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Un aplauso para Luis Mariano (+ Fotos)

Luis Carbonell. Foto: Kaloian

Luis Carbonell. Foto: Kaloian

24 de mayo de 2014, todavía no han dado las 8:30 a.m. y la televisión suelta el mazazo del fallecimiento de Luis Carbonell, y a pesar de sus 90 años y el enorme tesoro que aportó a la Cultura Cubana, la noticia penetra en el alma como un cuchillo porque, por mucho que se razone que tuvo una larga y fructífera existencia, su sola presencia siguió siendo un soplo de aliento a todos los que tuvimos el privilegio de ser sus alumnos y más aún a todos los que aman el arte de alta categoría y la cultura en general.

A todo el que lo conoció con un mínimo de amistad se le hacía imposible no quererlo, pero no ese cariño simple que se puede tener hacia un ser humano de buen corazón, sino ese cariño mezclado con la admiración por el maestro sabio y el artista genial e irrepetible que sentía  una necesidad incesante de prodigar ayuda y conocimientos a todo el que se le acercaba, de manera tan desinteresada, que nos enseñó a la mayoría de sus alumnos a seguir su ejemplo de apoyo al talento, como un acto de compensación a Dios por crear seres merecedores de ser apoyados para que algún día el público, el mismo que educó y al que dedicó su vida, pudiera disfrutar un aporte más de aquellos que tuvieron el privilegio de su enseñanza y ejemplo, como una extensión de sí mismo y su respeto por La Cultura.

Cuando cumplió 88 años, le dediqué un artículo (1) donde me tomé la libertad de hablar en nombre de sus alumnos, aquellos que nunca, donde quiera que estén, han dejado de quererlo y admirarlo. Hace apenas unos días le llevé el disco que hice con mis canciones y distinguidos cantantes, arreglistas y músicos, por el sello Colibrí, pues tenía interés especial en oír sus criterios. Me pasé un par de horas conversando con él y bromeando con las travesuras y comentarios que tanto disfrutaba; al otro día me llamó y me emocionó su opinión sobre el disco y mi labor como compositor, por venir de él, de mi maestro, y por saber que Luis jamás mentía ni piadosamente, era demasiado honrado y exigente, para regalar un elogio falso y para mí fue un premio tan emocionante como el propio Premio al Compositor de Cubadisco que tuve el honor de ganar.

¡Qué 2014 tan cruel! Varios artistas de valía han fallecido y para colmo, nos lleva con tan poco tiempo de diferencia a Juanito Formell y a Luis Mariano, dos artistas geniales, pero de esa categoría especial que uno siente como familia.

Importantes artistas de distintas disciplinas en Cuba y en varios países del mundo van a llorar su pérdida, pues a él le deben parte de su éxito, porque Luis no solo enseñaba música, montaje de voces, canciones; no solo montaba arreglos vocales a los grupos porque solo de la conversación diaria en cada ensayo o encuentro, regalaba como un surtidor generoso, conocimientos de cultura general con su formidable memoria, aunque decía que no tenía buena memoria, sino disciplina para grabarse los poemas y la indiscutible hazaña de decir un cuento, que ensayaba con la exigencia de punto por punto y coma por coma, como le vimos hacer en más de una ocasión, además de una asignatura que nunca faltó en sus clases, la ética y el respeto al público.

No dudo de que a varios artistas logrados en cualquier parte del mundo al igual que aquí en la Patria, le pase como a mí, que siento el extraño dolor de volver a llorar la pérdida de un padre, que nunca dejó de ser refugio a las preocupaciones y fuente de consejos.

Cuando se le hizo un homenaje en el Teatro Mella, dirigido por Raúl de La Rosa, tuve el privilegio de participar representando a sus tantos alumnos y por suerte, cada vez que podía, iba a pasarme un rato con él, aunque lamento no haberlo hecho más a menudo, lo que pasa es que personas como él, dan la impresión de ser eternos.

La última vez que hablamos llegó a ponerse sentimental, después que hablamos de cosas pasadas que le encantaba preguntarme pues decía que yo recordaba muchas cosas hasta en los pequeños detalles y con la voz quebrada, me dijo:

“¡Cuántos recuerdos! No sabes cuánto me duelen los recuerdos y tanta gente que no volveré a ver”, yo hice respetuoso silencio y al darle el último abrazo a mi maestro y bajar de su modesto apartamento para un hombre tan grande, reflexioné, que sí sé lo que duelen los recuerdos y sé que una de las cosas más terribles que tiene la vejez es el ser testigo de la pérdida irreparable de gente que no debían morir nunca, como él, Mago de la Poesía, Artista Ejemplar e Irrepetible, Hijo Ilustre y Embajador de Santiago de Cuba, Cubano y Maestro Ejemplar, calificativos con mayúsculas a lo que habría que añadir dos, no menos importantes: Padre Espiritual de tantos hijos y quizás el más sencillo, pero al mismo tiempo el más importante porque lo resume: Un Hombre Bueno.

Nota

(1) Ver: Luis Carbonell: El Acuarelista de la Poesía Antillana, Cubarte, julio 2011.

Luis Carbonell. Foto: Kaloian

Luis Carbonell. Foto: Kaloian

Luis Carbonell. Foto: Kaloian

Luis Carbonell. Foto: Kaloian

Luis Carbonell. Foto: Kaloian

Luis Carbonell. Foto: Kaloian

En video, "En el último cuarto hay son", por Luis Carbonell

(Tomado de Cubarte)