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Humberto Solás en La Habana

carlos barba y humberto solas

De la mano de Carlos Barba, su destacado alumno, Humberto Solás asiste a la edición 35 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, para recordarnos que él ha estado –está- en citas estivales con propuestas polémicas siempre, como si para él hacer cine hubiera sido desde un principio una competencia que lo obligó a desandar y descubrir caminos.

Me atrevo a decir que, a pesar de su adiós a este planeta, Humberto está en el festival porque el documental homónimo es una biografía fílmica, ante todo sincera y, por supuesto, muy bien hecha.

Tuve la suerte de ver esta pieza de 111 minutos al mismo tiempo que lo hacía parte de su familia, especialmente su hermana Elia, un excelente hilo conductor para aprehender al niño y adolescente que luego devino ese cineasta de talla mayor, autor de Lucía y de El siglo de las luces; es este último filme -para mí- el único intento válido de acercarse a la obra de Alejo Carpentier, que ya es mucho decir.

Barba dijo en una entrevista que “pretender abarcar toda una vida creativa como la de Humberto Solás en un documental –aunque sea de largometraje–, es imposible. Intentaré acercarme al artista, al intelectual, al amigo que conocí, a la gente linda que fue, pero también al hombre de carácter; apoyándome en sus fotogramas inolvidables y los filmes que legó al cine iberoamericano, en sus familiares y amigos que ayudarán a conformar eso que llamo “universo Solás”. Sin dudas será un acercamiento desde la emoción”. No sólo de Elia brotaron las lágrimas, también de otros asistentes no vinculados a la familia, porque el joven documentalista ha sabido tocar el corazón.

Otro testimonio imprescindible es el de Nelson Rodríguez, editor y amigo de Solás desde que este filmara sus primeras piezas. También simpáticas resultan las palabras de Adela Legrá que Humberto llevó de guajira serrana a actriz protagónica de uno de los tres cuentos de Lucía. La imagen aindiada de Adela ha identificado ese filme que los especialistas consideran que está entre los mejores de América Latina.

No podía faltar otra Lucía, la convincente Eslinda Núñez, que trabajó con Humberto también en Amada, Cecilia y otras obras. Actriz y amiga del cineasta, ese rostro del cine cubano contó anécdotas y habló de la forma de dirigir del director de Cantata de Chile.

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En el documental también dejan su testimonio Daysi Granados, Isabel Santos, Jacqueline Arenal, Luisa María Jiménez y Mabel Roch, otras almas femeninas que arroparon personajes moldeados por el director que murió en el 2008, sin terminar algunos proyectos como el tercer filme de su cine digital: ya había filmado Miel para Ochún y Barrio Cuba.

Otros actores que también ofrecen sus impresiones son César Évora, Jorge Perugorría, Mario Limonta, los franceses François Dunoyer y Frédéric Pierrot, el español Imanol Arias, sin que falten el director de fotografía Livio Delgado, el músico José María Vitier y el director de Arte Derubín Jácome.

Sergio Benvenuto Solás, quien le da continuidad el Festival de Cine Pobre de Gibara, uno de los grandes sueños de Humberto, habla de cómo surgió esa idea que parecía una locura en sus inicios.

Con música original del tecladista Esteban Puebla y la soprano Raquel Rubí, producción general de Vando Martinelli y dirección de producción de Abel Álvarez, para realizar Humberto, su director Carlos Barba tuvo que viajar a México, España, Francia, Miami y por supuesto La Habana, en busca de las entrevistas que dan cuerpo a esta biografía fílmica, pero que pueden dar más y llegar a conformar un libro.

Y no pienso sólo en la figura del cineasta, sino en la historia del séptimo arte en Cuba durante las últimas décadas: si Lucía fue bien recibida por crítica y público, con Cecilia existieron incomprensiones -más en el plano extrartístico que en el estético-. Soy de las que critiqué ese filme en los años ochenta, sin embargo, cuando la volví a ver recientemente, pensé que entonces me dejé llevar por un ambiente hostil y no me detuve en la obra de arte. Eso les ha sucedido a muchas personas. Esta atmósfera se lleva al documental, pero si los testimonios audiovisuales, se pasaran a cuartillas de papel –los del propio Humberto- podrían ser mucho más largos y explicativos.

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Nadie mejor que Barba para realizar tal obra: egresado de Letras por la Universidad de Oriente, hizo su tesis de grado sobre cine y literatura acerca del filme El siglo de las luces. Ese estudio decidió que el cine deviniera su destino: Ecos de un final (2002), con más de 10 premios nacionales y uno internacional, fue su primer documental.

Luego le seguirían Memorias de Lucía (2003) con las actrices Raquel Revuelta, Eslinda Núñez y Adela Legrá; Mujer que espera (2005), dedicado a la mítica actriz cubana Isabel Santos; y Canción para Rachel (2007), sobre el filme La bella del Alhambra, este último considerado por Luciano Castillo como el mejor documental cubano realizado a un largometraje.

Barba tiene un buen archivo de entrevistas a Humberto y a otros cineastas como Enrique Pineda Barnet, que muy bien engrosarían otro enjundioso título sobre cine cubano. Esperemos que así sea y mientras aplaudamos a Humberto, que se exhibió en el acápite Cinemateca latinoamericana del festival y no compitió por los corales.