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La Salud Pública, el Transporte y la Innovación

Está muy bien que se discuta y debata con todos lo que es un problema de todos. Y sobre todo en una democracia socialista, que por definición debe ser la más democrática, sin la influencia determinante de élites poseedoras para los que el primer interés es el económico personal. La reciente presentación en la televisión cubana acerca del transporte en La Habana nos brindó una verdadera lluvia de ideas y mensajes publicados, que en su mayoría son una prueba de la madurez y cultura de nuestros compatriotas.

El sistema de transporte en Cuba padece de un problema de fondo: es esencialmente deficitario y no satisface toda la demanda por lo menos desde los años 70 del siglo pasado. Esta realidad es preciso primero reconocerla para poderla resolver. Un cubano que desee moverse a otro sitio dentro de su país no goza de las facilidades comunes para este tipo de acciones de cualquier otra parte del mundo. Igualmente, una persona o entidad que requiera por cualquier motivo enviar un paquete o carga a algún lugar del país tampoco lo puede realizar como es debido, fácilmente. El primer problema está, obviamente, en nuestra actual organización económica que debe transformarse para bien, pero después en una muy paulatina reorganización que transcurre por los acuerdos de los congresos del PCC, tomados con amplia participación popular.

En cuanto a la satisfacción de necesidades sociales, la Revolución cubana puede exhibir éxitos incuestionables bajo cualquier patrón internacional en los servicios de salud y de educación. Lo más remarcable es que ambos están exentos, por definición y por constitución, de cualquier relación comercial. Si un cubano existe y reside en su país legalmente tiene todo el derecho a acceder a lo más sofisticado disponible para preservar su salud. La sociedad cubana paga los costos de forma indirecta, sin relación alguna con el paciente ni sus ingresos personales. Nadie puede impedir en un policlínico que se atienda un paciente con una sintomatología extraordinaria por ser imprevista. A nadie se le ocurriría que se dejara de atender a un paciente con alguna dolencia porque ya se habían atendido las de ese tipo que estaban planificadas para el mes, porque ya se “cumplió el plan”.

Igualmente, la base de uno de los sistemas de innovación más eficaces y económicamente rentables de nuestra economía está en esa salud pública. Un bien montado sistema de investigaciones científicas, que se manifiesta lo mismo en una universidad, que en un consorcio comercial, que en un instituto de investigaciones asociado al sistema de salud pública, todos de propiedad social, logra conectar las necesidades que se presentan con la innovación como actividad creativa. Los principales logros comerciales de BioCubaFarma y sus antecedentes históricos salen y han salido de las necesidades de la gente, de su demanda.

¿Existen diferencias entre el sistema de salud pública de un país socialista y el de transporte? Por supuesto que sí. Entre otras no menos importantes, el de transporte debe financiarse y generar recursos por los servicios que brinda. Es cierto que transportarse es una necesidad social. Quizás algún día una sociedad muy rica pueda brindar ese servicio de forma universal y gratuita, como la educación y la salud. Pero es evidente que por ahora no puede ser. Por el contrario, debe generar riquezas para financiar a la educación, a la salud y a muchas otras necesidades sociales gratuitas. Conceptualmente, mientras más se transporte más riqueza se crea para la sociedad, directa e indirectamente.

Entonces, ¿cómo se puede explicar que una actividad que genera recursos económicos en el socialismo sea deficitaria y generalmente de baja calidad, durante tanto tiempo, y que no se haya encontrado una solución real para ello? Una respuesta simplista pude ser que el personal que dirige la actividad no ha variado. Esto es muy discutible, porque sucesivas administraciones no logran resolver el problema. Parece que el asunto es más profundo: de concepción y organización. Cuando algo no funciona bien, sistémicamente, y con los mismos métodos sigue funcionando mal, no hay teoría económica ni social que justifique se siga insistiendo en procedimientos fallidos.

Probablemente, uno de los problemas sea que no se puede diseñar el transporte a partir de planes, sino de demandas. Se debería empezar partiendo de cómo y con cuantas alternativas de precios cada ciudadano puede moverse a donde desee y cuando lo desee, o enviar cualquier carga, con todas las variantes posibles, desde el bicitaxi hasta el helicóptero o el avión. Habría que valorar todas las soluciones tecnológicas actuales. El precio es el elemento regulador, querámoslo o no, porque no se trata del sistema socialista de salud pública, sino de una actividad comercial. Para eso, además, las cuentas deben estar claras en toda su gestión. Se debe saber cuánto dinero se recauda y a donde va a parar, y las empresas deben poder tener una economía real con ese valor creado, pudiendo invertir en lo que se requiera cuando lo requiera para, de nuevo, satisfacer la demanda, crear valor económico y para innovarse permanentemente.

Nadie puede planificar correctamente las necesidades de transporte de un país, de la misma forma que no se puede planificar quienes van a tener catarro. No existe la “demanda planificada” de una necesidad social tan variada como esta. Hay grandes tendencias que pueden ayudar, mediante una cierta forma de planificar, para satisfacer una demanda. Pero solo hasta ahí. Mientras una empresa se considere satisfecha, porque cumplió un plan y no por satisfacer la demanda, esto no se remediará.

La ausencia de tecnología e innovación actualizadas se detecta en algunas de las visiones trasmitidas acerca del sistema de transporte. Cualquier usuario eventual en otros países, incluso algunos subdesarrollados, advierte inmediatamente el bajo nivel de actualización de esta gestión corriente en Cuba. No se hace evidente la propuesta de participación de nuestro potencial científico, técnico e innovador, como resultado de investigaciones sistemáticas publicadas. ¿Por qué no se crean grupos de trabajo multidisciplinarios de las universidades, donde profesores, alumnos, especialistas, estudiantes de doctorado en economía, mecánica, ing. civil, sociología, electrónica, informática, propongan alternativas de soluciones y se puedan seleccionar las mejores por los responsables de cada actividad? ¿Cuantas tesis de doctorado en tecnología, informática, economía y otras ciencias sociales pueden llevarse a cabo para lograr soluciones verdaderas a estos problemas? Esta es una asignatura pendiente de la que depende el progreso y el bienestar de los cubanos y requeriría de una visión revolucionaria, que cambie absolutamente todo lo que debe ser cambiado.