Cubadebate Goles son amores: Sistema

Süle anotó el primer gol del Bayern en la temporada liguera. Foto: @FCBayernES.

Todo en el Bayern conduce, quizás voluntariamente, a una secuencia metódica que no debería acabar nunca: los pases largos de Hummels, por ejemplo, son la consecuencia de un sistema único, de una idea que se repite de forma renovable en lo idiosincrático-mercantil (resumen: el Hummels del último partido contra el Leverkusen fue el Lúcio que se exhibió ante cada estadio de la Bundesliga hasta el 2009).

El Bayern es una de las pocas formas de vida que no se ha perdido en un fútbol donde la cantera del Ajax no alcanza para ganar Champions o Europa League, ni la del Barcelona posa alrededor del centro del campo. La crisis de los paradigmas ha conducido al caos mercantil que tiene como estandarte una noción del crecimiento basada en la premura: un equipo tarda más tiempo en construirse a partir de la cantera (hubo un tiempo en el cual, por motivos de solvencia, entidades como el Éibar -bajo la presidencia de Alex Aranzábal- decidieron disolver el filial y apostar por la contratación o cesión de jugadores con un perfil determinado).

El club bávaro, a diferencia de muchos, sabe lo que siempre ha necesitado y, en base a ello, plantea su política de fútbol base y acecha dentro del mercado. El pasado año gastó solamente 70 millones de euros en dos incorporaciones (35 costaron Hummels e igual cantidad, Renato Sanches). El primero fue fundamental; el segundo llegó para adornar el tapiz y a Carletto no le gustan demasiado las florituras que introduzcan ruido dentro de un esquema instintivo.

Lo más triste de todo esto radica en que, en medio de la cosmovisión financiera de este deporte, gran parte de los clubes más importantes se rinden especialmente ante el Bayern como potencia doméstica que luego traslada concepciones hacia la selección alemana. Sucede algo similar a lo que ocurrió, en su momento, con el Barça (“en los años anteriores estuvimos mirando hacia España que era la medida de todas las cosas”, decía Löw). Pasa desde hace algún tiempo con la Juventus. La diferencia se halla en que cada equipo español e italiano defiende una forma distinta de entender el fútbol por más volantes de alta sociedad o directores deportivos que logren contratar. En Alemania todo parece funcionar a nivel sistemático y el Bayern es solo una pieza de algo que comenzó en 1999 con la inauguración, en todo el país, de 121 centros de formación para jugadores jóvenes.

Lo que había iniciado Klinsmann en 2006 lo completaba Löw con una frase sinóptica: “el fútbol siempre tuvo algo que ver con la estética, la ligereza”. Once años después, Julian Nagelsmann, técnico del Hoffenheim –revelación de la pasada temporada-, definía la última década del fútbol alemán: “me gusta atacar a los rivales cerca de su área porque se reduce el camino hacia el gol”. En un intervalo medio entre ornamento y presión está el Bayern conceptual, que (1) preserva ciertas lógicas institucionales para permitirse evolucionar fuera de lo estentóreo; (2) revitaliza su juego a partir de fundamentos de polivalencia y (3) asume la tradición como fin y medio donde emplazar cada elemento.

*******

El 4-2-3-1 que colocó Ancelotti en el estreno ante el Bayer, cuando se convertía en 4-5-1, era una expresión extendida previamente en el Tuchel del Dortmund, el Schubert del Mönchengladbach, el Hecking del Wolfsburg, el Roger Schmidt en su primer año al frente del Leverkusen, el Nagelsmann del Hoffenheim: ataque que circunda los tres cuartos de cancha con seis o más efectivos.

Todo en el fútbol alemán se reduce a esas pequeñas cosas que lo vuelven sistémico: el gol que marcó Süle, de cabeza, es el mismo que anotó Hummels ante Francia en el último mundial. Al final del partido, Süle tomó el camino equivocado a través de la zona mixta. Caminó por donde casi siempre pasan los jugadores visitantes: "lo siento, es todo nuevo para mí aquí", dijo. Debe haber algo en las palabras del defensor alemán que no es totalmente cierto.