- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

División de honores

Guillermo Heredia anotó la primera carrera de Matanzas a base de velocidad. Foto: Juan Moreno/Juventud Rebelde

Guillermo Heredia anotó la primera carrera de Matanzas a base de velocidad. Foto: Juan Moreno/Juventud Rebelde

La alegría con que los matanceros saltaron a la grama no es una alegría común. Es la felicidad propia de los primerizos, el sentido pleno de la inocencia, la novena que nunca ha llegado a los play off y que por tanto nunca ha ganado un partido importante y que cuando el acto se consuma no sabe hacer otra cosa que emocionarse y embriagarse de su propio júbilo.

Domino absoluto del pitcheo durante las primeras entradas. El partido llegó al quinto inning y, al igual que en la noche del martes, como un calco de lujo, Sancti Spíritus copó las almohadillas con el guerrero Eriel Sánchez en turno. Sin embargo, ¿cuál es la diferencia entre Jorge Martínez y Yohan Hernández? Bueno, las diferencias son muchas. Jorge Martínez es un pitcher eminentemente flemático, si se quiere inteligente, y Hernández no tanto.

La postemporada, como se sabe, es otra cosa, y en una instancia así Hernández no podía permitirse todo lo que se permitió. Es decir, virarse a segunda y tirar sin nadie en la almohadilla, acceder a que el miedo se le posara en el rostro y, por último, lanzar la recta noble que lanzó para que el ojeroso Eriel, depredador de muchachones tímidos, colocara la Mizuno a trescientos y tantos pies de distancia. El primer Grand Slam de los play off. Más que suficiente para Ismel Jímenez (demasiado cómodo con su slider en esta pelota tan predecible y recta).

Pero hoy, ante la misma situación, solo que con ventaja mínima, Jorge Martínez le puso neuronas al asunto y consiguió, tras elevado al izquierdo, un escón de lujo. Justo ahí, si vamos a caer en el minimalismo, los matanceros habían ganado su partido. Pero un inning después la valla de Ruperto Zamora igualaba las acciones y en el séptimo, con hombre en primera, y ante un Martínez visiblemente cansado, José Ramón Alfonso despachaba un vuelacercas demoledor.

La clave de la postemporada es jugarla precisamente como si no se tratara de la postemporada. Sin nervios, sin tensiones, como si no hubiera -aunque hay muchísimo- nada que perder. Nadie mejor que Garlobo (el recorrido circular de su swing es poco menos que perfecto), amordazado hasta entonces, para abrir entrada por los matanceros, soltar una línea tendida a todo lo largo del central, prender un fósforo que se convertiría en mecha y que, tras una seguidilla de imparables y errores del contrario, cristalizaría en tres anotaciones y una ventaja mínima para el frenéticamente entusiasmado team de Víctor Mesa.

Luego Joel Suárez cerraría magistralmente de relevo, Matanzas anotaría otra gracias al despiste de Yunieski Gourriel (con un padre y un hermano así yo no jugaría más pelota), y el equipo celebraría sobre la grama del Victoria con el desenfreno que dijimos. Eufóricos, indeciblemente plenos, arañando un éxito agónico en lugar de otra presunta derrota y de una casi irreversible eliminación.

No sabemos, al final, si la remontada de Matanzas, y el viaje al Huelga en igualdad de condiciones, se debe a que los yumurinos mostraron carácter o a la ya antológica falta de pegada de los espirituanos. Duelo, entre debutante inseguro y aspirante perpetuo, donde aún nada se vislumbra. Ni la fecha, ni el lugar de clausura, ni quién se va y quién se queda.

Al menos Yuliesky -con su modo fácil de fildear, conectar líneas y su elegancia innata para ambas cosas- sigue demostrando que si no es el mejor, es sencillamente el más completo.

¡Ay, si bateara afuera!... pero en fin... eso me parece a mí que es el estribillo de una canción.