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Lactancia con sabor a amor

Ana, Gretel y Elena son tres madres que conozco, y que tienen visiones distintas sobre la lactancia materna. Con un niño de dos años, Ana todavía da el pecho a su hijo y confiesa que lo disfruta inmensamente. Gretel, en cambio, tiene una niña de 3 meses, pero ha decidido abandonar la lactancia, porque asegura que produce “poca leche” y su pequeña “no se llena”. Mientras, Elena optó por el biberón, ya que no se acogerá a la licencia de maternidad, y necesita ausentarse de la casa durante varias horas.

La lactancia materna es el tema del que conversaremos hoy en “De madre y de padre”, ese lazo que une al bebé con su progenitora desde sus primeras horas de vida, y que genera sentimientos encontrados tanto entre aquellas familias defensoras de ofrecer pecho exclusivo hasta los seis meses, como entre otras que quisieron pero no pudieron o, simplemente, decidieron abandonarla ante los problemas surgidos en el camino.

Les confieso que este es uno de los temas que siempre había querido tratar en esta sección. En primer lugar, porque creo que es uno de los más difíciles al que se enfrenta la mujer desde el nacimiento de un hijo. En segundo, porque aunque muchos reconocen la importancia de la leche materna, tristemente he podido comprobar que no pocas veces la falta de información influye en que un mayor número de madres decida dejar de dar el pecho.

En Cuba, por ejemplo, si bien podría decirse que un alto porcentaje de las madres sale de los hospitales amamantando a sus bebés; desde mi experiencia he constatado que no son todas las que cumplen los recomendados 6 meses de lactancia materna exclusiva.

La que les escribe es una firme defensora de la lactancia. Soy de las que se extraía las tomas cuando necesitaba salir a una urgencia, y de las que rechacé cualquier sugerencia de complementar con leche artificial antes de los 6 meses. No obstante, aunque el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas reconoce la lactancia materna como un derecho humano para bebés y mamás, respeto a madres como Ana, Gretel y Elena, porque pienso que cada quien tiene el derecho a decidir, y también creo que una mujer no es mejor o peor madre por dar o no el pecho a sus hijos.

Leche materna: sí, pero…

Según explican los pediatras Cecilia Coto y Pablo Leal en el libro El ABC del niño en casa: “La leche materna es, sin lugar a dudas, el alimento por excelencia adaptado a la fisiología del lactante y que contiene las cantidades y tipos de proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales adecuados para su desarrollo”.

Según afirman, la importancia de esa leche es básica, porque “aporta componentes inmunológicos necesarios para la inmunidad humoral y celular vitales para proteger al niño de infecciones de virus, bacterias y parásitos”.

De acuerdo con estos doctores, aunque la cantidad de leche varía de una madre a otra, las características biológicas y químicas de la misma se mantienen, por lo que si bien habrá madres que serán mejores nodrizas que otras, siempre serán capaces de amamantar por un tiempo mínimo a su bebé.

Ahora bien, ¿qué influye en que varias madres dejen a un lado las recomendaciones de pediatras y opten por el biberón, en un país en el que felizmente la mujer cuenta con el beneficio de un año de licencia de maternidad?

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, prácticamente todas las mujeres pueden amamantar, "siempre que dispongan de buena información, del apoyo de su familia y del sistema de atención de salud". De ahí que el trinomio "deseo de hacerlo, apoyo e información" es clave, y si alguno de estos elementos falla es posible que se pueda ver afectada la lactancia. Pero por supuesto que las causas son disímiles. Si tuviera que enumerar algunas de las razones más mencionadas en relación con el abandono de la lactancia, diría que, además de la falta de asesoramiento, existen las presiones del entorno.

Con esto me refiero a aquellos familiares, vecinos o amigos que ven en la lactancia materna a demanda una opción que esclaviza a la mujer, y piensan que solo dando pecho el bebé puede pasar hambre. No se me olvida que, cuando llevaba un mes de parida en la casa, una vecina me preguntó por qué no daba agua y malanga a mi bebé, y por más que le expliqué que eran las recomendaciones de los médicos y que mi hijo estaba aumentando muy bien de peso, leí en sus ojos que no logró entenderme nada.

También, muchas nos obsesionamos con que el niño tiene que ganar peso rápidamente, y decidimos darle leche artificial. Así, muchas madres ofrecen biberones de refuerzo, agua de arroz y hasta jugos a sus hijos, porque piensan que con su leche no es suficiente.

