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Arrancada confusa en el voleibol

wilfredo-leonEntonces se hizo la luz, y la debacle no llegó a mayores. Cada cosa ocupó su sitio, y los voleibolistas cubanos derrotaron a Corea en la Liga Mundial, tal y como se esperaba, a pesar de la inexperiencia y la renovación colectiva.

Tras caer estrepitosamente en la madrugada del sábado, y ceder el primer parcial del segundo encuentro, la selección nacional arrasó en sets corridos y pudo emparejar un duelo a las claras insólito, un duelo sin precedentes, pues los conjuntos asiáticos nunca han devenido en problema, y menos los coreanos, con 25 derrotas previas como único aval ante elencos de Cuba.

Incertidumbre, expectativa, esperanzas, reservas. Todo eso transmite, al unísono, el cuadro insular. Ya se sabe que andan lejos del nivel conseguido en el pasado campeonato del mundo, se sabe que le faltan figuras, que aún no hacen gala de cohesión, que son demasiado jóvenes -adolescentes casi niños en su mayoría-, pero el domingo mostraron, luego de haber alcanzado un juego medianamente estable, bastantes ganas, optimismo, ímpetu... en fin, mostraron confianza y bromearon sobre el terreno.

Buena señal esta. Y más que buena señal, retablo imprescindible para que los cubanos desdoblen su accionar a lo largo del evento. Cualquier otra divisa parece insuficiente ante italianos y franceses. Estima. Insolencia casi. Si se muestran cabizbajos, pusilánimes, tal cual en el primer encuentro contra los coreanos, no hay mucho que buscar por tierras europeas.

En suma: solo le resta a la selección el despliegue óptimo de sus condiciones físicas, de sus recurrentes estrategias. El servicio incisivo, un bloqueo decente, la inclemencia en el ataque. E intentar suplir, de ese modo, las lagunas o los océanos del recibo y la defensa de campo, las acostumbradas desconcentraciones, la evidente falta de astucia, del recurso sagaz.

Pero estos son males antológicos. El sello de cada uno de los equipos cubanos de voleibol. Lo que sí resulta completamente inaudito, por no decir ilógico, es el desánimo y la apatía del primer partido. Tal vez porque el sexteto regular aún no se articula, tal vez porque las coreanas del público los distrajeron con sus exóticos suvenires.

Wilfredo León -recuperado en la segunda fecha- terminó de espectador. Yoandri Díaz, que no es un extraclase, y mucho menos mago, se vio impedido de distribuir balones a plenitud. Fernando Hernández, mientras, lució indeciso, o más bien aturdido. Y los centrales... bueno... el partido para los centrales coreanos, casi siempre secundarios, fue lo que se dice un paseo de alamedas.

Semejaban, de más está suscribirlo, conjuntos trocados. Hasta Orlando Samuels -asiático en sus maneras- farfulló algunas insatisfacciones. El árbitro principal, en cambio, se me antojó conocido. Aunque tampoco podría asegurarlo. Porque a excepción de Yao Ming y de Liu Xiang, en los distritos del deporte a mí todos los chinos me parecen iguales.

Resultados del fin de semana

Grupo A: Polonia 3, Estados Unidos 0 (25-20, 25-22, 25-19); Estados Unidos 3, Polonia 0 (25-22, 25-19, 37-35); Brasil 3, Puerto Rico 0 (25-15, 25-19, 25-16); Brasil 3, Puerto Rico 0 (25-19, 31-29, 25-23).

Grupo B: Rusia 3, Japón 0 (25-22, 25-20, 25-18); Rusia 3, Japón 1 (22-25, 25-19, 25-12, 25-12); Alemania 3, Bulgaria 2 (21-25, 25-18, 25-21, 15-25, 15-10); Bulgaria 3, Alemania 2 (25-21, 23-25, 25-22, 20-25 y 15-9).

Grupo C: Portugal 3, Finlandia 2 (23-25, 27-25, 25-21, 24-26, 15-13); Portugal 3, Finlandia 1 (25-18, 23-25, 25-21, 25-23); Serbia 3, Argentina 0 (25-14, 25-21, 25-22); Argentina 3, Serbia 0 (25-21, 26-24, 25-20).

Grupo D: Sudcorea 3, Cuba 0 (25-20, 29-27, 25-18); Cuba 3, Sudcorea 1 (21-25, 25-23, 25-18, 25-18); Italia 3, Francia 0 (25-14, 25-20, 25-12); Italia 3, Francia 0 (25-15, 25-23 y 27-25).