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Cuando participar no basta y es necesario involucrarse

Desde hace algunos años se ha hecho popular entre quienes gestionamos información y conocimientos en la esfera del desarrollo organizacional, distinguir entre participar e involucrarse. Se utiliza la metáfora del “huevo con jamón”. En ese famoso plato la gallina participa, ya que aporta el huevo, pero sin involucrarse; sin embargo el cerdo se involucra, ya que al aportar el jamón sacrifica su vida. Nadie imagine que apelaremos a sacrificar la vida para lograr el objetivo compartido, la metáfora debe ser entendida como la voluntad y el comportamiento manifiesto en una participación consecuente, es decir de involucrarse. Por otra parte es necesario desmenuzar el alcance de la participación, de manera que pasemos de la consigna inerte a la acción consecuente.

Intentaremos compartir conceptos, normas y acciones que derivados de lo generado por las leyes vigentes, del quehacer de GECYT y de algunas consideraciones personales, que incentiven a los lectores de Cubadebate a pensar, opinar, sugerir y a hacer.

Veamos un Marco Conceptual Elemental, ya que se trata de un asunto de complejidad significativa.

Aclarando palabras clave.

Participar

Dicho de una persona: Tomar parte en algo.

Recibir una parte de algo.

Compartir, tener las mismas opiniones, ideas, etc., que otra persona. Participa de sus pareceres.

Tener parte en una sociedad o negocio o ser socio de ellos.

Dar parte, noticiar, comunicar.

Involucrar

Abarcar, incluir, comprender.

Injerir en los discursos o escritos cuestiones o asuntos extraños al principal objeto de ellos.

Complicar a alguien en un asunto, comprometiéndolo en él.

Utilizaremos la palabra participar, en su alcance relativo al derecho y el deber de tomar parte en las concepciones, los diseños, la aplicación y la evaluación de los resultados de todo lo concerniente a la vida de la organización. También en recibir beneficios y sufrir los males, en los que participa.

Como ya dijimos, involucrarse, lo utilizamos como una manera de garantizar una participación verdadera, consecuente, que contribuya a la declaración de que los trabajadores son los copropietarios de las riquezas de su organización. En ocasiones la palabra involucrar es más comúnmente interpretada en su acepción negativa, que en la positiva. Es decir suele interpretarse como hacer al otro cómplice de sus fechorías.

Objeto del análisis

La participación de los trabajadores en las organizaciones en que trabajan, y en particular en el sistema empresarial.

En otro momento abordaremos la participación de los ciudadanos en la sociedad.

El proceso de participación de los trabajadores en el Sistema de Dirección y Gestión de la Economía en Cuba es consustancial al perfeccionamiento empresarial e involucra a todos los factores de la organización. Su implantación es responsabilidad de los directivos, pero su adecuado funcionamiento depende del compromiso de todos los trabajadores. Es en esencia, otorgar autoridad y facultades a los trabajadores para identificar activa y prospectivamente los problemas emergentes en su radio de acción y tomar o proponer las medidas pertinentes para evitarlos o resolverlos. Es involucrarse con efectividad en el cumplimiento de las metas y objetivos de la organización. Es favorecer el establecimiento de una cultura de trabajo en la que los intereses colectivos prevalezcan por encima de los individuales, en un clima de respeto mutuo, vergüenza, honradez y solidaridad. Es comunicación directa, transparente y abierta en todos los sentidos. Es la estimulación al trabajo en equipo, a la creatividad, a la innovación y al desarrollo del talento individual y colectivo, a la disciplina consciente, al autocontrol y a la mejora continua. Es la lucha permanente contra todo tipo de anarquía, formalismo, familiaridad acrítica, simulación, burocracia y cultura de espera; todo ello, con el objetivo supremo de elevar sustancialmente los aportes a la sociedad.

No debe olvidarse que la Dirección Participativa “de verdad” implica un cambio en la cultura organizacional, en los métodos y estilos de dirección, en la base reglamentaria y hasta en la estructura empresarial, donde directivos y trabajadores asumen nuevos y más complejos retos y compromisos con la organización

Algunos directivos consideran que aplican métodos participativos porque dejan claras las orientaciones en sus órganos colectivos de dirección o porque diariamente dedican tiempo a celebrar consejillos o matutinos, porque funciona la Radio Base, o porque las asambleas sindicales se realizan en tiempo y forma, etc. Todo ello es importante, pero no basta. Puede que lo anterior se realice, pero que los trabajadores no tengan facultades otorgadas para participar efectivamente en la conducción de los principales procesos de la empresa.

