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Strike 3: La edad de la inocencia

México caminó sobre una alfombra. Foto: AP.

México caminó sobre una alfombra. Foto: AP.

Más de medio siglo después de sacar su último out en Series del Caribe, la pelota cubana –Villa Clara mediante- volvió a los terrenos del mejor torneo internacional de clubes beisboleros y trató vanamente de saquear el botín de los Naranjeros de Hermosillo, recientes titulares de la Liga Mexicana del Pacífico.

En realidad, todo fue demasiado fácil para ellos. Quiero decir, que los hombres de Matías Carrillo siempre dieron la impresión de tener la situación bajo control, inclusive cuando los antillanos hicieron sus esporádicos conatos de sublevación. Como si hubiera un guión prestablecido que decretaba el fin de la racha de trece victorias cubanas en la justa.

En el diamante pareció haber dos novenas de categorías diferentes. Una, la de mayores, vivía de una ofensiva consistente y del pausado trabajo monticular del Patón Aceves, un ligamayorista que ha relevado para Yanquis de Nueva York y Medias Rojas de Boston. La otra plantilla, la de juveniles, encaraba el examen con más ganas que conocimientos, y acabó reprobando finalmente.

Ni siquiera Freddy Asiel Álvarez pudo salvar la noche para Cuba. Los aztecas cayeron sobre él como una tromba, recostados a un presupuesto táctico que les funcionó de maravillas: paciencia para esperar el rompimiento. Rara vez se enfrentaron a la recta pegada del derecho, empeñados como estaban en batear los envíos en curva. Lo demás –ese intuir cuándo venía el rompiente- se lo confiaron al oficio del jugador profesional.

Así, despeñada desde un volcán de los martirios donde igualmente fracasaron Ismel Jiménez y Robelio Carrillo (al remediano le pegaron un jonrón inacabable), Villa Clara no pudo hacer más que aguardar por el fin de la historia, eficazmente torturada por un grupo con seis jugadores de 34 años o más.

Lobos de Triple A, los mexicanos se saben de memoria el manual básico del pelotero, y en el cuarto capítulo dejaron una perla que nuestros entrenadores le debieran heredar a sus pupilos. La conferencia (así podríamos llamarle, conferencia) se tituló “¿Cómo anotar una carrera y no morir en el intento?”, y consistió en un párrafo perfecto:

El primer bateador de la entrada, Luis Yadier Fonseca, le guapeó la transferencia a Freddy Asiel. Justo lo que tenía que hacer. Entonces el inicialista Luis García conectó por detrás del corredor, según dictan los libros de estilo. Luego Jonathan Aceves tocó como Dios manda y avanzó a Luis Yadier a la antesala. Por último, el remate con música sinfónica: Gil Velázquez consiguió un elevado a los jardines, y los Naranjeros anotaron una carrera que debió valer por dos.

Jugando de ese modo, a ellos era difícil derrotarlos. Jugando de este modo, a nosotros nos ganaba casi todo el mundo. Una vez más los nervios azotaron a Cuba más que al resto, y los desaguisados nos llovieron desde el primer momento. Ya es normal que nos masacre el pre arranque.

Positivo: El regreso a los escenarios de la Serie del Caribe. Negativo: El pitcheo cubano pecó de excesiva mansedumbre. Preocupante: Para clasificar, ahora habrá que ganar dos de tres partidos. Incomprensible: No creo que ningún equipo del país –ni siquiera el nacional- se pueda dar el lujo de colocar a Yuliesky Gourriel en el sexto turno al bate.