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Ramón Castro Ruz: un héroe del trabajo y también héroe del pueblo

Fidel, Raúl y Ramón durante un receso del XVII Congreso de la CTC, abril de 1996

Fidel, Raúl y Ramón durante un receso del XVII Congreso de la CTC, en abril de 1996.

Me he sentido muy conmovido por lo que ha escrito Arleen en homenaje al querido Ramón Castro Ruz, recientemente fallecido. Me decidí a escribir estas sencillas memorias, que al decir del poeta, no son grandes cosas, pero son las pequeñas cosas que también ayudan a vivir.

Tal como le decía su hermano menor, hoy nuestro presidente Raúl, miles de cubanos también le llamábamos papá Ramón; por su carácter paternal y disposición permanente de apoyar a todos los que se acercaban a él. Siempre buscaba una solución no como un simple acto de caridad, sino intentando que el solicitante se convirtiera en una persona útil a la sociedad.

Desde muy joven tuve la dicha de conocer a Ramón y compartir importantes momentos de mi vida. Mi padre ya fallecido Ingeniero Néstor del Prado Ramallo, compartió con Mongo Castro una etapa muy importante de la agricultura cañera cubana, en las llamadas Comisiones técnico-práctica azucareras.

Estando en una movilización estudiantil preuniversitaria en la provincia de Holguín, en 1965, me insubordiné a quien orientaba cómo sembrar las semillas de caña. Mongo y mi padre me habían enseñado que cuando se sembraba a chorro, había que cruzarlas (punta con cola) para aumentar la probabilidad de que las yemas más fértiles de la semilla prendieran en la tierra. Llamaron al Jefe de Campo y nos dio la razón. A los pocos días Mongo nos visitó y nos felicitó por exigir que se hicieran bien las cosas.

Cuando me casé en 1973, fui a vestirme a su casa, entonces yo estaba Becado en 12 y Malecón, desde allí Mongo me llevó a la casa que la Universidad de la Habana me prestó para realizar la boda. Sucedió que la abogada no llegaba, la llamamos para saber qué le sucedía, nos dijo que esperaba por su recogida en el Bufete de Tejadillo, pero que no aparecía el chofer. Mongo me dijo: “Monta en el Toyota que vamos a buscarla”. Recuerdo que cada vez que paraba en un semáforo, la mayoría de la gente decían: “Miren a Fidel vestido de civil con traje y corbata”. Mongo se reía y les decía: es que estoy en una operación especial, estoy salvando un casamiento.

Estoy salvando un casamiento. Foto: Archivo familiar.

"Estoy salvando un casamiento." Foto: Archivo familiar.

Otro recuerdo que guardo de Ramón es el de sus domingos consecutivos sin dejar de ir al Valle de Picadura. Me dijo que iba a implantar el récord de tantos días como tiene un año, es decir 365 domingos consecutivos en Picadura; enseguida le hice el cálculo de los años que necesitaría para cumplir esa meta. Con esa sagacidad que lo caracterizaba me dijo, pero si el año es bisiesto tengo que añadirle un domingo más. Una vez que nos encontramos le pregunté que por cuantos domingos iba y me dijo que ya tenía 360, pero estaba en una disyuntiva. Fidel estaba en un importante viaje al extranjero y regresaba el domingo siguiente. Ramón estaba citado para estar en el recibimiento. Definitivamente la llegada se retrasó y Ramón no tuvo que interrumpir su ya casi lograda proeza. Y no vayan a pensar que un domingo en Picadura era algo protocolar, era parte de su batalla contra la mala yerba y sembrar “sobre las rocas y el diente de perro”, era su batalla por la mejora de los pastos y de la masa ganadera; por lograr el compromiso de sus colaboradores basándose en la fuerza de su ejemplo personal.

En algunas ocasiones Fidel y Raúl lo fueron a visitar en su trinchera del Valle de Picadura. Como podrá observarse en la foto, Mongo acudió a la “Casa de Visita”, con su pantalón y botas con restos de tierra y lodo.

Mongo acudió a la “Casa de Visita”, con su pantalón y botas con restos de tierra y lodo. Foto: Archivo familiar

Mongo acudió a la “Casa de Visita”, con su pantalón y botas con restos de tierra y lodo. Foto: Archivo familiar

En algunas ocasiones Mongo me consultó algunas operaciones e ideas que tenían un componente matemático significativo. En ningún caso hubo despiste matemático; era un emprendedor nato y en lo esencial su intuición matemática no fallaba. En abril de 1970 me enseñó con mucha discreción, un planteamiento matemático muy documentado sobre la memorable Zafra de los “10 millones de toneladas de azúcar”. Aquellos cálculos técnicos daban como poco probable arribar a la ansiada meta. Mi aporte fue precisamente incorporarle el aspecto probabilístico. Como se sabe, en mayo de 1970 Fidel hizo público, con el valor y la dignidad que lo han caracterizado, que no llegaríamos a los 10 millones.

En otro momento me pidió que revisara un análisis en que demostraba que se gastaba más combustible en trasladar el bagazo de un central azucarero a otro algo distante, que utilizar petróleo en el central con insuficiente bagazo para quemar y producir la energía necesaria. Mongo me dijo esto es una especie de victoria Pírrica en lo económico.

Siempre me mantuve al tanto de la salud de Mongo, y sus hijos me advirtieron de su crítico estado.

Como todo nuestro pueblo me sumo a las condolencias para Fidel y Raúl; también para sus hijos Ángel Ramón y Dulce María; Ramoncito y Lina.

Estoy seguro que cientos de cubanos tendrían muchas anécdotas que contar sobre la vida y la obra de Ramón Castro Ruz, héroe nacional del trabajo, y también del pueblo y su Revolución.