Participación no es recibir órdenes, acatarlas y cumplirlas, tampoco sobrenormar el desempeño hasta el punto de ahogar la iniciativa, creatividad e innovación en el colectivo laboral, no es la unanimidad constante. Tampoco es anarquía, indisciplina, ni liberalismo.

Diseñar un proceso de Dirección Participativa no debe derivarse de un trabajo de mesa aprobado en una reunión, ni el resultado de improvisaciones, consignas o arengas autoengañosas. Tiene que ser el producto de una extensa revisión de la literatura producida sobre el tema, de profundas críticas y reflexiones, de un enfoque metodológico riguroso que se aproxime al máximo a nuestra realidad social y, sobre todo, de una permanente consulta con los principales protagonistas de este proceso: los propios trabajadores.

La participación hay que concebirla, que implementarla, que normarla y finalmente que darle vida cotidiana con enfoque de mejora continua.

La Dirección Participativa puede ser

  1. Cuando se otorga a los trabajadores total confianza y autoridad para decidir directamente sobre el gobierno y ejecución de los procesos que ejecutan para dar cumplimiento a los objetivos de trabajo en su área.
  2. Cuando la participación está mediatizada por un número determinado de personas. Puede ser:

A su vez, la designada puede ser:

Revocable, cuando los trabajadores tienen autoridad para proponer la sustitución de la, o las personas que los representan o dirige

No revocable, cuando los trabajadores no están facultados para proponer la sustitución de aquellas personas que los representan o dirigen

Ejemplos de participación directa

Ejemplos de participación indirecta:

Cuando un trabajador asiste a una asamblea, convocada por cualquier organización establecida, no necesariamente participa y mucho menos se involucra. En ocasiones está físicamente presente y mentalmente ausente. Sus causas suelen ser diversas: no le interesa lo que se abordará, no tiene confianza en la efectividad de lo que se analizará, no está suficientemente informado, o le falta preparación para poder opinar y defender sus puntos de vista. Si hay que votar por algo o por alguien, lo hacen como un acto mecánico o simplemente para no involucrarse en un posible debate. Estos resultan ser trabajadores muy cómodos para los dirigentes que no se toman en serio la participación de los trabajadores en la vida de la organización. Otros afortunadamente se preparan bien, opinan, defienden convincentemente sus propuestas y no dudan en votar en contra o abstenerse, sin que signifique una oposición enfermiza.

Considero que una de los alcance de la participación en las organizaciones que necesitan una reingeniería es la relativa a compartir los beneficios materiales o financieros alcanzados, distribuyéndose con la equidad nacida de la cantidad y calidad de lo aportado por cada cual. En esta parte queda como asignatura pendiente la diferencia surgida entre el trabajador de una empresa que puede aplicar sistemas de pagos por resultados o similares, y las entidades que solo dependen de la asignación del presupuesto del estado, ya sean Centros de Investigación, Centros Docentes, Direcciones de Organismos de la Administración Central del Estado, entre otros. Es conocido el traslado creciente para el sector empresarial, de competentes funcionarios que realizan un trabajo importante y necesario,. Es beneficioso que el aparato de regulación y control no se infle, pero es muy peligroso que sean los menos competentes quienes queden no haciendo nada o peor todavía haciendo daño a quienes producen las riquezas materiales y espirituales de la sociedad.

Consecuente con mi convicción de la importancia de las buenas preguntas, realizo las siguientes.

  1. ¿Por qué no hemos logrado una verdadera participación de los trabajadores en la vida de sus organizaciones?
  2. ¿Cómo podríamos elevar la participación efectiva de los trabajadores en la vida de sus organizaciones?
  3. ¿Qué hacer para que los profesionales de centros de trabajo de sectores no empresariales no se trasladen o emigren por razones económicas?
  4. ¿Qué hacer para evitar que perdamos y no logremos rescatar a funcionarios competentes y especializados de los Ministerios, que deben jugar un necesario e importante rol de regulación y control en la sociedad.

Termino con una convicción obvia, pero que debe convertir su obviedad en palanca de pensamiento y de acción: “Si los trabajadores no se involucran en la vida de sus organizaciones, no habrá ni éxitos sostenibles ni justicia social”.