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"Para Fidel y José Antonio, la unidad no fue una retórica"

José Antonio EcheverríaJosé Antonio Echeverría y Bianchi, quien no pudo celebrar sus 25 años, arriba este 16 de julio a su aniversario 80. Las balas que le dispararon el 13 de marzo de 1957, en el combate frontal, no pudieron matar sus ideas, que el tiempo transcurrido multiplican y afianzan, en un espiral ascendente.

Si fugaz fue su existencia, profundo fue su andar, firme de objetivo con la Revolución. Los que tuvimos el privilegio de conocerlo recordamos a aquel joven de alegría contagiosa, lleno de inquietudes, bajando la escalinata universitaria al frente de las manifestaciones, en la década de los años 50 del siglo pasado.

Con la bandera cubana como escudo y sus puños como arma, se le veía internarse en aquel mar de esbirros uniformados, luchando cuerpo a cuerpo en desigual combate, para luego, más golpeado erguirse con más valor y fortaleza una y otra vez. Su valentía superaba toda descripción.

Pero, ¿era sólo valor José Antonio? ¡no! Era un hombre de ideas. Si intrépido y audaz fue su accionar, era radical en su proyección de profundo calado social, aspectos que se aúnan y complementan en perfecta armonía.

Fue líder estudiantil porque ante todo fue un estudiante, que pensó y actuó como tal. Fue dirigente revolucionario, porque se formó en la más pura concepción martiana. Desafiando su asma, fue deportista. Internacionalista. Antiimperialista. Un verdadero promotor educacional y cultural que como futuro arquitecto quiso construir una patria nueva, con sólidas columnas.

Sobresalía por su cubanía y amó la vida profundamente, pero no dudó en anteponer sus principios, a riesgo de su propia existencia. De carácter alegre y jovial, se mantuvo alejado de todo convencionalismo. Al darle la mano, para saludarlo, era imposible dudar de su sinceridad y siempre trasladaba una frase franca. Gustaba de la música y disfrutaba leer y pintar.

Aquí no podría faltar una faceta importante de su vida: su clara visión ante los males de América Latina, por lo que es necesario destacar un fragmento de su histórica intervención del 19 de marzo de 1956, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, conocida como: "Contra las dictaduras de América".

(...)Y al tiempo americano rompe abruptamente el expansionismo norteamericano, le son robadas las tierras del Norte americano, se interviene en Cuba mediante la enmienda Platt, se secuestra la independencia del pueblo puertorriqueño, se interviene Santo domingo y como estela terrible deja ese azote de la libertad que se llama Rafael Leónidas Trujillo; se alientan las fuerzas represivas guatemaltecas y brota el peor de los volcanes de este pueblo: Castillo de Armas. Y, a la política de intervención sucede la creación de la zona de influencia fielmente defendida por los nuevos gendarmes defensores de las empresas extranjeras que explotan y destruyen las riquezas nacionales (...)

Desde el primer encuentro de José Antonio y Fidel Castro, existió una plena identificación y amistad, que la lucha fortaleció. Sobre esto, hay muchas vivencias de las que fui testigo, aunque solo mencionaré algunas por su marcada connotación.

La Carta de México firmada el 29 de agosto de 1956, por Fidel Castro, en nombre del Movimiento Revolucionario 26 de Julio y José Antonio Echeverría, por la Federación Estudiantil Universitaria, FEU, "los dos núcleos que agrupan en sus filas la nueva generación" constituye un hito en nuestra historiografía.

Ese documento rompe su marco inmediato e irrumpe con inusitada fuerza en nuestros días, como un símbolo de eterna unidad.

La llegada de la dirección estudiantil a la Sierra Maestra, en la histórica Operación Aérea FEU, fue un aporte considerable a la unidad. Con el documento firmado el 30 de octubre de 1958, por el Movimiento 26 de julio y la FEU, se ratificó la Carta de México y fue una muestra de honda satisfacción para nosotros, cuando el líder de la Revolución Fidel Castro, nos comunicó la formación de la columna 32, que llevaría el nombre de José Antonio Echeverría.

Otro momento relevante fue cuando el 8 de enero de 1959, antes de entrar en la capital al frente de la histórica Caravana de la Libertad, el Comandante en Jefe Fidel Castro, desvió su ruta hacia la ciudad de Cárdenas, donde visitó la casa natal de José Antonio y fue a su tumba, en el cementerio local, para rendirle emocionado tributo a su amigo y compañero de luchas.

El tiempo transcurrido permite analizar esos acontecimientos y trasladar sus valores a las nuevas generaciones. Para Fidel y José Antonio, la unidad no fue una retórica, sino un postulado.

El camino transitado por nuestra generación, que se gestó a la sombra del Alma Mater, fue recorrido con firmeza y entereza en una conducta vertical, desde el 10 de marzo de 1952, hace precisamente 60 años. ¿Cómo no recordar entonces, que nuestra mejor escuela fue la propia lucha y que nuestra formación, se logró a base de cicatrices y represiones?

El 2012 está cargado de importantes fechas que inciden en la trayectoria de José Antonio. Se cumplieron 55 años de las acciones del 13 de marzo de 1957, que él dirigió y de su caída en combate y hoy su aniversario 80, momentos muy vinculados a Cárdenas, su ciudad y su casa natal, que ahora es un museo sobre su vida y la tierra donde reposan los restos de nuestro inolvidable compañero de luchas.

Coinciden también con el aniversario 90 de la fundación de la Federación Estudiantil Universitaria por Julio Antonio Mella, el 20 de diciembre de 1922, bandera que él tomó con su conocido ímpetu y que hoy sostiene con mano segura la actual dirección de la FEU, enfrentando nuevos desafíos

Es necesario situar cada acontecimiento en el momento preciso, para destacar su verdadera dimensión. Por eso, el estudio de nuestra historia debe estar en el centro del debate ideológico. Solo sabrá del bosque, quien conozca el árbol. Cada época tiene sus propios retos y conocerlos conlleva un desafío. Su tradición y continuidad en la lucha, están implícitos. La Revolución Cubana se nutrió del conocimiento legado por sus precursores y en su proceso hacia el triunfo, rompió las barreras y dogmas imperantes.

Hoy, al arribar a estas fechas, crece la presencia de José Antonio. Juntos libramos inolvidables acciones, como la del 13 de marzo de 1957, cuando lo vimos por última vez, sonriente y sereno, lleno de vida, irradiando la satisfacción de cumplir su compromiso con la Patria y la Revolución. Al entrar al auto delante del mí, me dirigió un emotivo saludo y una sonrisa que nunca olvidaré.

¿Quién duda que cuando José Antonio cayó, junto a los muros de su querida Universidad, hasta las columnas de la bicentenaria institución y el pueblo de Cuba, se estremecieron de dolor, por la pérdida de uno de sus hijos más queridos?.

En el aniversario 80 de su nacimiento lo recordamos con "firmeza y luz, como el cristal de roca", tal como un día escribió el poeta mexicano Salvador Díaz Mirón, lo que se iguala al modo en que vivió, pensó y actuó José Antonio Echeverría.

Junto a su novia, Maria Esperanza Muñiz