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Dislates a destiempo

La Revolución, recuperó los principales recursos del país y en ese proceso de rescate afectó intereses extranjeros.

Se indemnizó a todos menos a los norteamericanos, en vista de los constantes ataques y amenazas de Washington a la Revolución.

“Las nacionalizaciones de propiedades se hicieron de acuerdo con la legislación cubana. La propia Corte Suprema de Estados Unidos en 1964 , falló que las expropiaciones en Cuba tenían el amparo legal de la Doctrina de Acto de Estado Soberano, el cual concede esas facultades a los estados dentro de su territorio, pero los estrechos intereses políticos enemigos de Cuba movieron su influencia en los salones del Congreso e introdujeron una enmienda en el proyecto de Ley de Ayuda al Extranjero que anuló la decisión del Tribunal Supremo”. (Carlos Lechuga Hevia, inédito)

En su pataleo ante los últimos acontecimientos relacionados con las conversaciones entre Washington y La Habana, algunos elementos –según consigna un cable de la DPA– reclamaron el pasado jueves ante el subcomité del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representates ,que se les devolvieran las propiedades que les fueron confiscadas en Cuba al triunfo de la Revolución. El promotor de tal dislate es el abogado cubanoamericano Pedro Freyre experto en inversiones de empresas en Latinoamérica y cuestiones relacionadas con el bloqueo a Cuba.

Por supuesto que no podía faltar la adhesión de las “vedettes”, que se resisten a la normalización de las relaciones: entre otros y “la otra”, el senador republicano Marco Rubio y el demócrata Bob Menéndez, que para el caso son de la misma comparsa, y padecen un mismo desface, a la hora de promover cualquier acción contra el gobierno y pueblo cubanos. Aspiran a que al presidente Barack Obama aborde este tema antes de la prevista apertura de embajadas.

Es un tema que se puede resolver “con un poquitico de inteligencia y pragmatismo de ambas partes”, opina Freyre.

Estas aspiraciones parecen indicar que a estos señores les falta un “poquitico” de vergüenza y padecen una peligrosa falta de memoria. Se les olvidan los miles de vidas cubanas perdidas gracias a los atentados organizados desde aquel país.

Según lo define Louis A. Pérez Jr. en su libro Cuba en el imaginario de los Estados Unidos “una política de operaciones encubiertas, de sanciones económicas y embargo comercial, de presiones políticas y aislamiento diplomático –todas diseñadas para acelerar la caída del gobierno cubano– […] una política que en realidad había fracasado, era, sin dudas, la más poderosa evidencia de la patología de Cuba entre ellos”.

De no haber mediado las agresiones económicas y haber estado Washington dispuesto a pactar en un plano de respeto a la voluntad, la dignidad y la soberanía del pueblo cubano, seguramente en aquellos primeros años Cuba habría podido indemnizar a los ciudadanos y empresas norteamericanas.