear una base de datos con todos los registros musicales de canciones y discos con que contamos y hacerlo público en Internet, como hacen hoy sitios como “IMDB” con las películas y otros materiales audiovisuales. Esto permitiría redirigir el tráfico hacia los lugares donde se co-mercializa nuestra música, pero con una orientación clara de cara al consumidor.

¿Cómo puede ser que nuestros artistas y agrupaciones musicales viajan el exterior, realizan giras internacionales y presentaciones con bastante éxito y esto no repercuta en la comercialización y consumo de sus grabaciones? Evidentemente algo falla en la cadena.

Seguimos aún con el divorcio entre Agencia de Representaciones Artísticas y Casa Discográfica. Una representa la comercialización del artista en vivo y la otra sus grabaciones, pero en la mayoría de los casos no hay un trabajo conjunto que permita potenciar todas las fortalezas, al punto que el propio artista es el menos interesado en la comercialización de sus propias grabaciones. Eso no es su problema. Sabe que su fuente de ingresos principal depende de las presentaciones que realice.

Tampoco se preocupa el artista por darle a conocer a su casa discográfica sus planes de giras internacionales para sumar esfuerzos. Muchas veces esto se coordina desde el exterior por otra entidad que subcontrata al artista, pero, aun así, el propio artista sería el primer interesado si estos mecanismos existieran y funcionaran.

Mientras no potenciemos los mecanismos de promoción internacional disponibles en el mundo digital de cara a incrementar la comercialización de la música cubana y sus intérpretes, será difícil incrementar la presencia de estos en el mundo y sobre todo hacerlo según nuestra propia estrategia. O hacemos nuestras las herramientas digitales disponibles para estos fines o seguiremos retrocediendo en el tiempo.

Por otra parte, de cara al mercado interno, limitado por las condiciones tecnológicas y niveles de conectividad, también hay que realizar acciones y también definir una estrategia.

¿Por qué no acabamos de poner a disposición de la población cubana toda la música posible en formato digital? Por supuesto que hay que adaptarse a las posibilidades, pero no es imposible.

En primer lugar, hay que aprovechar todos los espacios posibles donde podamos poner estos contenidos con acceso a descarga, al menos. Esto puede ser dentro de teatros y salas de concierto, en ferias, exposiciones y otros eventos, en lugares públicos con acceso a conexiones inalámbricas (por ejemplo, en los hoteles), y coordinando estas posibilidades con los servicios hoy disponibles o buscando potenciar lo mismo.

Y en segundo lugar, aunque se pueden hacer promociones gratuitas para potenciar el consumo de determinados intérpretes y géneros, establecer mecanismos de pago que permitan la comercialización de estos contenidos. Ya se han probado algunos como incluir la descarga de determinados contenidos para quien compra una entrada a un lugar o un servicio determinado, venta de tarjetas tipo “monedero” que funcionan como tarjetas de débito para la compra de música digital, utilización de las posibilidades que brindan los móviles y los servicios telefónicos para el pago a través de los mismos, entre otros.

No es un camino fácil ni está todo preparado para utilizarlo de inmediato, pero si no empezamos ¿cuándo tendremos algún resultado? Alguien tiene que dar el primer paso. Si seguimos esperando porque esto es tarea del otro pues nunca haremos nada.

Por el contrario, mientras menos hacemos, más se fomenta el consumo gratuito y “pirata” de toda nuestra música. Y mientras más tiempo pasa más difícil será convertir a estos consumidores en compradores de estos contenidos.

Por último, y no menos importante, si para la industria del libro existen los recursos para publicar de forma subvencionada aquellos materiales que nos interesa la población consuma, en aras de fomentar los hábitos de lectura y el nivel cultural de la población, ¿por qué no se puede hacer lo mismo con un grupo de CDs seleccionados para potenciar el consumo de géneros musicales menos favorecidos pero altamente valorados, selecciones de la mejor música producida ese año o las grabaciones premiadas por su alto valor artístico?. En un país musical por excelencia potenciar el buen gusto y el consumo de lo mejor de su música debe ser una tarea priorizada. Incluso en no pocos casos la palabra “subvencionada” puede desaparecer del proyecto cuando las tiradas que se hagan alcances las decenas de miles de unidades.

No creo tener la última palabra en todo esto, y posiblemente algunas de las ideas que aquí planteo, no podrán llevarse a feliz término por razones económicas o de otro tipo, pero con suficiente peso, pero si estas líneas motivan al análisis del tema y nos movilizan en función de mejorar la actual situación de nuestra industria musical, pues sentiré que valió la pena hacer llegar este mensaje.

Estoy seguro que del análisis colectivo saldrán más y mejores ideas y maneras de solucionar estos problemas. Confío en ello. Nuestro país, además de excelentes músicos, tiene técnicos y profesionales de la industria musical, las comunicaciones, la informática, el marketing digital y la comercialización de productos y servicios, con muy alto nivel y competitividad probada a nivel internacional, así que el recurso humano (seguramente el más difícil de conseguir y casi siempre el más caro) lo tenemos a mano. ¡Éxitos en este empeño!