Por último, están los problemas físicos en el pecho, como las mastitis, las grietas y los malestares, porque no es menos cierto que la lactancia es dolorosa durante los primeros meses.

Con este coctel de limitaciones, hay muchas mujeres que ven a la lactancia materna exclusiva como un sueño inalcanzable, otras como una recomendación ilógica, mientras que están también las que la defienden hasta el cansancio y no ofrecen nada más a sus pequeños hasta tener cumplidos los 6 meses.

En mi opinión, el problema no está en optar por una u otra forma de alimentación de nuestros hijos, sino en la manera en la que llegamos a una u otra decisión, la que, muchas veces, no parte de un conocimiento informado, ni cuenta con el criterio de un especialista.

Me explico: no han sido pocas las ocasiones en las que me he encontrado en las colas para ver al pediatra de mi área en la consulta de puericultura, y he escuchado a madres que cuentan a otras todo lo que ofrecen a sus hijos (arroz, malanga, jugos de frutas, gelatina) en un esquema de introducción de alimentos ideado por ellas mismas.

Lo preocupante del caso no es que ellas detallen esto en tono de orgullo, sino que luego digan frente al pediatra que continúan dando solo pecho a sus hijos, para evitar el regaño. Una vez escuché a una mamá decir: “el otro día la doctora la pesó y había aumentado cantidad. Entonces me dijo: viste que con el pecho sí engordan, y yo me eché a reír pensando para mis adentros: si tú supieras…”.

Cuando choco con estas historias me pregunto: ¿para qué quieren la opinión de un pediatra, si ellas, al final, ni le cuentan la verdad?

El mejor alimento para el lactante

Amamantar es sobre todo un acto de amor hacia nuestros hijos. Foto: Ivette Ivens

Por supuesto que lograr la lactancia materna es un reto bastante difícil, por el esfuerzo y constancia  que demanda de la madre; pero quienes la conocen no dudan en defender sus beneficios.

No estoy hablando solamente de una de las ventajas que más mencionan las madres (el hecho de no tener que esterilizar biberones ni tener que preparar la leche cada tres horas), sino porque la lactancia materna evita al bebé muchas de las complicaciones que suelen presentarse a los bebés con la introducción de las leches artificiales, como las diarreas e intolerancias a las leches, el estreñimiento, los cólicos, las alergias...ya que se trata de un alimento rico en anticuerpos del tipo IgA, por lo que constituye una primera línea de defensa en las zonas mucosas, como el intestino del bebé.

Tal es la calidad de la leche materna, que ninguna leche en el mundo ha podido igualar sus beneficios. Recuerdo que los primeros meses yo pensaba con orgullo: "Qué afortunada soy, le estoy dando a mi hijo la mejor leche del mundo, y además es absolutamente gratis". En el mercado internacional se comercializan diversas fórmulas infantiles que intentan imitar los beneficios de la leche materna, pero hasta el momento todas especifican que la lactancia en los primeros seis meses es insustituible.

En Cuba, por distribución normada, todos los niños reciben leche entera fortificada con hierro y zinc desde su nacimiento, mientras que en las tiendas se puede adquirir la fórmula láctea en polvo de Nestlé NAN, aunque con un precio bastante alto para el bolsillo de los padres. Conozco a madres que han optado por una y por la otra, y las experiencias son tan distintas como desiguales somos los seres humanos.

En mi caso, cuando quedé embarazada, nunca me pregunté si daría pecho o biberón. Por supuesto que por cultura general sabía que la leche materna "era lo mejor", pero desconocía completamente cómo colocar al bebé, cómo producir leche, y recuerdo que sentía bastante miedo a pegar al niño y descubrir que mi cuerpo no fuera capaz de producir ese vital alimento. Mi única referencia era el recuerdo de mi madre con sus largas madrugadas sin dormir junto a mi hermana más pequeña, o las imágenes de algunas mamás amamantando en la guagua a niños de más 3 años.

Pero una vez nacido mi hijo, no escuché otra recomendación en el hospital que “lactancia materna exclusiva”. Muchas madres decían que no tenían suficiente leche, pedían las apoyaran con una toma, y la recomendación siempre era la misma: “pégatelo cada vez que llore, dando leche artificial no lo vas a lograr”. En las instituciones médicas cubanas, por lo general se respira ese mensaje único que ayuda a resolver los contratiempos que se plantean en los primeros días, y esto es sin lugar a dudas muy importante, porque es donde primero aprende la madre primeriza.

