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Cada cosa en su lugar

Los matanceros se ganaron en el Latino carteles como estos tras ser barridos por los Metros. Foto: Juan Moreno

Los matanceros se ganaron en el Latino carteles como estos tras ser barridos por los Metros. Foto: Juan Moreno

Realmente ya no se que esperar de la Serie Nacional. A veces creo que todo lo que hablo y escucho de mis colegas u otras personas con dos dedos de frente se va por un barril sin fondo.

La pelota en Cuba no es seria, y no me refiero en esta ocasión a jugar una Liga de Desarrollo sin apenas difusión y distanciada casi dos meses del principal torneo; o a elegir el manager de la selección nacional días antes de un importante evento, o subir el box hasta las 15 pulgadas para disimular un poco las enormes lagunas del pitcheo.

Confieso que hace una semana en Matanzas me sentí en otro campeonato, tal vez el juego de Industriales y los Cocodrilos, o el entusiasmo de la gente o el simple hecho de ver béisbol más allá de las fronteras de un diamante habanero me hicieron cambiar la perspectiva.

Toda esa ilusión de pueblo, todo el espectáculo y la forma de vivir la pelota en Matanzas iluminó el vetusto camino del certamen, pero apenas por un par de segundos.

La Dirección Nacional de Béisbol se ha convertido en un aparato de complicado funcionamiento, que por lo general es el centro de todas las decisiones relacionadas con la disciplina, pero que no asume tal papel y permanece en la penumbra, haciéndose el muerto para ver qué entierro le hacen.

De momento los muertos somos nosotros, y también los peloteros que sufren en carne propia con un calendario en el que Holguín sale de sus predios para jugar una serie en la Isla de Juventud (viaje por carretera y posterior desplazamiento en catamarán) y regresar, siéntense, a Holguín nuevamente.

¿No sería más razonable programar al menos otra subserie a los Sabuesos por la zona occidental? Pues no, es imposible, y cito el ejemplo de Holguín por ser el más reciente, pero muchos equipos se ven en situaciones similares.

Por supuesto, todo este enredo es provocado por los benditos 17 conjuntos, solución salomónica para la convivencia de Artemisa, Mayabeque y Metropolitanos, un tema que tiene mucha tela por donde cortar y del que hablaremos en los próximos días.

Sin embargo, otros detalles como cambiar la sede de un partido de la noche a la mañana casi sin previo aviso no tienen absolutamente nada que ver con una estructura mal concebida.

¿Por qué Metropolitanos recibió a Matanzas en el Latinoamericano en vez de hacerlo en su habitual predio del Changa Mederos? ¿Acaso tienen los yumurinos, amén de su notable campaña, algún privilegio por encima de cualquier otro equipo que enfrenta a los rojos de la capital?

No le puedo dar más vueltas, me va a explotar la cabeza, los únicos culpables radican en esa cúpula inexpugnable llamada Dirección Nacional de Béisbol, pues, incluso, si se confirmaran los rumores de que Víctor Mesa pidió jugar en el Latino para mi quedaría exonerado de cualquier culpa: no puede tener más poder que quienes rigen la disciplina en el país.

En la pelota cubana hay muchas cosas fuera de lugar, percibo una falta de compromiso descomunal y unas ansias de protagonismo peor aún de parte de personas que debieran prestar más atención a cuestiones organizativas, solo de esa forma se respetaría al público, quienes verdaderamente, junto a los peloteros, dan vida al campeonato.