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Strike 3: En busca de la zona perdida

zona A raíz de mi comentario Negra Justicia, más de un lector se refirió al curioso "cuadradito" que aparece en la zona de strike de los partidos de las Grandes Ligas norteamericanas. Así pues, la sección de este lunes estará consagrada al Sistema de Información a Umpires (SIU).

Dicho en pocas palabras, se trata de un producto encaminado a monitorear el trabajo de quienes ofician en home plate, desarrollado por una compañía de medios digitales llamada QuesTec que trabó relaciones con las Ligas Mayores a comienzos de la década anterior.

El funcionamiento del SIU se apoya en cuatro cámaras en red que establecen la ubicación de cada lanzamiento del partido. Dos de ellas se emplazan en lo alto de las líneas de foul, y las otras -destinadas a velar por los límites superior e inferior de la zona de strike- son colocadas a nivel del terreno.

De esa guisa, el "cuadradito" viene a ser una especie de diana que concentra los "disparos" efectivos de los pitchers, pero también delata los envíos fallidos. Y al final del encuentro, los árbitros reciben un CD con el reporte definitivo de sus aciertos y deslices, debidamente registrados por el software de QuesTec.

La introducción del sistema provocó el reacomodo progresivo de los criterios arbitrales, que ahora debían tender hacia el estrechamiento del área horizontal en beneficio de la vertical, tal como establece la Regla 2.00. Allí dice:

"La zona de strike es el área encima del home plate con el límite superior entre la línea horizontal desde la parte media de los hombros hasta la parte alta de los pantalones, y el límite inferior es la línea marcada por las rodillas. La zona de strike debe ser determinada a partir de la forma en la cual se para el bateador cuando está listo para hacerle swing a la bola lanzada".

La defensa de ese criterio, como es de esperar, le granjeó numerosos detractores al SIU. Entre todos, el más connotado fue el ex astro monticular Curt Schilling, quien, bate en mano, destrozó una de las cámaras de campo cuando el umpire le confesó que dejó de decretar varios strikes porque "a QuesTec le habrían parecido bolas".

Sin embargo, es justamente ahí donde reside el mérito del SIU: en ajustar las faenas arbitrales al dictado de las reglas. Que están para acatarlas trazo a trazo, como si fuera el Código Penal.

Por ahí anda la cosa. Si bien es verdad que el permanente monitoreo de su faena puede poner mucha presión sobre el umpire, no es menos cierto que al cabo del tiempo ese hombre tomará inevitablemente uno de tres caminos: o será un mejor árbitro; o se retirará, decepcionado por sus continuos y probados desaciertos; o lo retirarán, habida cuenta de las muchas sanciones recibidas. Y todos esos caminos, obviamente, benefician al béisbol.

La invasión de la informática en los diamantes beisboleros, sin llegar todavía a niveles de precisión absoluta, ha venido a exigir más seriedad en el momento de impartir justicia. Y el apego irrestricto al reglamento -como siempre debió ser- terminará por abolir disparates como ese de que "cada árbitro tiene su zona". (Nadie está facultado para tener 'su zona'. La zona la establece el referido acápite 2.00, y varía su amplitud en dependencia de la estatura del bateador y de la posición que adopte en el cajón. Ni más, ni menos).

Por razones de su carestía, en Cuba no podemos adquirir e implementar el programa de QuesTec. Pero ello no es razón para cruzarnos de brazos, a la espera de que un milagro baje...

En el país sobra talento para desarrollar un software apto para auditar, con un rango de error reducido, el desempeño de los árbitros. Mas esa es una solución a mediano o largo plazo. Por lo pronto, ¿será muy difícil que nuestros umpires tengan acceso a una versión editada de sus yerros y decisiones dudosas en cada desafío?

Sinceramente, no me parece que esto sea muy complicado. Ni tampoco costoso.