Luego, cuando salí del hospital, comencé a leer un poco sobre el tema y fui encontrando poco a poco el mismo mensaje que se repetía: “La lactancia materna es el mejor alimento para el lactante”. Así estaba escrito en compotas, leches de fórmula, paredes de hospitales. Idea que, a su vez, comprobé se correspondía con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la Unicef, y de todos los pediatras que he conocido en Cuba. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que había hecho bien.

Pero más allá de todos esos consejos, si me preguntaran qué me llevó a dar el pecho a mi hijo, diría que la mayor presión salió de mí misma, pues imaginarme dando leche artificial teniendo la materna me hacía sentir la peor madre del mundo.

Y claro que, igual que todas las mujeres, tuve miles de problemas: mi bebé no sabía succionar, y yo no lograba colocarlo en la postura correcta por mucho que había estudiado la teoría en unos carteles que estaban a lo largo de la sala donde estaba ingresada. Se dormía, no chupaba bien, había un pecho al que no conseguía pegarse entre gritos y tenía que extraerme la leche constantemente, porque mis senos estaban al borde de una mastitis.

Aun así, el miedo a que a ese niño tan pequeño le pasara algo por mi culpa era tan grande, que en mi cabeza no había otra idea que lactancia materna  Di pecho exclusivo hasta los 5 meses y medio, hasta que finalmente me convencí de que realmente debía complementar la alimentación de mi bebé, porque prácticamente no estaba aumentando de peso.

Por lo que he vivido hasta hoy, creo que se impone más informar, preparar para la lactancia a la mujer desde el embarazo, y no solo explicarle las técnicas y la importancia de este alimento para su hijo, sino los problemas que se puedan presentar y qué hacer ante cada uno de ellos para no abandonar la lactancia.

Crear grupos de apoyo a la lactancia en policlínicos y consultorios cubanos, conformados por madres que hayan optado por la lactancia materna exclusiva podría ser una opción interesante, pues el contacto con otras mujeres que amamantan ayuda a prolongar la lactancia.

Ahora, creo que tendremos que llegar al momento en el que las que no quieran o no puedan dar el pecho, por cualquier causa, no se sientan peores madres, como tampoco se cuestione a las que tienen niños de un año y continúan dando pecho.

De seguro, como siempre, ustedes tienen mucho más que contarme sobre este tema: las mamás que lo intentaron pero no pudieron, las que tuvieron que extraerse manualmente leche para dejarle a sus hijos en el refrigerador, el papá al que la esposa dijo más de una vez “no puedo ir, porque y si el niño llora no estará la teta”, o los abuelos que tuvieron que apoyar mucho en la cocina o el lavado para que la madre amamantara al bebé. Espero sus comentarios, y los invito a dejar un mensaje sobre el tema para las futuras madres.

Algunos consejos sobre la lactancia materna

El placer de amamantar. Foto: Archivo.

La lactancia materna exclusiva asegura la completa nutrición de tu bebé. Esto quiere decir que no necesitará otros líquidos ni alimentos al menos durante los 6 primeros meses.

Para dar de lactar a tu bebé, busca una posición cómoda, con la espalda y brazos bien apoyados y hombros relajados. Cuando el bebé encuentre el pecho, asegúrate de que su nariz está a la altura del pezón, para que abra bien la boca. Parte o toda tu areola debe estar dentro de su boca. Y no debes sentir molestias

El bebé nace preparado para estar 2 o 3 días alimentado exclusivamente con calostro (un líquido espeso y amarillento con un alto contenido en células de acción inmunitaria, proteínas y vitaminas), por lo que no necesitará nada más. En unos días se convertirá en leche de transición (algo más clara y líquida) y poco después en leche madura (blanca y líquida).

El pecho se da a demanda. Cada vez que tu bebé dé muestras de hambre ponlo al pecho, sin horarios y todo el tiempo que quiera.

La composición de la leche varía durante la toma: la del principio es más "aguada" y la del final más grasa. Cuando termine con el primer pecho, ofrécele el otro, y en la siguiente toma empieza por este último (o por el que notes más lleno o ingurgitado).

La producción aumenta con la frecuencia del amamantamiento y se mantiene dando el pecho a demanda. Si lo haces así, te asegurarás de tener la cantidad de leche que necesita encada momento y etapa de crecimiento.